Burkina Faso certifica la expulsión de las tropas francesas de su territorio

Burkina Faso certifica la expulsión de las tropas francesas de su territorio

El capitán Ibrahim Traoré amortiza la Operación Sabre, pero busca mantener relaciones estables con París en plena campaña de remilitarización del país

PHOTO/Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Burkina Faso via REUTERS  – El jefe del ejército de Burkina Faso, el coronel Adam Nere, recibe una bandera del teniente coronel francés Louis Lecacheur durante una ceremonia de entrega militar para marcar oficialmente el final de las operaciones militares francesas en suelo burkinés, en la base de Kamboinsin, Burkina Faso

ÁLVARO ESCALONILLA
Atalayar

La bandera de Francia ya no ondea en Kamboinsin. Las Fuerzas Armadas de Burkina Faso certificaron el domingo la retirada de las tropas francesas desplegadas en su territorio con una “solemne ceremonia” celebrada en la base de Bila Zegré en esta localidad, situada a las afueras de Uagadugú. El jefe del Estado Mayor del Ejército burkinabé, el coronel Adam Neré, y el teniente coronel francés Louis Lecacheur, al frente de la Operación Sabre, protagonizaron un acto histórico que marcó el final definitivo de la presencia militar de Francia en Burkina Faso más de seis décadas después de su independencia. Una presencia reforzada hace ocho años por el Elíseo para contener el avance de los grupos yihadistas en el Sahel.

Era cuestión de tiempo. A finales de enero, la facción más nacionalista del Ejército burkinés se impuso y convenció al capitán Ibrahim Traoré de adelantar el final de la desgastada Operación Sabre, una decisión que traería consigo la salida de las tropas francesas del país. El Ministerio de Exteriores galo recibió días después una solicitud formal para retirar a los más de 400 soldados desplegados en Kamboinsin. Para entonces, la junta militar ya había anulado el acuerdo que regulaba la presencia de las fuerzas especiales francesas en este campamento, en vigor desde 2018. El Elíseo contaba con un plazo máximo de 30 días para efectuar la retirada completa.

“La mayoría de los soldados [franceses] ya se han ido”, indica una fuente de seguridad burkinesa a la agencia France-Press. El Elíseo era consciente de que, tarde o temprano, los uniformados burkinabés darían el golpe de gracia a Sabre. Tenían todo previsto. Por eso, unas horas después del anuncio de la junta militar, las Fuerzas Armadas francesas comenzaron con las labores de retirada. Aunque quedan todavía militares franceses en Kamboinsin, que deberían abandonar el cuartel militar esta misma semana, las partes no han fijado una fecha concreta por motivos de seguridad. Pero no habría reubicación de tropas en la región, sino que el medio millar de efectivos regresaría a Francia, según el analista Seidik Abba. “Ya hay 1.500 soldados franceses en Níger y [la base costamarfileña de] Abiyán está demasiado lejos del teatro de operaciones del Sahel. De ahí la opción de la repatriación”, explica en la red social Twitter.

La decisión de la nueva junta militar de Burkina Faso viene tras meses de tensiones bilaterales con Francia, la antigua metrópoli. El golpe de Estado de octubre encabezado por el capitán Ibrahim Traoré, un artillero de 34 años procedente de la ciudad de Kaya con experiencia de combate sobre el terreno contra los grupos yihadistas, agrietó las relaciones con París por su acercamiento con Rusia. Traoré arrebató el control al teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, quien apenas nueve meses antes había derrocado a Roch Marc Christian Kaboré, el expresidente elegido en las urnas, ante su incapacidad para articular un plan defensivo ante los grupos yihadistas.

Soldados asisten a una solemne ceremonia con la bandera que marca el fin oficial de las operaciones de la fuerza de tarea francesa en suelo burkinés durante una ceremonia de traspaso militar en la base de Kamboincin, Burkina Faso 18 de febrero de 2023. Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Burkina Faso/Handout via REUTERS

Damiba evitó seguir la senda del general Assimi Goita en el vecino Mali, quien había decidido meses antes cambiar de alianzas en materia de seguridad, expulsando a las tropas francesas y contratando en su lugar a los mercenarios rusos del Grupo Wagner. La mitad del estamento castrense y buena parte de la sociedad civil reclamaba al teniente general que lo hiciera, pero su inmovilismo ante el avance incontenible de los yihadistas propició la asonada de Traoré. El joven capitán no tuvo tantos miramientos como su predecesor y, apenas tres meses después de tomar el mando, dio el paso. Aunque la decisión “no significa el fin de las relaciones diplomáticas con Francia”, matizó en enero el portavoz del Gobierno, Jean-Emmanuel Ouedraogo, en los micrófonos de la emisora nacional RTB.

Traoré insiste en que “no hay ruptura de relaciones diplomáticas con Francia” tras la expulsión de las fuerzas de Sabre. Algo que confirma la secretaria de Estado para el Desarrollo, la Francofonía y las Asociaciones Internacionales del ministro de Europa y Asuntos Exteriores francesa, Chrysoula Zacharopoulou. Sin embargo, el Elíseo retiró en enero a su embajador en Uagadugú, Luc Hallade, a petición de las autoridades burkinesas. Es innegable que las tensiones persisten y que la situación podría empeorar en las próximas semanas en función del rumbo que tome la junta militar de Traoré.

La junta militar burkinesa busca tranquilizar a los grupos mineros ante el palpable deterioro de la situación de seguridad en las inmediaciones de sus yacimientos de oro, especialmente cuando se consume la retirada total de los soldados franceses, recoge el confidencial Africa Intelligence. Ese es el motivo que fuerza a Traoré a guardar las formas y a no hacer saltar por los aires sus relaciones con Francia como hizo en su día Goita y como le exigen prácticamente a diario desde las calles de Uagadugú las decenas de manifestantes que piden acabar con la influencia francesa en el país.

En las protestas contra la antigua metrópoli, a la que acusan de fomentar la amenaza yihadista, confluyen nacionalistas, panafricanistas, rusófilos e incluso wahabíes. “El resentimiento contra París es tan fuerte que agitarlo se ha convertido para estos militares que han asumido el manto de estadistas en una forma de unir a la población en torno a su poder, cuya legitimidad se discute”, señala la analista Morgane Le Cam para Le Monde.

Las sombras de Wagner

Pero el presidente interino de Burkina Faso amaga con contratar los servicios de Wagner en el marco de la nueva estrategia militar para combatir a los grupos terroristas que operan en amplias franjas del país. De hecho, algunos creen que el acuerdo ya está implementado. El presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, denunció en diciembre que los combatientes rusos se encontraban en su frontera norte con Burkina Faso y que las autoridades burkinesas habían cedido “una mina como pago por sus servicios”, una contraprestación habitual que recibe el contratista militar privado del Kremlin por sus servicios en África. La junta militar rechazó de plano las acusaciones y decidió romper sus relaciones con Ghana con la retirada de su embajador en Acra.

“Oímos por todas partes que Wagner está en Uagadugú, incluso pregunté a algunas personas: «Oh, de verdad, ¿dónde están?»”, se preguntó Traoré en una entrevista con medios de comunicación locales. “Nuestros Wagner son nuestros Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP)”, dijo en referencia a los 50.000 civiles reclutados por la junta militar para engrosar las filas del Ejército en el marco de la nueva estrategia antiterrorista. El presidente interino basa su acción militar en el concepto de defensa popular, como hiciera a principios de los 80 el líder revolucionario Thomas Sankara. Los civiles, sin embargo, solo han recibido 14 días de formación y existen muchos riesgos.

Con todo, las sospechas de su asociación con Wagner no son infundadas. Unos días antes de solicitar la retirada de las tropas francesas del país, el primer ministro en funciones de Burkina Faso visitó Moscú para mantener un discreto encuentro con el número dos del Ministerio de Exteriores ruso. Apollinaire Kyélem de Tambèla, un reconocido abogado y polemista burkinabé educado en París, hizo una declaración de intenciones al ser entrevistado en la cadena RT: “Queremos que Rusia sea un aliado en la lucha contra el terrorismo, como todos nuestros socios. Sabemos que Rusia es una gran potencia y si Rusia quiere, puede ayudarnos de verdad en este ámbito”. La ayuda militar de Rusia en el Sahel se canaliza a través de armamento y mercenarios.

El capitán Traoré subrayó que las asociaciones que busca su Gobierno son principalmente de carácter militar. “Si no se nos permite adquirir material militar en tal o cual país, iremos a otros países para adquirirlo, porque no vamos a sentarnos a ver morir a nuestro pueblo”, dijo el presidente interino, que puntualizó que, si un país viene “a colonizarnos, a dominarnos, no estaremos de acuerdo”. Este parece ser el principal reclamo de los manifestantes, que portan banderas nacionales, malienses y rusas, así como carteles con las imágenes del propio Traoré, Goita o Vladímir Putin.

Nueva etapa en el Sahel

La salida de las tropas francesas de Burkina Faso es un nuevo golpe de efecto en la geopolítica de la región. “Las alianzas internacionales que han dictado la respuesta del Sahel al extremismo violento en la última década se están desmoronando”, condensa el analista Mathijs Cazemier en el sitio web Africa Is a Country. La retirada marca, además, el inicio de una nueva etapa en la lucha antiterrorista contra los grupos islamistas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico que operan en la región, que han provocado más de 2 millones de desplazados solo en Burkina Faso. A partir de ahora, serán sus propias fuerzas las que traten de contener la amenaza, aseguró en RTB el ministro de Comunicación, Rimtalba Ouedraogo.

Para diario burkinabé Le Pays, Uagadugú tendrá ahora “la oportunidad de asumir plenamente sus responsabilidades”. “Una cosa es cierta, es otra bofetada en la cara de Francia, cuya política paternalista, hegemónica y ambivalente ha terminado por anclar en la opinión pública burkinesa que los objetivos de su presencia militar en la patria de los hombres íntegros siempre han sido poco claros y nunca han estado en consonancia con los intereses del país”, añade el periódico sobre la Operación Sabre. La sociedad civil denuncia la escasa implicación militar de Francia, aunque, según los términos del acuerdo de 2018, las tropas establecidas en Kamboinsin solo podían intervenir en caso de que así lo requirieran las autoridades locales. Y no está del todo claro cuándo se las ha reclamado en el campo de batalla.

Manifestantes sostienen pancartas durante una protesta de apoyo al presidente de Burkina Faso, el capitán Ibrahim Traore, y para exigir la salida del embajador y las fuerzas militares de Francia, en Uagadugú, el 20 de enero de 2023. (Foto de OLYMPIA DE MAISMONT / AFP)

Traoré se ha comprometido a celebrar elecciones en julio de 2024, un expediente que preocupa y mucho en el seno de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que ha decidido mantener sus sanciones contra Uagadugú por la permanencia del régimen militar. Pero la promesa principal del joven capitán ha sido recuperar el territorio en manos de los grupos yihadistas. A diferencia de Damiba, Traoré ha descartado cualquier negociación con los insurgentes: “Están atacando a civiles desarmados, que están tranquilamente sentados en sus casas, o de viaje (…) son detenidos y asesinados. ¿Cómo se puede negociar con gente que hace eso? Burkina es un país soberano, un país laico y estos valores no son negociables”.

“La guerra no ha empezado”, aseguró Traoré en la que fue su primera entrevista desde que tomara el poder.