El rechazo popular a la presencia de los soldados franceses y a los intereses de Francia, antigua potencia colonial en la región, es cada vez más evidente
La creciente inseguridad en los países del Sahel – más de 70 soldados nigerinos murieron el miércoles en el ataque a un cuartel – se está traduciendo en un rechazo popular cada vez más evidente a la presencia de los soldados franceses y a los intereses de Francia, antigua potencia colonial en la región.
La desconfianza hacia Francia motivó que el presidente Emmanuel Macron convocara una cumbre en Pau para el próximo lunes junto a los jefes de Estado del G5-Sahel (Mauritania, Mali, Níger, Burkina Faso y Chad), pero la Presidencia francesa la acaba de cancelar este jueves por lo sucedido el día anterior en Níger.
El sentimiento antifrancés ha ido cobrando fuerza en los últimos días por las declaraciones de Macron en un encuentro de la OTAN el pasado 4 de diciembre.
«No puedo ni quiero tener soldados franceses en el Sahel mientras continúe la ambigüedad hacia los movimientos antifranceses», advirtió entonces Macron, mientras aseveró que los dirigentes del G5 «nos deben mayor claridad sobre el hecho de que nos piden estar ahí (en el Sahel) y que lo asumen».
Francia está presente con tropas en el Sahel a través de la Operación Barkhane que cuenta 4.500 militares en bases situadas en Mali, Níger y Chad, con el objetivo de luchar contra los grupos yihadistas que operan en la zona y de formar a los ejércitos de estos tres países, más los de Burkina y Mauritania.
Con excepción de Mauritania, en todos los países del G5 las palabras de Macron cayeron como un jarro de agua fría y suscitaron una amplia oleada de indignación por parte de la opinión pública, la sociedad civil, y la clase política, ante el incómodo silencio de la mayoría de sus gobiernos.
Mali, el eslabón más débil
En Mali, país devastado por los casi diarios ataques yihadistas y por los enfrentamientos intercomunitarios, el sentimiento antifrancés está generalizado en todo el país, que según los observadores ha llegado al punto de asimilar toda presencia extranjera (como las fuerzas de la ONU en el país, o los asesores militares europeos) a Francia.
Prácticamente no pasa un día sin que haya manifiestos, programas de radio o diferentes actos en los que se denuncia la presencia de las fuerzas francesas, que hace solo unos años fueron recibidas con los brazos abiertos por haber derrotado a los yihadistas en el noreste del país en 2013.
El partido Alianza Democrática del Pueblo Maliense (ADPM) ha convocado para mañana viernes en las afueras de Bamako una marcha para «denunciar la política de Francia en Mali» que considera es una «amenaza» contra el Ejército maliense y contra el país.
Por su parte, el Movimiento Malienses Sin Más subrayó recientemente en un comunicado que «la presencia desde hace más de seis años de las fuerzas francesas e internacionales en Mali no ha aportado las soluciones esperadas por los pueblos del Sahel y de Mali».
El cantante maliense Salif Keita, uno de los más reputados en el continente africano, fue el que hizo más visible ese sentimiento antifrancés cuando denunció a través de un vídeo a Francia por financiar el yihadismo, y pidió cuentas al presidente de su país por su alianza con la antigua metrópoli.
Níger, se extiende la inestabilidad
En el país vecino de Níger, donde el yihadismo ha pasado de actuar en el sureste a golpear en todo el país, el sentimiento antifrancés se ha potenciado tras las declaraciones de Macron, y la opinión pública cuestiona cada vez más los resultados de la presencia militar francesa en el país.
La asociación Alternativa Espacio Ciudadanos (AEC) convocó para el próximo lunes una marcha y un mitin en Niamey para denunciar «la actitud paternalista» de Macron.
«Francia está aquí por sus propios intereses, no para defendernos. Barkhane está aquí desde 2014, ¿Qué ha cambiado en la situación de seguridad del Sahel? Los ataques terroristas son cada vez más intensos pese a su fuerte presencia en el Sahel», dijo a Efe Hammadou Boulama Tcherno, un responsable de AEC.
Otro activista de la sociedad civil identificado como Maiga Boubacar reclama la retirada de «las fuerzas extranjeras»: «¿Para qué sirven las bases militares occidentales implantadas en nuestro país, cuando individuos en una motos (bastan) para hacerles la vida imposible?», opinó.
El debate sobre la presencia de fuerzas extranjeras en Níger ocupa en los últimos días la escena política nacional, y se cuestiona particularmente «la opacidad» que envuelve su implantación.
«Hay bases militares francesas, estadounidenses y alemanas que se han instalando de forma progresiva en el país sin ninguna base legal», ya que no ha sido la Asamblea Nacional la que ha dado su permiso, sino el propio presidente Issoufou Mahamadou. «Es una violación flagrante de la constitución», denunció a Efe un parlamentario que pidió el anonimato.
Chad: denuncia del neocolonialismo
En cuanto a Chad, la opinión pública del país también está basculando hacia una actitud antifrancesa.
«Deploramos una actitud arrogante y una falta de respeto del jefe de Estado francés hacia los jefes de Estado africanos del G5», dijo a Efe Marie Larlem, coordinadora de la Asociación para la Promoción de las Libertades Fundamentales de Chad (APLFT).
Por su parte, el activista Jacques Ngarassal Saham Jacques, representante de la plataforma Pasamos Página, llamó a los dirigentes africanos a reflexionar sobre sus propias fuerzas para combatir las amenazas terroristas.
«No estamos en la época colonial donde un dirigente europeo se refiere a los dirigentes africanos como si fueran sus administrados», criticó.
Burkina Faso, sentimientos encontrados
Burkina Faso ha sido el único país del Sahel cuyo presidente Marc Christian Kaboré, que ejerce también de presidente del G5, ha reaccionado positivamente ante las palabras de Macron.
«Vamos a responder a esta invitación (en referencia a la cumbre de Pau, este jueves anulada) y vamos a tener la oportunidad de hablar de manera franca sobre las diferentes cuestiones que se plantean hoy en día en nuestra actividad de lucha contra el terrorismo», subrayó Kaboré.
Pero en el país la clase política y la sociedad civil ha empezado a preguntarse sobre la utilidad de la presencia de las fuerzas francesas en el país, especialmente tras las palabras del presidente francés del 4 de diciembre.
Para el exministro burkinabés Nestorine Sangaré, el sentimiento antifrancés se debe al hecho de que no se ha dicho «la verdad» a estos pueblos.
«No se trata de una animosidad gratuita contra Francia. Es una denuncia de las prácticas que no deben tener lugar en el siglo XXI», indicó.