La relación entre Azerbaiyán y China ha evolucionado en las últimas décadas hacia una alianza estratégica con profundas implicaciones geoeconómicas y geopolíticas. Más allá de los vínculos diplomáticos tradicionales, ambos países han tejido una red de cooperación en sectores clave como la energía, el comercio, la infraestructura y la conectividad regional. En un contexto global marcado por la reconfiguración de rutas estratégicas y la transición energética, esta asociación adquiere una relevancia creciente.

Las relaciones bilaterales entre la República de Azerbaiyán y la República Popular China se han transformado, desde los primeros años de independencia de Azerbaiyán, en una asociación estratégica multifacética que refleja intereses convergentes en diversas áreas críticas como la soberanía nacional, la seguridad regional, el desarrollo sostenible, la conectividad intercontinental y la transición energética. Desde que China reconociera oficialmente la independencia de Azerbaiyán el 27 de diciembre de 1991, y que ambas naciones establecieran relaciones diplomáticas formales el 2 de abril de 1992, se ha construido un vínculo político sólido basado en el respeto mutuo, la no injerencia en asuntos internos y el apoyo recíproco en foros internacionales. Un elemento crucial de esta relación ha sido el compromiso de ambos países con la defensa de la integridad territorial del otro, lo que ha llevado a Azerbaiyán a apoyar explícitamente la posición de China sobre Taiwán, mientras que China respalda la agenda de paz de Azerbaiyán en su propio contexto regional, particularmente en relación con el conflicto del Nagorno Karabaj y sus consecuencias.
La arquitectura institucional de esta relación se consolidó con la histórica visita a China del presidente Heydar Aliyev en 1994, un acto diplomático que sentó las bases de una política exterior azerbaiyana orientada a diversificar sus alianzas estratégicas más allá del espacio postsoviético. Esta orientación ha sido continuada y fortalecida por su sucesor, el actual presidente Ilham Aliyev, quien ha realizado visitas oficiales a China en 2005, 2015 y más recientemente en abril de 2025. La última de estas visitas ha representado un punto de inflexión cualitativo, marcando la transición de una cooperación bilateral tradicional hacia una asociación estratégica integral con un alcance regional y global. Durante su encuentro con el presidente Xi Jinping en Pekín el 23 de abril de 2025, se firmaron 20 documentos de cooperación de alto impacto que abordan desde la economía digital hasta el desarrollo sostenible, pasando por la cooperación jurídica, la propiedad intelectual, el espacio aéreo y la exención recíproca de visados para titulares de pasaportes ordinarios, lo que representa una clara intención de fomentar los intercambios interpersonales y el turismo bilateral.
Uno de los pilares fundamentales de esta alianza es la participación activa de Azerbaiyán en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), propuesta por China en 2013 como una ambiciosa estrategia de conectividad global. En este marco, Azerbaiyán se ha convertido en una pieza clave del denominado Corredor Medio (Middle Corridor), una ruta logística que conecta China con Europa a través de Asia Central, el mar Caspio, el Cáucaso Sur y Turquía. Esta ruta ofrece una alternativa estratégica al Corredor Norte que atraviesa Rusia y al Corredor Sur que pasa por Irán, ambos sujetos a riesgos geopolíticos y sanciones internacionales. La importancia creciente del Corredor Medio se ha visto reflejada en el impresionante aumento del volumen de carga transportada: en 2024, más de 27.000 contenedores circularon por esta ruta, lo que representa un crecimiento de 25 veces respecto al año anterior. Azerbaiyán, gracias a sus inversiones en infraestructuras ferroviarias, portuarias y aduaneras, se ha posicionado como un nodo logístico de primer orden, capaz de gestionar más de 1.000 trenes en bloque al año, lo que fortalece su rol como puente intercontinental entre Asia y Europa.
Este proceso de integración logística se ha visto acompañado por la institucionalización de mecanismos de cooperación regional. La creación de la Asociación Internacional de la Ruta de Transporte Euroasiática y de empresas conjuntas como Middle Corridor Multimodal Ltd. y BTKI Railways LLC —en alianza con Georgia y Kazajistán— muestra una voluntad clara de los países implicados de consolidar un ecosistema logístico transregional eficiente y competitivo. En términos geoeconómicos, esta estrategia se enmarca dentro de una reconfiguración del orden comercial euroasiático, donde actores intermedios como Azerbaiyán buscan ganar protagonismo mediante el control de rutas de tránsito clave, diversificando así su economía y reduciendo su dependencia del sector energético.
No obstante, el componente energético sigue siendo central en la cooperación bilateral. Azerbaiyán, consciente de la necesidad de adaptarse a la transición energética global y de cumplir con los objetivos de descarbonización, ha lanzado una ambiciosa estrategia nacional de desarrollo sostenible. En este contexto, China —líder mundial en generación de energía renovable, responsable de casi el 64% de la nueva capacidad global instalada en 2024— se ha convertido en un socio estratégico insustituible. Durante la preparación de la COP29, Azerbaiyán firmó memorandos de entendimiento con empresas chinas como PowerChina Resources Limited y TBEA Co. Ltd. para la ejecución de grandes proyectos de energía renovable: plantas solares fotovoltaicas, parques eólicos, sistemas de almacenamiento de energía mediante baterías (BESS) y almacenamiento hidroeléctrico por bombeo (PHS). Estas iniciativas incluyen no solo la construcción de infraestructura, sino también programas de transferencia tecnológica y capacitación de talento local, lo que permite a Azerbaiyán sentar las bases de un ecosistema energético verde y competitivo.
Además, el gigante energético China Energy Engineering Corporation Limited, conocido como Energy China, está desarrollando un megaproyecto de energía eólica marina de 1 gigavatio en el mar Caspio, y participa en iniciativas solares en la región liberada de Fuzuli. En paralelo, el fabricante chino de vehículos eléctricos BYD ha firmado un acuerdo para establecer una planta de producción de autobuses eléctricos en el Parque Industrial Químico de Sumgayit, con una capacidad estimada de 200 unidades al año hasta 2028. Esta inversión industrial tiene una dimensión estratégica: refuerza la capacidad productiva de Azerbaiyán, introduce nuevas tecnologías y contribuye a la movilidad sostenible en el país. Para la COP29, BYD ha suministrado 160 autobuses eléctricos adaptados especialmente a las condiciones urbanas de Azerbaiyán.
A nivel macro, la intensificación de las relaciones entre Azerbaiyán y China debe analizarse dentro de un entorno geopolítico cambiante, caracterizado por la fragmentación de los bloques tradicionales, la polarización en torno a las potencias hegemónicas y la emergencia de alianzas flexibles entre potencias regionales y actores intermedios. En este sentido, la aproximación entre Bakú y Pekín no es meramente bilateral, sino que se enmarca en una lógica multipolar donde ambos países buscan reducir su dependencia de Occidente y ganar autonomía estratégica. Para China, Azerbaiyán representa una puerta de entrada confiable al espacio euroasiático, dotado de estabilidad política, infraestructura moderna y una ubicación geoestratégica inmejorable. Para Azerbaiyán, China ofrece inversión, tecnología, respaldo diplomático y acceso a uno de los mercados más grandes del planeta, sin las condiciones políticas que suelen imponer otras potencias.
En resumen, la profundización de las relaciones entre Azerbaiyán y China constituye un ejemplo paradigmático de cómo las alianzas interregionales están redibujando el mapa de poder global. Este eje emergente tiene el potencial de reforzar la conectividad euroasiática, dinamizar los intercambios comerciales entre Oriente y Occidente, impulsar la transición energética en el espacio post-soviético y ofrecer un modelo alternativo de desarrollo basado en el respeto mutuo y la cooperación pragmática. En un mundo en transformación, la asociación entre Azerbaiyán y China no solo responde a intereses inmediatos, sino que anticipa las dinámicas de una nueva era geoeconómica, donde la infraestructura, la energía verde y la integración regional son las claves del poder y la prosperidad compartida.