Nabila
En torno a una ponencia sobre «el centro de Malí frente a las tensiones comunitarias y el desafío yihadista» en la 2ª edición del coloquio internacional que reunió durante cuatro días en Bamako el pasado mes de diciembre en torno al tema «El auge del extremismo violento como amenaza para la la cohesión social, los derechos y las libertades», Boubacar Ba, abogado especializado en resolución de conflictos, dio algunas explicaciones interesantes sobre la evolución de la crisis en Malí, donde los grupos aprovechan la ausencia del Estado para instalarse en el centro del país.
En declaraciones a nuestros colegas de Le Sahélien, Ba explicó que «hay una emergencia de nuevos actores formados por grupos armados, rebeldes y milicias de autodefensa. Estos grupos emanan del pueblo. No son extranjeros, vienen de la tierra». Al este del delta central, en la zona conocida como Senomango, es decir, Douentza, Koro y Bankass, hay grupos procedentes de zonas de pastoreo que se han confabulado con grupos terroristas como el MUJAO y el Frente de Liberación de Macina. Utilizan los conflictos locales para hacer reivindicaciones. En ausencia del Estado, de representantes electos y de la administración, controlan los recursos naturales. Hoy se plantea una cuestión de relaciones de poder entre las viejas estructuras tradicionales y estos actores emergentes que también quieren tener voz en la gestión de las relaciones sociales, el poder local y los recursos naturales. Así ocurre al oeste del delta central, en particular en el círculo de Ténenkou, donde se han producido conflictos entre agricultores y pastores. Lo que está en juego es el control de los territorios, los recursos y el poder local».
Añadió que «para establecerse, estos grupos desestabilizan el sistema apoyándose en los conflictos, pero también mostrando a estas poblaciones que ya no tienen puntos de referencia. Debilitan a la sociedad y le dicen a la gente que no tiene ningún recurso y que son los únicos, ya que el Estado no está. Aportan otra identidad que no comprendemos. Esta identidad se basa en la violencia y en las milicias de autodefensa. Conduce a una especie de extremismo violento que lo bloquea todo. Es esta identidad la que está amenazada, esta ausencia de democracia y de Estado de derecho».
Para salir de esta situación, Boubacar Ba defiende que «en primer lugar, tenemos que identificar hacia dónde evolucionan estos grupos. Tenemos que averiguar dónde están y cuáles son sus características. Entre ellos se encuentran los grupos de autodefensa comunitarios y los llamados grupos yihadistas. Vamos a tener que enumerarlos y ver qué vínculos tienen con los actores del norte que influyen en ellos, incluso con actores internacionales. El vínculo entre el grupo Estado Islámico, que empieza a tomar forma en el país, y Aqmi, que está en el norte. Tenemos que identificarlos claramente para ver qué tipo de proceso nos permitirá proseguir las conversaciones con sus representantes. También tenemos que estudiar la posibilidad de extraer a los jóvenes de estos grupos, porque ahí es donde está el peligro. Luego hay que responder con un proyecto comunitario muy fuerte, sensibilizando a los actores sobre el terreno, sensibilizando a nivel nacional a las élites locales, al gobierno y a la sociedad civil, que debe participar activamente en la búsqueda de soluciones».