La India Hierve: Cómo la Tecnología Está Redefiniendo la Lucha Contra el Calor Extremo Urbano

Mientras India enfrenta veranos cada vez más abrasadores, el calor extremo se ha convertido en una amenaza silenciosa pero letal para millones de personas, especialmente las más vulnerables. En este contexto, tecnologías como la inteligencia artificial, la teledetección satelital y los sistemas de información geográfica están transformando la manera en que se entiende y combate este fenómeno

Las olas de calor en las ciudades indias son cada año más intensas. Foto: Business Standard

India, una de las naciones más densamente pobladas y urbanizadas del mundo, enfrenta con creciente urgencia los efectos devastadores del cambio climático, entre ellos la intensificación de las olas de calor. En ciudades como Delhi, donde las temperaturas pueden superar los 45 °C durante el verano y donde la sensación térmica —que combina calor y humedad— puede alcanzar los 54 °C, la crisis térmica deja al descubierto una combinación de desigualdades estructurales, planificación urbana deficiente y políticas públicas insuficientes. Ante este panorama, el uso de tecnologías avanzadas como los sistemas de información geográfica (GIS), la teledetección por satélite y la inteligencia artificial está emergiendo como una herramienta crítica para mapear y mitigar la vulnerabilidad térmica a nivel granular, incluso hasta el detalle de viviendas individuales. Esta aproximación tecnológica está siendo impulsada por organizaciones de investigación, ONG y sectores académicos, quienes buscan corregir las limitaciones de los planes de acción contra el calor (HAP) vigentes y ofrecer soluciones más precisas, adaptadas a las realidades locales.

La población más afectada por el calor extremo en India es, sin duda, la que habita en condiciones informales o marginales. Zubaida, una trabajadora informal que recolecta residuos en el barrio marginal de Seemapuri en Delhi, representa a los millones de personas cuya subsistencia depende del trabajo diario al aire libre. Estas personas carecen de protección mínima frente al calor: no tienen acceso a ventiladores, sombra o agua potable, y sus viviendas —muchas veces hechas con materiales precarios como chapas metálicas, plásticos o tejas deterioradas— funcionan como verdaderas trampas térmicas. Este tipo de realidad, ampliamente extendida en ciudades indias, pone en evidencia una injusticia ambiental estructural: quienes menos contribuyen al cambio climático son los más expuestos y vulnerables a sus impactos.

Actualmente, los HAP de India se estructuran como estrategias de preparación, respuesta y recuperación frente a eventos de calor extremo, y son implementados por gobiernos estatales, municipales y distritales. Sin embargo, la mayoría de estos planes carecen de componentes esenciales: no incluyen mapeo detallado de zonas de riesgo, no identifican adecuadamente a las poblaciones vulnerables y no asignan responsabilidades claras a las entidades locales. Un estudio de 2023 reveló que el 95 % de los HAP no incorporan cartografía de riesgo térmico ni indicadores sociales relevantes. Además, muchas veces son documentos no vinculantes, sin peso legal, y dependen de iniciativas ad hoc o de decisiones administrativas tomadas de forma reactiva durante las olas de calor, en lugar de formar parte de una estrategia estructural de resiliencia urbana.

Frente a estas limitaciones, diversas instituciones han comenzado a integrar datos satelitales de alta resolución con censos locales, sensores climáticos urbanos y algoritmos de aprendizaje automático para construir modelos que permitan identificar con precisión qué zonas, edificios o grupos poblacionales enfrentan mayor riesgo térmico. Este enfoque multiescalar y multidimensional considera tres factores fundamentales del riesgo: el peligro (distribución espacial del calor y humedad), la exposición (presencia humana en áreas de alto riesgo) y la vulnerabilidad (condiciones sociales, económicas y de salud que limitan la capacidad de adaptación). Según Radhika Khosla, profesora en la Universidad de Oxford, esta triple intersección es crucial para diseñar intervenciones eficaces, ya que los actuales planes tienden a aplicar soluciones genéricas que ignoran las disparidades internas de las ciudades.

El fenómeno conocido como “isla de calor urbana” —por el cual las zonas urbanas son significativamente más calientes que sus alrededores rurales— es intensificado en ciudades como Delhi, donde la cobertura vegetal ha sido sistemáticamente reducida, la densidad urbana ha crecido de forma descontrolada y los materiales de construcción predominantes retienen el calor. En un estudio de la organización ATREE realizado en el barrio Marappanapalya de Bengaluru, se hallaron diferencias de hasta 9 °C en la temperatura de la superficie terrestre dentro de un área de apenas dos kilómetros cuadrados, dependiendo del uso del suelo y del tipo de edificación. Esta heterogeneidad térmica es la regla y no la excepción en las ciudades indias, y subraya la necesidad de soluciones hiperlocales.

Iniciativas como Sunny Lives, desarrollada por SEEDS y Microsoft, buscan evaluar el calor interior en viviendas mediante modelos de IA entrenados con datos satelitales y levantamientos de campo. Estas herramientas permiten estimar con precisión las condiciones térmicas en el interior de viviendas precarias, lo cual es esencial ya que, aunque las alertas meteorológicas suelen centrarse en la temperatura exterior, el calor dentro de los hogares puede ser incluso más peligroso. Por ejemplo, una temperatura exterior de 40 °C puede traducirse en 45 °C o más dentro de una vivienda con techo metálico, afectando especialmente a niños, ancianos y personas con enfermedades preexistentes. A partir del análisis del tipo de techo, materiales de construcción y ubicación de las viviendas, la IA puede identificar áreas críticas y sugerir intervenciones como refugios térmicos, modificaciones edilicias o rediseño del espacio urbano.

Otro indicador clave que están empezando a utilizar estas iniciativas es la temperatura de bulbo húmedo, una medida que combina calor y humedad para reflejar la capacidad del cuerpo humano de enfriarse mediante el sudor. Cuando la humedad es alta, el sudor se evapora con menor eficiencia, lo que puede provocar un colapso térmico incluso a temperaturas que no parecen extremas. Esta métrica resulta especialmente relevante en regiones como el norte de India, donde la humedad atmosférica se mantiene elevada durante gran parte del año.

La ciudad de Delhi ha dado algunos pasos en la dirección correcta. Su Plan de Acción contra el Calor 2025 incluye mapas de temperatura superficial a nivel de distrito, identificando barrios con alto riesgo térmico y baja capacidad de respuesta. Sin embargo, aún falta avanzar en la aplicación de esos datos a la toma de decisiones urbanas y en la coordinación con las autoridades locales. El uso de imágenes satelitales de mayor resolución y algoritmos de análisis adaptados al entorno urbano podrían mejorar la precisión de los modelos, pero se requiere inversión, formación de personal técnico y voluntad política sostenida para escalar estas herramientas a nivel nacional.

La implementación efectiva de medidas contra el calor no solo requiere tecnología, sino también cambios estructurales en la forma en que se planifican y gobiernan las ciudades. Se necesita un enfoque descentralizado que permita la elaboración de planes específicos a nivel de barrio o distrito, la participación activa de comunidades locales, y la integración del riesgo térmico en políticas más amplias como el urbanismo, la salud pública, la educación y el trabajo. Además, es esencial establecer marcos legales que reconozcan oficialmente a las olas de calor como desastres naturales, de modo que puedan activarse mecanismos de financiación y respuesta rápida bajo la legislación de gestión de desastres del país.

En última instancia, el desafío que enfrenta India no es solo técnico, sino también político y ético. Construir ciudades resilientes al calor implica reconocer que el cambio climático es un multiplicador de desigualdades y que las soluciones deben ser diseñadas con sensibilidad social y justicia ambiental. El umbral de 1,5 °C de aumento de temperatura global —establecido por el Acuerdo de París— está cerca de alcanzarse, y los próximos años serán decisivos para definir si las ciudades indias pueden adaptarse a este nuevo clima o si quedarán atrapadas en una espiral de vulnerabilidad y sufrimiento. La planificación frente al calor no puede seguir siendo una respuesta episódica: debe transformarse en una estrategia estructural de desarrollo urbano sostenible, inclusivo y preparado para el futuro.

Por Instituto IDHUS