Rusia ha reforzado su control sobre la región del Sahel y ahora dirige su atención a la costa occidental de África

El ejército de Níger tomó el poder derrocando al gobierno en julio de 2023. Los meses siguientes estuvieron marcados por las especulaciones sobre un posible alineamiento del gobierno militar con Moscú y la posibilidad de forjar vínculos con el ejército ruso o sus asociados.

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Estas especulaciones fructificaron en detrimento de los intereses occidentales en el país. El miércoles 10 de abril, un avión ruso llegó a la capital nigeriana, Niamey, al parecer cargado de instructores y equipos militares rusos, incluido un sistema de defensa antiaérea ruso. Esto marcó el comienzo de una nueva alianza entre el Kremlin y los líderes militares de Níger.

Tras la llegada de los equipos y asesores militares rusos, cientos de manifestantes se congregaron en Niamey para exigir la retirada de las fuerzas estadounidenses. Desde la firma de un pacto militar en 2012, Níger ha sido el centro de las operaciones estadounidenses en África Occidental y Septentrional.

Desde entonces, Estados Unidos ha anunciado que retirará a más de 1.000 militares de Níger. Esto supondrá el cierre de la Base 201, una instalación clave de drones estadounidenses que se ha utilizado en operaciones contra grupos terroristas yihadistas en la región del Sahel.

El acercamiento entre Níger y Rusia se produce un mes después de que altos funcionarios estadounidenses visitaran el país, durante la cual expresaron su preocupación por las posibles relaciones de Níger con Rusia e Irán.

Tras este encuentro, el portavoz del ejército nigerino, coronel Amadou Abdramane, criticó la «actitud condescendiente» de los estadounidenses, que niegan al pueblo nigerino el derecho a elegir los países con los que se asocia.

También se informó de que Estados Unidos retiraría temporalmente sus tropas de Chad, pocas semanas después de que el jefe de la fuerza aérea chadiana pusiera fin a todas las operaciones en una base de aviones no tripulados cercana a la capital del país, Yamena. A medida que Chad reevalúa sus alianzas y se acerca a Rusia, es probable que a la retirada de las tropas estadounidenses siga la de las francesas.

La estrategia de Washington para limitar la influencia rusa en las regiones inestables de África parece estar fracasando.

Los países del Sahel, región que se extiende desde Senegal hasta el Mar Rojo, han recurrido a Rusia en busca de ayuda en materia de seguridad en los últimos años ante la creciente inestabilidad de la región. Mercenarios rusos, por ejemplo, han apoyado a las fuerzas armadas de Burkina Faso y Mali en su lucha contra los grupos insurgentes.

En la actualidad, Rusia está intensificando sus esfuerzos en la región reforzando su control sobre varios Estados del Sahel y buscando nuevos socios, una estrategia que podría enfrentarla a otras potencias mundiales. El próximo campo de batalla podrían ser los Estados costeros de África Occidental.

Campos de batalla cambiantes

Las ambiciones rusas en la costa de África Occidental parecen centrarse en forjar pactos militares, diplomáticos y económicos con los dirigentes de estas naciones a cambio de un acceso estratégico al océano Atlántico. Esta estrategia refleja el modo en que la base militar estadounidense de Yibuti, Camp Lemonnier, permite a Estados Unidos acceder y controlar el Golfo Pérsico, el Océano Índico y el Canal de Suez.

Sin embargo, los grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico también han penetrado en los Estados costeros de África Occidental de Benín, Ghana y Togo en los últimos años, donde han establecido un nuevo eje para sus operaciones. Benín se ha visto especialmente afectado. Los ataques a civiles por parte de terroristas yihadistas casi se triplicaron en 2023, pasando de más de 30 a unos 80.

Estados Unidos está considerando establecer bases militares de drones a lo largo de la costa occidental africana para contrarrestar el avance de estos grupos. Sin embargo, en un testimonio ante el Senado estadounidense el 16 de marzo, el general Michael Langley, jefe del mando militar estadounidense responsable de proteger los intereses de Estados Unidos en África, advirtió de que la influencia estadounidense en el continente se ha visto «ahogada» por la desinformación rusa en los últimos años.

El dragón y el oso

Rusia debe equilibrar sus esfuerzos por ejercer influencia en África con sus relaciones con China. Bajo la presidencia de Xi Jinping, China también ha intensificado sus esfuerzos por aumentar su influencia en el continente.

Rusia y China se relacionan con los países africanos de diferentes maneras. Rusia utiliza incentivos militares y diplomáticos para atraer y retener socios en el continente. China, por su parte, utiliza proyectos de desarrollo y un fuerte endeudamiento para atraer a su lado a aliados africanos.

Por ejemplo, China es el mayor acreedor de Yibuti, al que debe más de 1.400 millones de dólares (1.100 millones de libras). Ante el aumento de la inflación y la persistente sequía, Yibuti suspendió el reembolso de su préstamo a China en 2023, siguiendo los pasos de Zambia unos años antes.

En caso de impago, China podría tomar el control de uno o todos los proyectos que ha financiado para recuperar sus pérdidas. Entre ellos, el puerto del país y su zona franca internacional.

China y Rusia no son aliados oficiales. Pero han estrechado sus lazos en la última década. Xi ha llamado a Putin su «mejor amigo y colega», mientras que el presidente ruso se ha referido a su homólogo chino como un «querido amigo».

China también acordó reforzar sus relaciones con Rusia tras la reunión que mantuvieron en Pekín el 9 de abril el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi. Ambos países podrían asociarse con los mismos aliados africanos en el futuro, lo que permitiría aumentar aún más la influencia del Kremlin en el continente.

Las rivalidades entre Estados Unidos y Rusia por la influencia en África reflejan el pasado, cuando las grandes potencias emergentes del mundo competían por repartirse el continente, y podrían dar lugar a conflictos por delegación entre países africanos.

Dado que África ya se enfrenta a una corrupción generalizada y a dificultades debidas a dirigentes anticuados y títeres, conflictos violentos y golpes de Estado, hay que impedir que las potencias extranjeras empeoren aún más la situación con el pretexto de operaciones antiterroristas.