El auge del imperio digital: la inteligencia artificial soberana y su redefinición de la geopolítica

La inteligencia artificial soberana se está consolidando como un eje central en la reconfiguración del orden mundial, transformando las dinámicas geopolíticas, económicas y sociales. Grandes potencias como Estados Unidos, China y la Unión Europea compiten por el liderazgo en su desarrollo, conscientes de su impacto estratégico. Analizamos el papel de la IA en la carrera global por la supremacía tecnológica, sus implicaciones éticas, laborales y de gobernanza, así como las oportunidades y desafíos que plantea para regiones emergentes como África

 

La inteligencia artificial (IA) ha emergido como una fuerza transformadora que está redefiniendo las dinámicas de poder global, los marcos económicos y las consideraciones de seguridad internacional. Su avance acelerado ofrece oportunidades sin precedentes, pero también plantea desafíos significativos en términos de gobernanza, estándares éticos y su aplicación en contextos tanto civiles como militares. Este fenómeno ha desencadenado una competencia feroz entre naciones y regiones que buscan liderar en el desarrollo y la implementación de la IA, conscientes de su potencial para alterar el equilibrio de poder mundial.

La competencia por el dominio en IA se ha intensificado notablemente en los últimos años, con Estados Unidos y China a la vanguardia de esta carrera tecnológica. En 2017, el presidente ruso Vladimir Putin afirmó que “la inteligencia artificial es el futuro no solo de Rusia, sino de toda la humanidad”. En 2022, el presidente chino Xi Jinping enfatizó la necesidad de dominar tecnológicamente los núcleos estratégicos nacionales. En 2023, Joe Biden advirtió que los próximos 10 años traerán más transformaciones tecnológicas que los 50 anteriores, impulsadas principalmente por la IA. Estas declaraciones reflejan el carácter geoestratégico que la IA ha adquirido en la agenda de las grandes potencias.

Según el informe de 2025 del Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano de la Universidad de Stanford, aunque Estados Unidos mantiene una ligera ventaja en modelos de IA de vanguardia, China está cerrando rápidamente la brecha, liderando en publicaciones académicas y solicitudes de patentes. Este avance se ejemplifica en el modelo DeepSeek R1, que compite directamente con innovaciones como ChatGPT, pero con menor coste computacional. El lanzamiento de DeepSeek provocó una caída del 17% en las acciones de Nvidia, lo que sugiere que alternativas más eficientes podrían alterar las estructuras del mercado y la supremacía tecnológica estadounidense.

21 de enero de 2025, Washington DC. El presidente Donald Trump recibe en la Casa Blanca a empresarios clave en IA: Oracle – Larry Ellison – Softbank – y OpenAI – Sam Altman / Associated Press/LaPresse

Rusia, a pesar de limitaciones técnicas y sanciones, aspira a posicionarse en el terreno discursivo y ético. Su modelo GigaChat MAX no iguala a los líderes mundiales, pero la federación rusa apuesta por una estrategia combinada de IA, ciberseguridad y capacidades espaciales para recuperar influencia geopolítica. En paralelo, la Unión Europea ha optado por consolidar su soberanía tecnológica a través de la regulación. Con la aprobación de la Ley de IA en 2024, la UE impulsa un enfoque centrado en el ser humano y basado en el Estado de derecho. Además, el bloque invierte más de 1.300 millones de euros hasta 2027 para desarrollar tecnologías emergentes en defensa y soberanía digital.

El auge de la IA también está reconfigurando las estructuras económicas globales. La automatización basada en IA tiene el potencial de desplazar entre el 20% y el 40% de las tareas laborales actuales, afectando incluso a ocupaciones de ingresos medios y altos. A diferencia de revoluciones tecnológicas anteriores centradas en el trabajo físico, esta nueva ola automatiza funciones cognitivas, administrativas y creativas. Aunque esto genera preocupaciones por la destrucción de empleos, también surgen oportunidades en sectores como la salud, la educación personalizada, el diseño de fármacos o la ciencia de datos. La historia demuestra que cada revolución tecnológica trae consigo nuevos sectores productivos, siempre y cuando exista una adaptación institucional y educativa adecuada.

A nivel geoestratégico, la IA está llamada a transformar la defensa, con sistemas autónomos de combate, análisis predictivo de inteligencia y gestión automatizada del campo de batalla. No obstante, la delegación de decisiones críticas a máquinas plantea dilemas éticos y riesgos de escalada militar. En este sentido, la definición de normas internacionales y marcos de gobernanza se vuelve urgente. Potencias intermedias como Francia, Israel, Corea del Sur, India, Emiratos Árabes Unidos y Singapur están consolidando capacidades propias para mantener su influencia en un mundo polarizado entre EE.UU. y China.

Por otro lado, África representa una región con un potencial transformador. Con una población joven y en crecimiento, el continente podría convertirse en un actor estratégico si logra desarrollar una infraestructura digital adecuada, educar talento local y establecer marcos regulatorios. La Estrategia Nacional de IA de Kenia (2025-2030) destaca un enfoque centrado en la soberanía digital y la gobernanza de datos. Si se implementan políticas adecuadas, se estima que la economía digital podría sumar 1,5 billones de dólares al PIB del continente para 2030. Iniciativas de datos abiertos y modelos colaborativos entre el sector público y privado pueden acelerar esta transición.

En paralelo, se multiplican los desafíos relacionados con la desinformación, la manipulación algorítmica y el uso de la IA con fines geopolíticos. Ejemplo de ello fue el uso de modelos generativos por parte de China para influir en la opinión pública en Taiwán. Estos hechos subrayan la urgencia de establecer regulaciones internacionales que limiten el uso malintencionado de la IA, respeten la privacidad y garanticen la transparencia de los sistemas. El riesgo de concentración de poder tecnológico en pocas corporaciones también obliga a replantear las reglas de competencia y soberanía digital en el siglo XXI.

En síntesis, el avance de la inteligencia artificial es imparable y su impacto sobre las estructuras sociales, políticas, económicas y militares será profundo. El reto principal radica en moldear esta nueva era tecnológica de manera responsable, garantizando que los sistemas inteligentes reflejen principios éticos, promuevan la colaboración internacional y beneficien al conjunto de la humanidad. El destino de la IA, como el de la humanidad misma, dependerá de cómo enfrentemos hoy las preguntas fundamentales sobre soberanía, justicia, equidad y sostenibilidad en el mundo digital.

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Por Instituto IDHUS

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