Megaciudades asiáticas al límite: el futuro urbano entre la resiliencia y el colapso

Las megaciudades de Asia, que alguna vez simbolizaron el progreso económico y la modernidad urbana, enfrentan hoy una convergencia de crisis que amenaza su estabilidad y futuro. El cambio climático, el envejecimiento poblacional, la expansión de asentamientos informales y la falta de planificación integral están redefiniendo los límites de su resiliencia.

Turistas en Bangkok – (c) Patrick Magon

Las megaciudades de Asia, tradicionalmente consideradas motores del crecimiento económico global y símbolos del progreso moderno, se enfrentan hoy a una encrucijada sin precedentes. Con una población urbana que supera los 2.300 millones de personas —más de la mitad del total mundial— y con siete de las diez urbes más pobladas del planeta ubicadas en esta región, Asia se erige como epicentro de una transformación urbana que plantea no solo oportunidades, sino también profundas vulnerabilidades estructurales. La confluencia de factores como el cambio climático, el envejecimiento poblacional acelerado, el crecimiento descontrolado de asentamientos informales y la falta de planificación urbana integral está configurando un escenario incierto, cuyos efectos podrían alterar el desarrollo económico, social y ambiental no solo a nivel regional, sino a escala global.

Un reciente informe elaborado por la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico de las Naciones Unidas (ESCAP, por sus siglas en inglés) subraya con preocupación esta tendencia. El documento advierte que sin una acción urgente, coordinada e inclusiva, los actuales patrones de urbanización podrían ensanchar las brechas de desigualdad, colapsar los sistemas de servicios públicos y generar tensiones sociales latentes que amenacen la estabilidad de las ciudades y las economías nacionales. Así, la evolución de estas megaciudades ya no puede entenderse únicamente como una cuestión de planificación urbana, sino como un fenómeno multidimensional que requiere una nueva visión del desarrollo sostenible.

Cambio climático: el colapso climático como amenaza urbana

Uno de los aspectos más alarmantes del informe es la creciente vulnerabilidad de las ciudades asiáticas frente a la intensificación del cambio climático. En 2024, extensas regiones del sur y sureste de Asia experimentaron temperaturas récord, con olas de calor extremo que afectaron profundamente a ciudades densamente pobladas como Daca, Delhi, Manila y Phnom Penh. Estos eventos no solo provocaron un aumento de enfermedades relacionadas con el calor, sino que pusieron a prueba sistemas sanitarios, infraestructuras eléctricas y redes de transporte ya sobrecargadas.

A este fenómeno se suma el denominado «efecto de isla de calor urbana», que incrementa significativamente las temperaturas en zonas urbanas debido a la concentración de edificios, asfalto y escasa vegetación. Las poblaciones más afectadas son, en gran medida, las de bajos ingresos, especialmente quienes viven en asentamientos informales sin acceso a refrigeración, espacios verdes o atención médica. Entre 2000 y 2019, Asia y el Pacífico concentraron casi el 50% de las muertes globales relacionadas con el calor, y esta proporción podría aumentar si no se toman medidas estructurales para mitigar los efectos del calentamiento urbano.

Algunas ciudades han comenzado a implementar estrategias tecnológicas avanzadas para gestionar este riesgo. En Shanghái, por ejemplo, el distrito de Pudong —históricamente vulnerable a inundaciones— ha desplegado un sistema de alerta temprana y simulación de eventos de inundación en tiempo real, basado en datos meteorológicos e hidrológicos. Este modelo, aunque prometedor, sigue siendo una excepción en una región donde la mayoría de las ciudades carece de mecanismos similares o de la capacidad financiera y técnica para implementarlos.

Envejecimiento demográfico: hacia una urbanización gris

En paralelo al desafío climático, Asia enfrenta un acelerado proceso de envejecimiento poblacional, con implicaciones profundas para sus estructuras urbanas. Se estima que para 2050, la región albergará a 1.300 millones de personas mayores de 60 años, casi el doble del número actual. Este cambio demográfico, impulsado por la caída de las tasas de natalidad y el estancamiento de la migración rural, está transformando la composición social de las ciudades.

Particularmente en Asia Oriental —donde países como Japón, Corea del Sur y China ya enfrentan tasas de envejecimiento avanzadas— comienzan a aparecer “ciudades en contracción”: núcleos urbanos que, tras décadas de crecimiento sostenido, pierden población y actividad económica. Este fenómeno plantea enormes desafíos para la sostenibilidad de los sistemas de pensiones, salud y transporte urbano. Además, muchas personas mayores viven solas, en condiciones de vulnerabilidad, sin redes de apoyo ni viviendas adaptadas.

Los gobiernos locales se ven obligados a replantear la infraestructura urbana, desde la accesibilidad en el transporte público hasta la provisión de atención médica domiciliaria, pasando por el rediseño de espacios públicos inclusivos. Sin embargo, la mayoría de las ciudades aún no ha incorporado el envejecimiento en sus planes estratégicos de desarrollo, lo que aumenta el riesgo de colapso de los servicios sociales y deterioro del bienestar ciudadano.

Crecimiento informal: ciudades fragmentadas y desigualdades estructurales

Otro fenómeno estrechamente ligado a la evolución urbana en Asia es la expansión masiva de los asentamientos informales. El acceso a una vivienda digna se ha convertido en un privilegio inaccesible para millones de personas. A medida que los precios del suelo y de la vivienda se disparan —especialmente en ciudades como Yakarta, Mumbai o Bangkok— y los salarios reales se estancan, vastas franjas de población quedan excluidas del mercado inmobiliario formal.

Estos barrios marginales, caracterizados por la falta de planificación, legalidad y servicios básicos, concentran gran parte de los riesgos sociales y ambientales. Son los primeros en sufrir los impactos de desastres naturales como inundaciones o deslizamientos de tierra, y los últimos en recibir apoyo gubernamental o asistencia humanitaria. El informe de ESCAP enfatiza que la mercantilización de la vivienda —concebida más como activo financiero que como derecho fundamental— está generando riesgos sistémicos no solo para las economías urbanas, sino también para la estabilidad social a largo plazo.

¿Hacia dónde evoluciona este escenario?

Lo que está en juego no es solo la calidad de vida de los ciudadanos urbanos actuales, sino la viabilidad de las ciudades del futuro como espacios inclusivos, sostenibles y resilientes. La evolución de las megaciudades asiáticas definirá en gran medida el rumbo del desarrollo global en las próximas décadas, dada su influencia demográfica, económica y ambiental. Las ciudades están llamadas a convertirse en laboratorios de innovación social, tecnológica y ecológica, pero para ello se requiere una transformación profunda de los paradigmas de gobernanza, inversión y planificación urbana.

ESCAP propone una serie de líneas de acción concretas que apuntan a revertir la actual tendencia fragmentaria. Entre ellas destacan la necesidad de adoptar una planificación urbana integrada basada en datos de calidad, fortalecer la cooperación regional entre ciudades para compartir buenas prácticas, diversificar las fuentes de financiamiento urbano (incluyendo bonos verdes y fondos climáticos), y colocar la equidad en el centro del diseño urbano.

En este contexto, la próxima sesión de la Comisión de ESCAP en Bangkok cobra especial relevancia, ya que reunirá a ministros y responsables políticos de alto nivel para debatir estrategias comunes. De estas decisiones dependerá, en buena medida, si las megaciudades de Asia serán capaces de liderar la transición hacia un modelo de desarrollo urbano sostenible, o si se convertirán en epicentros de crisis futuras que amenacen el equilibrio social y ecológico del siglo XXI.


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Por Instituto IDHUS

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