La CEDEAO puede evitar la desintegración. He aquí cómo

La CEDEAO puede evitar la desintegración. He aquí cómo

Eric Tevoedjre
Periodista especializado en la integración regional en África, especialmente en la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO).

Un artículo de la BBC del 8 de julio de 2024 tenía este alarmante título: «La CEDEAO corre el riesgo de desintegrarse si las juntas renuncian». Las juntas en cuestión son los regímenes de Mali, Burkina Faso y Níger que llegaron al poder sucesivamente entre agosto de 2020 y julio de 2024.

Los tres países han estado históricamente próximos tanto cultural como económicamente durante varias décadas. Ya en diciembre de 1970, siguiendo una recomendación de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para la gestión conjunta de sus enormes reservas en minería, recursos hídricos y agricultura, decidieron formar una asociación regional denominada Autorité du Liptako-Gourma (Autoridad del Liptako-Gourma). Se trataba de una entidad transnacional que abarcaba 370.000 kilómetros cuadrados, una superficie mayor que la de Japón, Alemania o Finlandia. En noviembre de 2011, el ámbito geográfico y el mandato de la Autoridad se ampliaron para abarcar todo el territorio de los tres Estados, aproximadamente 2 781 200 kilómetros cuadrados.

Tras el golpe de Estado del 26 de julio de 2024 en Níger, las relaciones entre los tres países y la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) se volvieron muy tensas, especialmente cuando la organización regional amenazó con una acción militar si el presidente civil de Níger, Mohammed Bazoum, no era restituido inmediatamente en sus funciones. Siguieron estrictas sanciones económicas, que perjudicaron sobre todo a la población civil, ya que interrumpieron el suministro de energía eléctrica desde la vecina Nigeria y el flujo de medicamentos.

Malí y Burkina Faso acudieron inmediatamente al rescate de Níger y los tres unieron sus fuerzas. Crearon la Alianza de Estados del Sahel (Alliance des États du Sahel, o AES) en septiembre de 2023 y, al agravarse la crisis, anunciaron su intención de retirarse de la CEDEAO con efecto inmediato el 28 de enero.

El repentino anuncio de la decisión colectiva de abandonar el bloque fue recibido inicialmente con incredulidad, seguida de conmoción y, en última instancia, pánico, ya que la Comisión de la CEDEAO se apresuró a dar marcha atrás, levantando las sanciones y enviando emisarios a los Estados secesionistas. El 7 de julio de 2024, en su 65ª sesión ordinaria celebrada en Abuja (Nigeria), el organismo regional designó a los presidentes de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, y de Togo, Faure Gnassingbé, como facilitadores de la CEDEAO en los compromisos de la organización con el AES.

El día anterior, la AES se había convertido oficialmente en la Confederación de Estados del Sahel (Confédération des États du Sahel – CES). Aunque los miembros de la CES juraron que su decisión de abandonar la CEDEAO es definitiva e irrevocable, la puerta sigue abierta. De hecho, el presidente senegalés ya ha visitado dos de los países escindidos, Burkina Faso y Malí, en una misión no oficial de consolidación de la paz.

¿Qué podría aportar la CEDEAO a la mesa de negociaciones para que los países de la CES quisieran reconsiderarlo y entablar nuevas negociaciones? En situaciones aparentemente irresolubles, hacer a la otra parte una oferta atractiva puede ser una estrategia eficaz que prepare el terreno para un escenario en el que todos salgan ganando, al tiempo que se crea buena voluntad y confianza. En su libro de 1994, Negotiating Rationally, Max Bazerman y Margaret Neale abogan por comprender los intereses de la otra parte y hacer ofertas que creen valor para ambas partes.

Las principales quejas del CES contra la organización regional son, en primer lugar, que la CEDEAO no ha apoyado con suficiente vigor a Burkina Faso, Malí y Níger en su lucha contra el terrorismo; en segundo lugar, afirman que la organización está bajo la influencia de potencias extranjeras, especialmente Francia. La última queja es que la CEDEAO ha perdido el rumbo y se ha olvidado del espíritu panafricanista de los primeros años.

Los presidentes Faye y Gnassingbé podrían considerar la posibilidad de hacer al CES tres ofertas en ámbitos de interés común, que aborden también sus principales quejas.

Una propuesta podría consistir en conceder al CES un reconocimiento condicional, a la espera de que se forme un gobierno para la confederación. De este modo perdería relevancia el argumento de que la CEDEAO se está desintegrando lentamente a causa de la creación de la CES. Además, el posible reconocimiento de una entidad abiertamente antifrancesa y anticolonial aumentaría significativamente la credibilidad de la CEDEAO y, por tanto, facilitaría enormemente sus esfuerzos de negociación.

Una segunda oferta podría ser invitar al CES a unirse a los debates en torno a la creación de una moneda para África Occidental, la ECO. Dado que el CES está empezando a estudiar la viabilidad de una nueva moneda, ahora puede ser el momento adecuado para que la CEDEAO intervenga con una oferta constructiva, demostrando que sí quiere ayudar a los países del Sahel a deshacerse de los lazos neocoloniales. La situación de la CEDEAO se menciona en los apartados 11 a 13 del comunicado de prensa de la reunión del 7 de julio en Abuja.

La tercera oferta constructiva aborda las cuestiones de la pobreza, la violencia y el desempleo. Se refiere a un proyecto de la CEDEAO de 2018 para una industria automovilística regional. La inclusión de la CES en una vasta iniciativa industrial de esa naturaleza podría ser un medio de hacer frente al terrorismo mediante la creación de actividades generadoras de ingresos. En términos más generales, la falta de cadenas de valor regionales sostenibles, especialmente en el sector manufacturero, es un grave problema de desarrollo que los mediadores de la CEDEAO podrían convertir en una oportunidad en sus conversaciones con el CES.

En el continente africano, los tres mayores actores de la industria automovilística son Sudáfrica, Marruecos y Egipto. Están muy por delante de África Occidental, donde sólo hay unos pocos fabricantes de automóviles, en su mayoría de Nigeria y Ghana. Dado el tamaño del bloque de la CEDEAO, con una población de 400 millones de habitantes, existe un importante margen de crecimiento, especialmente en la promoción de competencias específicas de la industria, como la fabricación de piezas de recambio, la electricidad y otras competencias técnicas.