El Sur Global y las Instituciones Financieras Multilaterales: ¿Dónde se Sitúan los BRICS y Hacia Dónde Evoluciona?

Analizamos el papel de BRICS en la transformación del sistema financiero internacional, destacando su origen como respuesta a la hegemonía de las instituciones occidentales y su evolución hacia una plataforma de cooperación del Sur Global. Se examinan sus mecanismos financieros, procesos de expansión y tensiones internas, así como su potencial para incidir en la gobernanza económica global. Finalmente, se reflexiona sobre su impacto futuro en la sociedad y el orden mundial emergente.

Banderas de los países fundadores del grupo BRICS – (c) Getty Images

La arquitectura del sistema financiero internacional, establecida tras la Segunda Guerra Mundial, ha sido históricamente dominada por instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, surgidas de los acuerdos de Bretton Woods bajo el liderazgo de potencias occidentales. Estas entidades, que han desempeñado un papel central en la financiación del desarrollo y en la estabilización de las economías globales, han sido objeto de duras críticas por parte de los países en desarrollo debido a su estructura de gobernanza desigual y a la imposición de políticas de ajuste estructural que, en muchos casos, profundizaron las vulnerabilidades económicas y sociales de los Estados receptores. En este contexto, el bloque BRICS—formado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica—emerge como una coalición de contrapeso que busca redefinir las reglas del juego global, fortalecer la cooperación Sur-Sur y ofrecer alternativas concretas al actual orden financiero internacional.

Génesis y Consolidación de BRICS como Alternativa Geoestratégica

El acrónimo BRIC fue acuñado por el economista Jim O’Neill en 2001 para referirse a un conjunto de economías emergentes con rápido crecimiento y creciente influencia en el comercio y las finanzas internacionales. La inclusión de Sudáfrica en 2010 consolidó al grupo como BRICS, no solo como una agrupación económica, sino como un actor político y estratégico con ambiciones de reforma global. Desde su primera cumbre en 2009, el grupo ha abogado por la transformación de las instituciones financieras internacionales, buscando reflejar el peso real de las economías emergentes en el sistema multilateral.

BRICS ha sabido adaptarse a las nuevas realidades geoeconómicas globales. Tras la crisis financiera de 2008, su discurso se centró en la reforma del FMI y del Banco Mundial, reclamando una mayor representatividad y voz para los países del Sur Global. En 2014, en la cumbre de Fortaleza (Brasil), BRICS dio un paso decisivo con la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) y del Acuerdo de Reservas Contingentes (CRA), concebidos como mecanismos de financiamiento alternativos que promuevan la autonomía económica de sus miembros y socios estratégicos.

La Respuesta Financiera de BRICS: NDB y CRA

El NDB, dotado inicialmente con un capital autorizado de 100 mil millones de dólares, fue concebido para financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible, con especial énfasis en la agilidad, el uso de monedas locales y la adaptación a las realidades nacionales. No obstante, a pesar de sus intenciones diferenciadoras, el banco ha sido criticado por la escasa proporción de préstamos en moneda local, su limitada capacidad operativa en comparación con el Banco Mundial y su enfoque regulador dependiente de sistemas nacionales, lo que ha generado desafíos en materia de supervisión e implementación.

El CRA, por su parte, también con un fondo de 100 mil millones de dólares, busca ofrecer una red de seguridad financiera ante crisis de balanza de pagos, evitando la dependencia del FMI. Este instrumento no impone condicionalidades estructurales, lo que representa un cambio significativo en la forma de abordar emergencias económicas. Sin embargo, su activación práctica y alcance real aún están por consolidarse, especialmente en un contexto global volátil.

Expansión y Desafíos Geopolíticos del Bloque

Una de las principales transformaciones de BRICS en los últimos años ha sido su proceso de expansión. En la Cumbre de Johannesburgo de 2023, el grupo invitó a seis nuevos países: Argentina (cuya actual administración bajo Javier Milei ha declinado participar en el grupo), Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Con esta ampliación, BRICS refuerza su diversidad geopolítica y geoeconómica, incorporando países estratégicos en términos de energía, recursos naturales y conectividad intercontinental. La incorporación de estos miembros, sin embargo, introduce nuevas complejidades, como diferencias ideológicas, prioridades nacionales divergentes y desafíos operativos en la toma de decisiones consensuadas.

Además, las tensiones internas, como la rivalidad entre India y China o la situación internacional de Rusia tras la invasión de Ucrania, generan incertidumbre sobre la cohesión y eficacia del bloque. Estas fricciones tienden a debilitar su capacidad para formular posiciones comunes en temas estratégicos, especialmente cuando se superponen intereses nacionales contradictorios con los objetivos colectivos.

Asimismo, algunas decisiones como el establecimiento de la sede del NDB en Shanghái y el impulso de China para internacionalizar el yuan como alternativa al dólar han generado suspicacias entre otros miembros, que temen una posible hegemonía de Beijing dentro del grupo.

Balance y Perspectivas: ¿Hacia una Nueva Institucionalidad Financiera Global?

A pesar de sus limitaciones, BRICS sigue siendo una plataforma importante para repensar la gobernanza financiera global. Su valor radica no solo en la magnitud económica de sus miembros—representan aproximadamente el 40% de la producción petrolera mundial, un cuarto del PIB global y cerca del 42% de la población mundial—sino en su capacidad para atraer a otros países emergentes interesados en construir una voz colectiva frente a los modelos hegemónicos.

La voluntad del bloque de expandirse y adaptarse sin imponer criterios estrictos de adhesión ha generado un efecto de atracción, como lo evidencia el interés formal de más de 30 países (entre ellos Indonesia, Bangladesh, Tailandia y Senegal) en unirse al grupo. Esta flexibilidad y enfoque descentralizado contrastan con estructuras como el G7 o el G20, donde la rigidez institucional limita la representación equitativa de las naciones en desarrollo.

El NDB ha logrado avances importantes como la obtención de calificaciones crediticias internacionales, la emisión de bonos en renminbi (RMB) y el financiamiento de proyectos en energías renovables, transporte e infraestructura digital. Su estrategia 2022–2026 prioriza el alineamiento con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París, lo que evidencia una progresiva diversificación del mandato más allá de lo financiero.

Impacto en la Sociedad y Proyección a Futuro

La evolución de BRICS tiene implicaciones profundas para el orden mundial en transformación. Si bien no busca reemplazar directamente a las instituciones existentes, su existencia introduce un contrapeso sistémico que puede reequilibrar el poder global, impulsar una reforma de las instituciones tradicionales y ofrecer a los países en desarrollo herramientas más adaptadas a sus necesidades.

A medida que el sistema financiero internacional enfrenta nuevas disrupciones—incluyendo la desdolarización, la digitalización de las monedas, la transición energética y las amenazas climáticas—el papel de los BRICS podría expandirse hacia una agenda más amplia de gobernanza global. En un escenario multipolar, la posibilidad de establecer consensos en áreas no tradicionales, como el desarrollo sostenible, la innovación tecnológica, la seguridad alimentaria o el turismo, convierte a BRICS en un actor con potencial transformador.

Sin embargo, el éxito de esta evolución dependerá de la capacidad del bloque para institucionalizarse sin perder flexibilidad, para gestionar sus contradicciones internas, y para articular una narrativa convincente que trascienda la retórica simbólica y se traduzca en soluciones tangibles para los desafíos del Sur Global.

En suma, BRICS representa un experimento geopolítico y financiero en curso. Aunque enfrenta importantes desafíos estructurales, su consolidación como coalición económica y su expansión como plataforma de cooperación Sur-Sur podrían configurar una nueva fase en la historia de la gobernanza económica global. En un mundo cada vez más interconectado, desigual y multipolar, el fortalecimiento de mecanismos como BRICS será determinante para establecer un sistema más inclusivo, justo y resiliente frente a las crisis venideras.


 

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Por Instituto IDHUS

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