Los mauritanos elegirán el sábado a su próximo presidente. El presidente saliente, Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani, es el favorito para seguir al frente de este vasto país desértico, que a diferencia de sus vecinos sahelianos ha logrado contener la expansión del yihadismo.
Unos 1,94 millones de electores están llamados a elegir entre siete candidatos, todos hombres, al que dirigirá durante cinco años Mauritania, un raro polo de estabilidad en África Occidental y futuro productor de gas. «Estas elecciones son un punto de inflexión en la historia política de Mauritania», declaró a la AFP Abdellahi Ewah, profesor de la Universidad de Nuakchot, que se presenta como partidario del Presidente. Permitirá»arraigar la estabilidad», afirma.
Mauritania no ha visto un atentado en su suelo desde 2011, mientras que abundan en la vecina Mali y en el Sahel. Mientras los militares de Mali, Burkina Faso y Níger no dan señales de estar dispuestos a devolver el poder que han tomado por la fuerza desde 2020, Mauritania prolonga con las elecciones el movimiento que le vio organizar en 2019 su primera transición entre dos presidentes electos desde su independencia de Francia.
El país se ha convertido además en «muy importante para la seguridad energética de Europa porque se va a convertir en productor de gas y es muy prometedor en términos de hidrógeno verde, una energía llamada a sustituir a los combustibles fósiles», destaca Abdellahi Ewah.
Tras un primer mandato marcado por Covid-19 y las consecuencias de la guerra en Ucrania, Ghazouani ha hecho de la lucha contra la pobreza y el apoyo a los jóvenes sus prioridades. Más del 70% de la población tiene menos de 35 años, y cada vez se ven más tentados por las sirenas de Europa y Estados Unidos.
La efigie del Presidente, tachada con el lema «la elección segura», puede verse por todas partes en la capital y en las provincias. Las tiendas de campaña del centro de Nuakchot, donde los activistas se reúnen para bailar, cantar y charlar, están levantadas casi exclusivamente en su honor. «Apoyo al Presidente para un segundo mandato. Tenemos paz. El pueblo está en paz. Tiene un vasto programa de ayuda social. Esmi candidato», dice Yacob Abeid Allah, de 34 años.
¿Una o dos vueltas?
En cambio, bajo una de las pocas carpas que cobijan a los partidarios de Hamadi Ould Sidi Elmotar, candidato del partido islámico Tawassoul, primera fuerza de la oposición en el Parlamento, llueven las críticas. «Este país está sin aliento. El sistema educativo y sanitario, la corrupción, la confiscación del poder por un pequeño grupo de hombres… Todo está paralizado. Necesitamos un cambio radical para el renacimiento de este país», confiesa Ahmed Zeine, uno de sus activistas.
En uno de los mercados populares de la capital, Idoumou M’Bareck, vendedor de zapatos de 37 años, tiene la misma sed de cambio, pero votará al activista de derechos humanos Biram Dah Abeid, segundo en las dos últimas elecciones presidenciales. No cree en la realidad de la democracia. «Siempre son los militares quienes dictan nuestro futuro. Todo se hace para que gane el candidato del régimen», afirma indignado. Ghazouani es militar de carrera.
Los observadores consideran posible que Ghazouani gane en la primera vuelta, dadas las divisiones en la oposición y la desproporción de recursos a favor del titular. La oposición ha denunciado unas «elecciones unilaterales » y ha acusado a la Comisión Electoral Nacional Independiente (Ceni) de «no hacer nada para garantizar su buen desarrollo».
La oposición pidió la verificación biométrica de los nombres de los votantes durante la votación, una exigencia que la Ceni consideró «imposible » de cumplir en el plazo previsto y que sería «muy costosa económicamente». La oposición ya impugnó enérgicamente las elecciones legislativas de hace un año. Pocos observadores internacionales viajaron a Mauritania. La Unión Africana envió 27 observadores a corto plazo. La Unión Europea no desplegó ninguna misión, pero envió a tres expertos electorales.
El gobierno mauritano creó un Observatorio Nacional para supervisar las elecciones, que la oposición denunció como un instrumento para manipular el escrutinio. Una coalición de militantes de la sociedad civil ha anunciado la creación de un observatorio independiente, pero uno de sus dirigentes contactado por la AFP, el sindicalista Mohamed Ould Nahah, acusó a la Ceni de «bloquearlo».