En un contexto global marcado por la transformación digital y la urbanización acelerada, Omán propone un modelo singular de ciudades inteligentes que armoniza tecnología, sostenibilidad y legado cultural. Analizamos cómo el Sultanato integra su rica herencia arquitectónica y social en el diseño urbano contemporáneo, priorizando la identidad nacional y el bienestar comunitario. Esta visión estratégica plantea un enfoque alternativo al desarrollo urbano, donde la innovación no reemplaza la tradición, sino que la potencia

En el contexto de una era global marcada por la digitalización, la automatización y el desarrollo urbano intensivo, el Sultanato de Omán se presenta como un caso singular en el mundo árabe por su enfoque integrador en el diseño y la implementación de ciudades inteligentes. Más allá de la mera adopción de tecnologías avanzadas o de la reproducción de modelos globales de urbanización, Omán persigue un objetivo más profundo: construir un futuro urbano que preserve y revitalice su patrimonio cultural, revalorice su identidad nacional y, al mismo tiempo, satisfaga las exigencias de un entorno económico, social y medioambiental en rápida evolución. Esta búsqueda por una síntesis entre herencia y modernidad encuentra su expresión más evidente en iniciativas como la Visión Omán 2040 y en proyectos urbanísticos como la Ciudad Sultán Haitham, concebidos como referentes de una nueva filosofía de planificación urbana centrada en el ser humano, la sostenibilidad y la memoria colectiva.
La noción de ciudad inteligente en el caso omaní no puede entenderse exclusivamente desde la lógica de la infraestructura digital o de la eficiencia tecnológica. Se trata de un concepto holístico que integra las dimensiones culturales, históricas, climáticas y sociales del territorio. En este sentido, el discurso gubernamental y técnico, como lo ejemplifican las declaraciones del arquitecto Hassan bin Ali Al Shukri, del Ministerio de Vivienda y Planificación Urbana, destaca que las ciudades inteligentes en Omán son “herramientas para revitalizar la identidad” y no meros espacios funcionales diseñados por y para la tecnología. Este enfoque se distancia de visiones más tecnocráticas del urbanismo inteligente, como las promovidas por países altamente industrializados, donde la ciudad se concibe como un sistema operativo digitalizado orientado a la optimización de recursos y flujos, muchas veces a costa de la identidad cultural o del tejido social.
Una de las claves del modelo omaní radica en la reinterpretación contemporánea de la arquitectura vernácula. Las estructuras tradicionales omaníes —como las casas de adobe, las torres de viento, los patios interiores y los mashrabiyas— no sólo tienen valor patrimonial, sino que ofrecen soluciones prácticas para los desafíos actuales del urbanismo sostenible en climas áridos. Estos elementos arquitectónicos, concebidos históricamente con un profundo conocimiento del medioambiente, son integrados hoy con tecnologías modernas como sensores inteligentes, sistemas de control de temperatura, redes de energía distribuida y gestión automatizada del agua. Así, las ciudades inteligentes de Omán no parten de una “tabula rasa” urbanística, sino que emergen como renovaciones críticas del legado histórico, adaptado a nuevas necesidades sin sacrificar la continuidad cultural.
El modelo urbano omaní reconoce en su patrimonio tangible e intangible un recurso estratégico. El sistema de aflaj, una red tradicional de irrigación reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, se presenta como un ejemplo notable de gestión hídrica eficiente y sostenible que puede ser integrado en sistemas de ciudades inteligentes. Asimismo, la organización tradicional de los espacios urbanos —con callejuelas estrechas, zonas sombreadas y usos mixtos del suelo— no sólo responde a condiciones climáticas extremas, sino que también fomenta la interacción social, la cohesión comunitaria y un uso racional del espacio. Este conocimiento milenario, transmitido intergeneracionalmente, es hoy revalorizado por arquitectos, urbanistas e ingenieros que lo consideran una fuente de inspiración para la innovación contextual.
En el plano conceptual, Omán apuesta por una ciudad inteligente donde la tecnología sea un medio y no un fin. Esta perspectiva es compartida por investigadores como el Dr. Haitham Najim Al Abri, experto en arquitectura omaní y urbanismo, quien sostiene que las ciudades inteligentes deben ser una extensión del ingenio ancestral, enriquecidas por la tecnología pero no colonizadas por ella. Para Al Abri, la verdadera modernidad radica en la capacidad de un pueblo para construir su futuro sin olvidar sus raíces. Desde esta óptica, la nueva generación de profesionales omaníes tiene la responsabilidad histórica de ser custodios y transformadores de un legado cultural que ha demostrado, a lo largo de los siglos, su capacidad de adaptación y resiliencia frente a entornos geográficos y socioeconómicos complejos.
Sin embargo, la implementación de ciudades inteligentes con identidad propia no está exenta de desafíos. Entre los principales obstáculos señalados por expertos se encuentran la estandarización acrítica de modelos urbanísticos foráneos, la insuficiente digitalización del patrimonio arquitectónico, la escasez de profesionales locales capacitados en tecnologías inteligentes con sensibilidad patrimonial, y las tensiones entre innovación tecnológica y valores sociales tradicionales. A estos se suman los altos costos económicos y la presión por competir en un mercado global que a menudo privilegia la inmediatez y la eficiencia sobre la autenticidad. Para superar estas dificultades, se han propuesto estrategias que incluyen la localización de la innovación, la legislación para proteger la identidad arquitectónica, la digitalización masiva del acervo patrimonial, la formación interdisciplinaria de técnicos y diseñadores, y la creación de alianzas público-privadas que articulen desarrollo económico e integridad cultural.
En términos prácticos, el caso de la Ciudad Sultán Haitham ilustra cómo estos principios pueden ser aplicados a gran escala. Este desarrollo urbano se concibe no solo como un proyecto de expansión habitacional, sino como un laboratorio vivo de diseño urbano identitario. La planificación del espacio respeta los principios de privacidad familiar, incorpora áreas comunitarias tradicionales como las majlis y las mezquitas, y favorece la movilidad peatonal mediante corredores verdes y vías ciclistas inteligentes. La estética urbana se nutre tanto del repertorio ornamental histórico —arcos, relieves, motivos geométricos— como de tecnologías modernas —iluminación inteligente, domótica residencial, gestión energética integrada—, creando así una experiencia urbana que permite a los ciudadanos vivir la modernidad sin renunciar a su sentido de pertenencia.
La arquitectura, en este sentido, se convierte en un lenguaje simbólico que comunica continuidad cultural y apertura al futuro. Lejos de ser una mera decoración superficial, la identidad visual de las ciudades inteligentes omaníes expresa valores sociales profundos, como la hospitalidad, la espiritualidad, el respeto por la naturaleza y la centralidad de la comunidad. Esta dimensión simbólica cobra especial relevancia en un contexto regional donde muchas ciudades inteligentes han sido criticadas por su anonimato estético, su fragmentación social o su dependencia excesiva de modelos exógenos.
En suma, el paradigma de ciudad inteligente que promueve Omán representa una alternativa valiosa dentro del debate global sobre el futuro del urbanismo. Se trata de una propuesta que no concibe la tecnología como una fuerza neutral, sino como una herramienta que debe ser contextualizada culturalmente, gobernada éticamente y utilizada estratégicamente para el bienestar colectivo. El proyecto omaní demuestra que es posible construir ciudades inteligentes sin sacrificar la memoria histórica, y que la innovación auténtica no reside únicamente en la adopción de lo nuevo, sino también en la revalorización crítica de lo propio. Así, Omán no sólo imagina ciudades para el futuro, sino que las construye desde la sabiduría del pasado.