Sahel: el coronavirus no basta para disuadir a los migrantes

Sahel: el coronavirus no basta para disuadir a los migrantes

El coronavirus no frena el flujo de migrantes | Con coronavirus o sin él, miles de africanos siguen intentando la peligrosa travesía del desierto a través del norte de Níger y Libia en un intento por alcanzar la costa mediterránea y luego Europa.

 Afriquinfos

«Gambianos, senegaleses, malienses… Siguen decididos a irse. Un migrante me dijo: ‘Prefiero morir de coronavirus que vivir en la miseria’«, cuenta Alassane Mamane, funcionario jubilado que vive en Agadez, encrucijada desértica y punto de partida de muchos migrantes que se dirigen a Libia.

Atravesar la red es cada vez más complicado. Además del plan antimigrantes puesto en marcha desde 2015, con patrullas reforzadas, las fuerzas de seguridad han «intensificado aún más la vigilancia para garantizar el cumplimiento de la medida de cierre de las fronteras en el marco de la lucha contra el coronavirus», señala un cargo electo local.

Idrissa Salifou, antiguo transeúnte: «Antes se podía pasar “un poco, un poco”, pero debido a las medidas contra el coronavirus (cierre de la frontera), la carretera está completamente bloqueada. Los militares peinan la frontera día y noche. Loslibios del otro lado también se han vuelto muy vigilantes», señala.

Níger, uno de los países sahelianos más pobres del mundo, sólo ha registrado oficialmente 781 casos de coronavirus, con 42 muertes.

El coronavirus no está frenando el flujo de inmigrantes: El flujo continúa

Níger ya ha declarado el estado de emergencia, cerrado sus fronteras y aislado la capital del resto del país.

Libia, convertida en un infierno para los migrantes desde la caída de Muamar Gadafi en 2011, tampoco se ha librado del virus.

Sin embargo, «la gente (los migrantes) está saliendo hacia Dirkou y Madama, en la frontera libia (con la esperanza de entrar en Libia), pero se han tomado medidas» para impedirlo, señala Bourkari Mamane, alcalde de Agadez, la principal ciudad del norte de Níger.

Sin embargo, el flujo está lejos de agotarse. Los emigrantes «intentan por todos los medios entrar en Libia. Consiguen sortear las barreras (de seguridad). Los desafortunados son atrapados por las patrullas militares», declaró a la AFP Boubakar Jérôme, alcalde de Dirkou, ciudad próxima a Libia.

En menos de dos meses, el ejército nigerino ha interceptado a más de 300 inmigrantes en la frontera libia.

Esta semana, otros 33 inmigrantes ilegales fueron capturados en la misma zona, según el alcalde.

«Les importa un bledo el coronavirus. En Agadez, algunos ‘guetos’ (patios interiores donde se aloja a los inmigrantes) han reabierto y los inmigrantes esperan la menor oportunidad para huir hacia el desierto», afirma Bachir Amma, Presidente de la Asociación de Antiguos Traficantes de Inmigrantes.

Idrissa Salifou, antiguo traficante de migrantes, explica: «hace poco, unos sesenta vehículos con migrantes consiguieron entrar en Libia, pero fueron rápidamente capturados por los guardias fronterizos libios que los condujeron a una de sus ciudades».

En Níger, los migrantes rescatados o interceptados en el desierto son puestos en cuarentena durante 14 días en lugares provisionales del norte, donde la Oficina Internacional para las Migraciones (OIM) ha recibido a unos 1.600 migrantes «varados en el desierto» desde que se cerraron las fronteras a finales de marzo.

Un total de 764 migrantes, entre ellos 391 de Níger, 140 de Malí y 101 de Guinea, han sido puestos en cuarentena en Assamaka, en la frontera con Argelia. Entre ellos había niños, mujeres embarazadas y heridos, según la OIM.

El coronavirus no está frenando el flujo de migrantes: Nuevas rutas

«Encuanto salen del aislamiento, algunos migrantes “vuelven a probar suerte”, deplora Boubakar Jérôme.

Esta semana, la agencia de la ONU lanzó un «llamamiento urgente» a los donantes para obtener una «ayuda adicional» de 10 millones de dólares con el fin de responder a las necesidades de los migrantes.

Afirma que ha alquilado instalaciones «adicionales» y «reforzado las medidas de prevención en sus seis centros de tránsito, que actualmente están al máximo de su capacidad».

Para disuadir a los traficantes, Niamey aprobó en 2015 una ley que tipifica como delito el contrabando de migrantes, castigado con hasta 30 años de cárcel. A principios de 2019, el presidente de Níger, Mahamadou Issoufou, alabó el «plan» antimigrantes, respaldado por la Unión Europea (UE), que ha reducido el flujo de migrantes que pasan por Níger de 100.000 a 150.000 al año antes de 2016 a entre 5.000 y 10.000 en la actualidad.

De visita en Niamey, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, también se felicitó por la reducción del «80%» de los desembarcos ilegales en las costas italianas en 2018.

Más que las patrullas en el desierto, es el aislamiento de Niamey del resto del país (con la prohibición de salir o entrar sin autorización) lo que ha cambiado la situación.

Muchos emigrantes de África Occidental solían pasar por Niamey de camino a Agadez o a las puertas del desierto.

«Con elaislamiento de Niamey, cada vez más migrantes han cambiado de ruta: ahora pasan por Nigeria, donde las fronteras son más porosas», afirma Bachir Amma, antiguo pasador de fronteras.

Boubakar Jérôme, alcalde de Dirkou, está de acuerdo: «Hay mil y una rutas: unos pocos afortunados consiguen colarse en Libia».