Sizo Nkala
Investigador del Centro de Estudios África-China de la Universidad de Johannesburgo
The African
Los gobiernos militares de Burkina Faso, Malí y Níger cambiaron los contornos geopolíticos de África Occidental cuando anunciaron la creación de la Alianza de Estados del Sahel (AES) el 16 de septiembre del año pasado.
Esto se produjo después de que los países fueran suspendidos y aislados de la organización regional, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (Cedeao) y del organismo continental, la UA, después de que sus respectivos ejércitos tomaran el poder y suspendieran el orden constitucional.
En Mali, los militares usurparon el poder en mayo de 2021, Burkina Faso sufrió dos golpes de Estado en rápida sucesión -el primero en enero de 2022 y el segundo en septiembre de 2022-, mientras que los militares nigerianos tomaron las riendas del poder en julio del año pasado (2023).
El anuncio del AES se produjo cuando la Cedeao, liderada por Nigeria, coqueteaba con la idea de enviar una fuerza militar para restaurar el gobierno democráticamente elegido del derrocado Mohamed Bazoum. Malí y Burkina Faso se comprometieron a acudir en defensa de Níger en caso de que fuera atacado por las fuerzas de la Cedeao.
El pacto de defensa, inicialmente ad hoc, pronto fue seguido por un pacto de defensa formal, cuando los tres países firmaron la Carta Liptako-Gourma, que dio origen legal al AES en septiembre del año pasado. La Carta obligaba a los signatarios a defenderse mutuamente en caso de agresión externa, insurgencia y rebelión.
El trío no se detuvo ahí. El 28 de enero de 2024, los tres países anunciaron su decisión de abandonar la Cedeao, acusando al grupo de abandonar sus valores fundacionales de panafricanismo y de estar influenciado por agentes extranjeros, lo que lo convertía en una amenaza para los Estados miembros.
En su respuesta, el organismo regional afirmó que los tres eran miembros importantes de la organización y que estaba dispuesto a acogerlos de nuevo. Los tres países no sólo se retiraron de la Cedeao, sino también de la Alianza del G5 para el Sahel, que también incluía a Mauritania y Chad.
Formada en 2014, la alianza estaba destinada a coordinar los esfuerzos de los Estados miembros en la lucha contra la insurgencia yihadista que afectaba a la región.
Además, los tres países desalojaron a los soldados de su antiguo amo colonial, Francia, poco después de que los militares tomaran el poder. La postura crítica de Francia hacia los golpes militares contribuyó al deterioro de las relaciones con sus antiguas colonias. Las tropas francesas habían estado estacionadas en los países del Sahel en el marco de la cooperación con Francia en materia de seguridad, en un intento de hacer frente al terrorismo y la insurgencia, que siguen afectando a toda la región.
El vacío dejado por Francia hará que países como Rusia intervengan para establecer una esfera de influencia en una región clave. La empresa militar privada rusa Wagner, ahora conocida como Africa Corps, está presente en Malí y Burkina Faso, donde presta servicios de seguridad a cambio de acceso a recursos naturales.
Níger y Rusia han mantenido conversaciones de alto nivel sobre cooperación en materia de seguridad que podrían llevar a Africa Corps a establecerse pronto en el país. La contratación de mercenarios rusos sirve también para disuadir cualquier ataque de la fuerza de reserva de la Cedeao.
Las juntas militares parecen querer cooperar entre sí más allá del pacto de defensa colectiva. En febrero, los responsables de los tres países acordaron iniciar los trabajos para formar una Confederación Triestatal en una reunión celebrada en Burkina Faso, con el fin de perseguir intereses políticos, de seguridad y económicos comunes. El acuerdo previsto forma parte de los preparativos para la vida fuera de la Cedeao.
Burkina Faso, Malí y Níger, todos ellos sin salida al mar, figuran entre los países más pobres del mundo, con un producto interior bruto combinado de 53.000 millones de dólares (964.000 millones de rands), caracterizado por economías dominadas por la producción de productos primarios.
De ahí que la idea de formar una confederación sea una forma de establecer canales de cooperación económica a través del comercio y la inversión para impulsar sus respectivas economías, habida cuenta de su aislamiento.
Sin embargo, es poco probable que el acuerdo mini-lateral dure.
En primer lugar, es económicamente insostenible. Al decidir retirarse de la Cedeao, los tres países perderán los beneficios derivados del Plan de Liberalización Comercial de la Cedeao, que puso en marcha la Zona de Libre Comercio (ZLC) de la Cedeao.
Los países sin litoral y gobernados por la Junta verán cómo sus exportaciones a otros Estados miembros de la Cedeao pierden competitividad al no poder beneficiarse de las condiciones de trato preferencial del ALC. Sus esfuerzos de diversificación económica sufrirán un importante revés. Alrededor del 52% de las exportaciones de maquinaria de Níger se destinaban a los países de la Cedeao. La incipiente industria probablemente se hundirá, ya que perderá su ventaja competitiva en la región. Níger también importa el 70% de su electricidad de Nigeria. Las importaciones de energía se encarecerán si el país deja de formar parte del ALC.
Además, su acceso a los puertos controlados por los países de la Cedeao se enfrentará a costes adicionales y a otras barreras no arancelarias. Los costes de importación de alimentos se trasladarán a los consumidores, lo que provocará una creciente inseguridad alimentaria y hambre.
Así pues, su retirada de la Cedeao precipitará probablemente una crisis socioeconómica que fermentará la inestabilidad política.
En segundo lugar, es probable que los gobiernos militares no duren mucho en el poder. El régimen de Ibrahim Traore en Burkina Faso ha frustrado unos cuatro intentos de golpe de Estado desde que tomó el poder en septiembre de 2022. No es seguro que su régimen logre superar a los golpistas. La posibilidad de que se produzcan contragolpes de Estado está muy extendida en los tres países, donde las juntas en el poder han creado vacíos constitucionales.
Además, las juntas respectivas son gobiernos de transición autodefinidos con planes para allanar el camino a gobiernos elegidos democráticamente en el futuro.
Por lo tanto, el ambicioso proyecto político de formar una confederación sólo durará mientras permanezcan los regímenes de los tres países, lo que pone en duda su futuro a largo plazo.