Escalando la movilidad urbana: de nodos locales a una red europea integrada

La movilidad urbana en Europa atraviesa una transformación profunda impulsada por la necesidad de reducir emisiones, mejorar la eficiencia del transporte y fomentar ciudades más inclusivas y resilientes. Analizamos cómo proyectos europeos como Move21 y Scale-Up están reconfigurando los sistemas de transporte urbano a través de soluciones integradas, colaborativas y escalables. A partir de casos concretos en ciudades como Roma, Turku, Gotemburgo y Amberes, exploramos los avances en la implementación de centros multimodales, la articulación de políticas públicas y la innovación institucional. Esta visión permite entender cómo las estrategias locales pueden alinearse con los objetivos europeos para construir una red de movilidad sostenible y conectada.

Potenciando la movilidad urbana para la mejora del conjunto de toda la ciudad. Foto: AdobeStock

Los desafíos que plantea la movilidad urbana contemporánea no se limitan a los límites administrativos de una ciudad, ni siquiera a las fronteras nacionales. En el contexto de una Europa cada vez más interconectada, tanto las personas como las mercancías circulan a lo largo de distancias mayores, generando una necesidad creciente de cooperación intergubernamental y planificación estratégica multinivel. Este nuevo paradigma exige que los gobiernos locales, regionales, nacionales y europeos trabajen de forma coordinada para diseñar e implementar sistemas de transporte que sean eficientes, resilientes, accesibles y alineados con los objetivos de sostenibilidad y descarbonización establecidos a nivel supranacional.

Dentro de este marco de transición estructural hacia sistemas de movilidad más sostenibles y cohesionados, surgen proyectos innovadores como Move21 y Scale-Up, financiados por la Unión Europea. Estas iniciativas no solo buscan modernizar infraestructuras y tecnologías, sino que también promueven un replanteamiento sistémico que integra el transporte de pasajeros y mercancías, así como la digitalización, la gobernanza participativa y la innovación institucional. Ambos proyectos operan bajo la premisa de que la transformación del transporte urbano hacia esquemas sin emisiones no puede abordarse como un conjunto de intervenciones aisladas, sino como un proceso integral que requiere la articulación de múltiples actores, sectores y niveles de planificación. En este sentido, Move21 y Scale-Up han servido como laboratorios de experimentación urbana avanzada, implementando soluciones piloto en diversas ciudades europeas con el objetivo de escalar dichas prácticas tanto verticalmente (a través de los distintos niveles de gobernanza) como horizontalmente (entre distintos dominios temáticos como logística, movilidad activa, planificación territorial o tecnología digital).

Move21 ha centrado sus esfuerzos en seis ciudades europeas, implementando un total de quince innovaciones en materia de transporte con el objetivo explícito de lograr una reducción del 30 % de las emisiones vinculadas a la movilidad para 2030. Por su parte, Scale-Up desarrolló y testeó 28 medidas innovadoras en ciudades clave como Turku, Amberes y Madrid, demostrando cómo las soluciones de movilidad urbana pueden adaptarse a distintos contextos locales mediante procesos de escalabilidad y replicabilidad. Ambos proyectos, en lugar de adoptar un enfoque fragmentado, han priorizado la integración de transporte, logística urbana, gobernanza inteligente e innovación tecnológica, subrayando que la colaboración intermunicipal e interinstitucional es esencial para catalizar transformaciones estructurales en el modelo de movilidad europeo.

Uno de los principales instrumentos estratégicos utilizados para articular esta visión son los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), que desde 2013 han sido adoptados de forma creciente por ciudades europeas como marcos de planificación integradora. Estos planes permiten vincular las aspiraciones locales en materia de sostenibilidad, calidad de vida y eficiencia urbana con los objetivos más amplios definidos por la Unión Europea, como los contemplados en la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T). Esta red busca conformar una infraestructura coherente que articule ferrocarriles, carreteras, vías navegables y puertos en todo el continente, y cuya efectividad depende en gran medida de su conexión con las áreas urbanas que sirven como nodos funcionales de intercambio modal. Integrar el desarrollo de centros de movilidad multimodal en el marco de los PMUS se ha vuelto, por tanto, una estrategia clave para garantizar una alineación eficaz entre las acciones locales y los marcos políticos y normativos a escala europea.

La implementación de tales cambios implica necesariamente navegar un entorno complejo de actores, competencias y responsabilidades superpuestas. Las ciudades piloto de los proyectos Move21 y Scale-Up han mostrado que es posible generar soluciones integradas y coherentes, siempre que se fomente la colaboración intersectorial y se adopte una visión sistémica. Estas ciudades han priorizado el diseño de modelos de movilidad resilientes, adaptables a distintos entornos y capaces de superar las limitaciones impuestas por las tradicionales divisiones administrativas. Sus experiencias ponen de manifiesto que la construcción de una movilidad sin emisiones no puede limitarse al ámbito técnico: requiere también una profunda innovación institucional, cultural y organizativa.

En este contexto, los centros de movilidad multimodal emergen como dispositivos urbanos clave. Se trata de infraestructuras que permiten la integración física y funcional de múltiples modos de transporte—como autobuses, trenes, bicicletas, peatones y vehículos compartidos—en un solo nodo accesible. Estos centros están diseñados para facilitar una experiencia de viaje fluida, reducir la dependencia del automóvil privado, optimizar la eficiencia de los desplazamientos y fomentar hábitos de movilidad más sostenibles. Aunque tradicionalmente orientados a pasajeros, algunos de estos centros están comenzando a integrar funciones logísticas como taquillas inteligentes para paquetes, zonas de carga para vehículos eléctricos y servicios de última milla con bicicletas de carga, lo cual constituye una respuesta innovadora a los crecientes desafíos del reparto urbano y el comercio electrónico.

Las aplicaciones concretas de este modelo pueden observarse en ciudades como Roma, donde la estación de metro San Paolo ha sido transformada en un centro multifuncional de movilidad. Localizada en una zona de alta densidad demográfica y dentro de una Zona de Bajas Emisiones (LEZ), esta estación ha incorporado elementos como taquillas para paquetes, cajas seguras para bicicletas y un servicio de bicicletas de carga para residentes y negocios. La iniciativa responde a la necesidad de aliviar la congestión generada por el auge del comercio electrónico y al mismo tiempo fomentar opciones de transporte más limpias y eficientes.

Turku, por su parte, ha transformado su estación de autobuses en un nodo de movilidad mejorado mediante la incorporación de servicios como consigna de equipajes, máquinas expendedoras de accesorios ciclistas y un servicio emergente de mantenimiento de bicicletas que ha sido ampliamente utilizado por la población. Esta estación también ha mejorado su sistema de señalización y ha implementado una red ampliada de puntos Park & Ride, los cuales conectan el transporte público con el automóvil privado en lugares estratégicos, incrementando así la accesibilidad y la cobertura del sistema urbano de movilidad.

Gotemburgo ha desarrollado centros multimodales enfocados en la integración de bicicletas compartidas con el estacionamiento de automóviles, como parte de una estrategia integral para reducir el uso del coche privado. Un ejemplo emblemático es el Hotel de Movilidad en el centro comercial Nordstan, un nodo sin emisiones que combina servicios para personas y mercancías, incluyendo bicicletas y vehículos compartidos, estaciones de intercambio de baterías, centros de entrega de última milla con bicicletas de carga y espacios de coworking. Este centro no solo mejora la movilidad, sino que también revitaliza espacios comerciales infrautilizados, ejemplificando cómo la cooperación público-privada puede generar sinergias urbanas de gran impacto.

La transición desde la planificación a la implementación efectiva sigue siendo uno de los retos más significativos de la movilidad urbana sostenible. Para superarlo, las ciudades necesitan no solo inversiones en infraestructura, sino también en capacidades institucionales, alfabetización digital, desarrollo profesional y plataformas colaborativas. Es fundamental mejorar la integración entre modos de transporte, alinear el transporte con el uso del suelo urbano y asegurar la co-creación de políticas con las comunidades locales. Del mismo modo, se requiere avanzar hacia una contratación pública más innovadora, que combine intervenciones físicas con un diseño inteligente de servicios y experiencias de usuario.

En este sentido, la iniciativa Smart Ways to Antwerp representa un modelo paradigmático de movilidad sostenible centrada en las personas. Lanzada en 2016 como respuesta a obras viales de gran escala, se ha convertido en un pilar del PMUS de Amberes. Su originalidad reside en integrar campañas de cambio de comportamiento, herramientas digitales de planificación de trayectos multimodales en tiempo real, y una estrecha colaboración con empresas locales, especialmente en el área portuaria. Su plataforma digital ofrece rutas personalizadas que consideran el impacto ambiental, el nivel de actividad física e incluso variables en tiempo real como el tráfico o las obras en curso. Con el apoyo de más de 160 empleadores y fondos europeos, esta iniciativa ha alcanzado a más de 74.000 empleados y ha logrado un cambio notable en la distribución modal de los desplazamientos diarios, reduciendo el uso del coche del 49 % al 44 % y aumentando el uso de la bicicleta del 31 % al 42 %.

Finalmente, el legado de proyectos como Move21 y Scale-Up radica no solo en las infraestructuras construidas, sino también en los conocimientos generados, las alianzas consolidadas y los modelos replicables que dejan tras de sí. Los Living Labs desarrollados por Move21 están diseñados para seguir operando más allá de la vida útil del proyecto, sostenidos por redes locales autosuficientes. Las siete ciudades colaboradoras de Scale-Up han demostrado que las soluciones probadas pueden adaptarse a contextos diversos, oscilando entre replicaciones parciales y despliegues a gran escala. Estas experiencias ofrecen a otras ciudades europeas un repertorio valioso de prácticas, herramientas y estrategias para avanzar hacia una movilidad urbana más limpia, integrada y resiliente, reforzando al mismo tiempo la cohesión territorial y la sostenibilidad del continente en su conjunto.

Por Instituto IDHUS

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