El primer grupo islamista militante de Burkina Faso, Ansaroul Islam, ha sufrido reveses que ponen de manifiesto las debilidades de las organizaciones extremistas violentas que carecen de un profundo apoyo local y se enfrentan a una presión sostenida.
Pauline Le Roux
African Center for Strategic Studies
Después de años de evitar la violencia militante islamista, Burkina Faso ha experimentado un rápido crecimiento de los ataques desde 2016. En 2018, se produjeron 137 sucesos violentos de este tipo con 149 víctimas mortales. A mediados de 2019, los grupos islamistas militantes ya habían superado estas cifras con 191 episodios de violencia y 324 víctimas mortales. Tres grupos han sido los principales responsables: el Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), la facción del Frente de Liberación de Macina (FLM) de la coalición Jama’at Nusrat al Islam wal Muslimeen (JNIM) y Ansaroul Islam.
Ansaroul Islam ha desempeñado un papel destacado en la desestabilización del norte de Burkina Faso. Entre 2016 y 2018, algo más de la mitad de los sucesos violentos de militantes islamistas en Burkina Faso se atribuyeron a Ansaroul Islam. Estos ataques se concentraron en la provincia septentrional de Soum y se agruparon en torno a la capital provincial, Djibo.
Solo en 2018, Ansaroul Islam protagonizó 64 ataques y fue responsable de 48 víctimas mortales en esta zona. Además, el grupo se distinguió por su propensión a atacar a civiles- 55 por ciento de todos sus ataques, el porcentaje más alto de cualquier grupo militante islamista en el Sahel (y de cualquier grupo en África que no sea el del norte de Mozambique). La violencia perpetrada por Ansaroul Islam ha obligado a más de 100.000 personas a huir de sus hogares y a 352 escuelas a cerrar solo en Soum. Sin embargo, a mediados de 2019, Ansaroul Islam sólo estaba asociado a 16 sucesos violentos y 7 víctimas mortales. Este drástico descenso de las actividades del grupo merece una mayor atención. Es particularmente importante entender cómo surgió este grupo militante islamista y qué factores han contribuido a su papel disminuido en la primera mitad de 2019.
El nacimiento de Ansaroul Islam
Ansaroul Islam está considerado como el primer grupo militante islamista autóctono de Burkina Faso. Fue fundado en 2016 por Ibrahim Malam Dicko, un imán y predicador fulani nacido en Soum, que comparte frontera con Mali y hoy tiene una población estimada de casi 500.000 personas. Nacido en el seno de una familia tradicional marabú, Dicko asistió a escuelas convencionales y coránicas en Burkina y Malí, y llegó a enseñar en Níger como imán reconocido. (Su etapa como profesor de religión en Níger le valió el título de «Malam», término hausa procedente del árabe mu’allim que significa «maestro» y transmite competencia en versos árabes y textos islámicos). Hacia 2009 había regresado a Burkina Faso y había empezado a predicar en muchas aldeas de Soum, donde comenzó a formar un grupo de seguidores.
Dicko ofrecía con frecuencia sus sermones a través de dos emisoras de radio locales, La voix du Soum («La voz de Soum») y La radio lutte contre la désertification («Radio de lucha contra la desertificación»). Era un hábil orador que atraía a grandes audiencias con un discurso antisistema que se hizo popular en toda la provincia. Sus mensajes centrales abogaban por una mayor igualdad, por la fraternidad y por cuestionar el orden social imperante en Soum, que según él beneficiaba desproporcionadamente a los jefes tradicionales y a los líderes religiosos a expensas de la población en general. A medida que aumentaba el número de sus partidarios, Dicko fundó una asociación religiosa destinada a promover el Islam, llamada Al Irchad, que significa «guía» o «la mano que guía» en árabe. Al Irchad fue reconocida oficialmente por las autoridades burkinesas en 2012.
Por aquel entonces, las actividades y los mensajes de los grupos islamistas militantes del centro y el norte de Malí captaron la atención de Dicko, que trató de comprometerse con ellos. Dicko comenzó a reunirse y a colaborar con Amadou Koufa, del Frente de Liberación de Macina, en el centro de Malí. Se cree que Koufa actuó como mentor de Dicko.
Sin embargo, cuando Dicko regresó a Soum, gran parte de la población local, en particular los jefes consuetudinarios, rechazaron sus llamamientos cada vez más radicales a las armas. El rechazo del mensaje militante y radical de Dicko endureció su oposición a las autoridades consuetudinarias de Soum. Tal vez consciente de que la población local de Soum no apoyaría la violencia, Dicko abandonó la provincia hacia 2012 para unirse a la lucha islamista militante en el norte de Malí. En 2013, las tropas francesas detuvieron a Dicko cerca de Tessalit, en el extremo norte de Malí, y fue trasladado y detenido en Bamako. Fue liberado en algún momento de 2015 por falta de pruebas incriminatorias, tras lo cual volvió a unirse a Koufa, con la esperanza de abrir un nuevo frente de militancia islamista en Burkina Faso.
En noviembre de 2016, tras regresar a su aldea de Soum para visitar a su familia, Dicko comenzó a movilizar partidarios para la creación de Ansaroul Islam. En ese momento, las fuerzas de seguridad burkinesas habían decretado el estado de excepción en algunas zonas de Soum en busca de yihadistas procedentes del otro lado de la frontera maliense. En el proceso, las fuerzas de seguridad humillaron a algunos ancianos locales y jefes tradicionales. Dicko aprovechó estas acciones para conseguir apoyo para su causa militante. Según un antiguo miembro de Ansaroul Islam, las acciones denigrantes de las fuerzas de seguridad convencieron a Dicko y a otras personas que se unieron a Ansaroul Islam para organizar un atentado. En diciembre de 2016, Dicko y unos 30 hombres armados atacaron un puesto militar en Nassoumbou, un pueblo cerca de la frontera maliense en Soum, matando a 12 soldados burkineses. Este suceso está ampliamente considerado como el nacimiento – y la primera hazaña armada – de Ansaroul Islam.
La relación de Ansaroul Islam con las comunidades locales
Ansaroul Islam se basa en una narrativa de marginación y agravio para conseguir el apoyo de los miembros descontentos de las comunidades locales. Sin embargo, sus partidarios representan una pequeña fracción de la población total. Ansarul Islam ataca a representantes del Estado, fuerzas de seguridad y defensa y escuelas públicas para reforzar su discurso de abandono del Estado, pero también ha atacado a civiles en más de la mitad de sus actividades, lo que sugiere que nunca ha conseguido un apoyo local profundo.
Aunque se cree que Ansaroul Islam es predominantemente fulani, es probable que esto sea un subproducto de la demografía regional (Soum es aproximadamente un 90% fulani) y no una estrategia concertada para crear un grupo militante específicamente fulani. En lugar de apelar a la identidad étnica, Dicko trató de aprovechar las frustraciones locales y la sensación de desigualdad que sienten muchas personas en el norte para conseguir apoyo local. Este mensaje atrajo sobre todo a las personas de bajo estatus social, que en Soum eran principalmente jóvenes pastores fulani y rimaibe (una casta fulani que indica un linaje con antiguos esclavos fulani). Esto puede ayudar a explicar por qué Ansaroul Islam tenía como objetivo a los líderes tradicionales, y a otras personas de un estatus social más alto, que se oponían a la ideología del grupo islamista militante.
El aparente declive de Ansaroul Islam
Al parecer, en mayo de 2017, Ibrahim Malam Dicko murió de sed y agotamiento tras una incursión dirigida por Francia en el campamento del militante en el bosque de Foulsaré. Fue sustituido por su hermano, Jafar Dicko. Conocido por su carácter brutal, Jafar también estaba influido por Amadou Koufa. Sin embargo, Jafar supuestamente carece del carisma de su hermano. Este cambio de liderazgo contribuyó probablemente a cierto grado de desorganización interna y a un declive de las actividades de Ansarul Islam. Se calcula que Ansarul Islam no cuenta ahora con más de unos cientos de combatientes activos y una red de informadores y apoyo logístico ubicada entre las aldeas de Boulkessi y Ndaki, en la provincia de Soum.
También se especula con la posibilidad de que varios militantes se hayan escindido de Ansaroul Islam y se hayan unido al FLM o al ISGS tras la muerte de Dicko. Ambos grupos islamistas militantes son muy conocidos en la región y emplean fácilmente las redes sociales como herramientas de comunicación.
Además, la creciente presencia de las fuerzas de seguridad burkinesas en las provincias septentrionales del país, junto con el aumento de la presencia operativa de las fuerzas militares francesas en el marco de la Operación Barkhane en Malí Central, contribuyeron probablemente a crear un entorno operativo más difícil para Ansaroul Islam. La Operación Barkhane, dirigida por Francia, ataca regularmente a grupos militantes, entre ellos Ansaroul Islam, que se ocultan en los bosques de Serma y Foulsaré, en Malí. Además, a petición del gobierno de Burkina Faso, los franceses también llevaron a cabo ataques en Burkina Faso en octubre de 2018. Si bien es posible que las fuerzas de seguridad burkinesas no hayan restablecido el control de todas las partes de Soum, el aumento de la presencia de las fuerzas de seguridad a lo largo de la frontera entre Malí y Burkina Faso ha complicado las actividades de grupos como Ansaroul Islam.
Aunque Ansarul Islam se basó en gran medida en una narrativa de marginación y abandono por parte del Estado para atraer a los miembros descontentos de las comunidades locales, no consiguió prestar servicios tras aislar a estas comunidades del Estado. En consecuencia, Ansarul Islam puede haber perdido su limitado apoyo dentro de las comunidades locales, especialmente tras la muerte de su carismático líder. El posterior giro de Ansarul Islam hacia los objetivos civiles y la inseguridad en toda la región debido al bandidaje armado, son indicios adicionales de que Ansarul Islam no podía contar con un apoyo local significativo. Esta pérdida de apoyo, junto con un entorno operativo cada vez más difícil debido a los esfuerzos de las fuerzas de seguridad, probablemente han contribuido al declive de las actividades de Ansaroul Islam en 2019.
Una crisis que amenaza la cohesión nacional
Burkina Faso tiene una reputación de moderación, tolerancia y civismo, y los burkineses a menudo se caracterizan por ser un pueblo fundamentalmente optimista. En octubre de 2017 – un año que había sido testigo de un flujo constante de acontecimientos trágicos y de un aumento de la violencia – el 55% de los burkineses encuestados declararon que su país iba «en la buena dirección», según un estudio realizado por el Institut Général Tiémoko Marc Garango pour la gouvernance et le développement (IGD), con sede en Uagadugú. Sin embargo, esta capacidad de vivir en armonía más allá de las diferencias, denominada «vivre ensemble», está siendo cuestionada por las acciones étnicamente polarizadoras de los grupos islamistas militantes.
Burkina Faso tiene fama de moderación, tolerancia y civismo. Esta capacidad de vivir en armonía más allá de las diferencias está siendo cuestionada por las acciones étnicamente polarizadoras de los grupos islamistas militantes.
El vínculo percibido entre la comunidad fulani y Ansaroul Islam, por ejemplo, ha contribuido a que las poblaciones locales de los alrededores presionen para que se aplique la justicia por mano propia. Las milicias de autodefensa de las comunidades predominantemente mossi, conocidas como Koglweogo, se han tomado cada vez más la justicia por su mano ante el auge de grupos islamistas militantes como Ansaroul Islam y la inseguridad asociada a sus actividades. Los grupos koglweogo han perseguido a delincuentes y bandidos, así como a «yihadistas», infligiendo a menudo castigos violentos y, en ocasiones, atacando a personas inocentes. Estas milicias fueron culpadas de la masacre de Yirgou del 1 de enero de 2019, en la que al menos 49 fulani fueron asesinados en un ataque de represalia por su supuesta asociación con yihadistas.
Este tipo de tensiones intercomunales agravan la situación general de seguridad en el país y corren el riesgo de dividir aún más a comunidades que históricamente han coexistido pacíficamente. Ya sea parte de una estrategia intencionada o un subproducto de la asociación percibida de los pastores fulani con Ansaroul Islam, esta última ha enfrentado efectivamente a las diferentes comunidades de Burkina Faso y ha contribuido a debilitar la cohesión nacional del país. La creciente amenaza de la violencia intercomunitaria debe ser abordada por las autoridades y los líderes comunales, ya que corre el riesgo de deshacer la tolerancia social que ha caracterizado a Burkina Faso.
¿Cuáles son las respuestas a esta creciente violencia?
En agosto de 2017, antes del apogeo de las actividades de Ansaroul Islam, el gobierno burkinés lanzó un fondo de emergencia para la región del Sahel, incluida la provincia de Soum, con aproximadamente 772 millones de dólares para mejorar la gobernanza local y administrativa. En enero de 2019, el entonces primer ministro Paul Kaba Thiéba dijo que el programa ya había permitido la creación de numerosas escuelas, hospitales y carreteras. Evaluó la implementación del programa de emergencia en alrededor del 50 por ciento, diciendo que se habían desembolsado 13 millones de dólares en 2017 y 17 millones de dólares en 2018. En junio de 2019, se añadieron 77 comunas más a este plan. Estos esfuerzos constructivos del gobierno burkinés pueden haber ayudado a socavar el apoyo local a Ansaroul Islam al contrarrestar su narrativa de marginación y abandono por parte del Estado.
Sin embargo, se puede hacer más. Las organizaciones de la sociedad civil se han quejado de que no se hayan realizado detenciones tras los mortales enfrentamientos interétnicos que tuvieron lugar en Yirgou a principios de 2019. Además, las fuerzas armadas de Burkina Faso se enfrentan a denuncias de abusos y ejecuciones extrajudiciales en varias aldeas, donde los residentes ya habían sido objeto de violencia por parte de grupos islamistas militantes. Estos presuntos crímenes, que tuvieron lugar cuando las fuerzas de seguridad intentaban responder a las amenazas de Ansaroul Islam, validan las narrativas de agravio difundidas por los militantes islamistas. Para contrarrestar esta situación, las fuerzas de seguridad y el gobierno tendrán que colaborar más estrechamente con la población local, reconociendo que, aunque muchos ciudadanos burkineses han sido víctimas de las actividades de los militantes islamistas, también pueden desconfiar del Estado y de sus representantes. Para combatir el resurgimiento de Ansaroul Islam u otros grupos islamistas militantes, es esencial trabajar para reconstruir la confianza con las comunidades locales estableciendo y manteniendo una presencia profesional de seguridad continua.
También es fundamental que el Gobierno despliegue una estrategia clara para contrarrestar los discursos divisivos utilizados por los terroristas. A finales de 2015, la creación de un observatorio nacional para la prevención y gestión de conflictos comunales tenía como objetivo fomentar y facilitar la mediación social y el tratamiento de casos judiciales. Hasta la fecha, el observatorio ha tenido un impacto limitado y no ha logrado evitar la aceleración de las tensiones y la violencia entre grupos étnicos. Esta iniciativa requiere un apoyo renovado del gobierno y recursos para promover la mediación social y reunir a los líderes comunales para que denuncien las actividades de Ansaroul Islam y otros grupos islamistas militantes.
Trabajando en estrecha colaboración con las poblaciones locales, el gobierno podrá restablecer la confianza y reducir aún más el apoyo a los grupos islamistas militantes. Una presencia de seguridad concertada y sostenida que actúe en colaboración con los líderes religiosos y tradicionales locales puede desbaratar las actividades de los militantes islamistas y desalentar el apoyo local. Reconstruir una presencia gubernamental positiva y sostenida en las comunidades del norte devastadas por Ansaroul Islam deberá ser un objetivo primordial si el gobierno quiere estabilizar Soum tras los reveses de Ansaroul Islam.