Tokio y Nueva York: 65 Años de Hermandad Urbana y Alianza Estratégica para el Futuro Global

Tokio y Nueva York celebran 65 años de una relación de ciudades hermanas que ha evolucionado desde la diplomacia simbólica hacia una colaboración estratégica frente a los desafíos del siglo XXI. Esta alianza entre dos de las metrópolis más influyentes del mundo refleja un compromiso compartido con la innovación urbana, la sostenibilidad y la gobernanza global. A través de acuerdos como el reciente Memorando de Entendimiento y su participación activa en redes internacionales, ambas ciudades refuerzan su rol como laboratorios de soluciones para un futuro común

Funcionarios de Nueva York y Tokio profundizan la relación entre sus ciudades hermanadas, Junio 2025. Foto: Tokyo Updates.

En este año 2025, las ciudades de Nueva York y Tokio conmemoran el sexagésimo quinto aniversario de una de las relaciones de hermanamiento urbano más emblemáticas y duraderas del mundo contemporáneo. Esta efeméride marca no solo una historia compartida de cooperación institucional y diplomacia municipal, sino también un modelo de colaboración estratégica entre dos megaciudades que, pese a encontrarse en extremos opuestos del globo, enfrentan desafíos comunes derivados de su densidad poblacional, su papel como centros financieros internacionales y su exposición directa a las consecuencias del cambio climático y las crisis globales.

La conmemoración tuvo lugar en el marco del evento SusHi Tech Tokyo 2025, una plataforma internacional que congrega a representantes de gobiernos locales, empresas tecnológicas y organizaciones multilaterales con el objetivo de promover soluciones urbanas sostenibles mediante la innovación tecnológica. En esta ocasión, la ciudad de Nueva York estuvo representada por Aissata M.B. Camara, Comisionada Adjunta y Jefa de Gabinete, y por Dilip Chauhan, Comisionado Adjunto de la Oficina del Alcalde para Asuntos Internacionales. Ambos funcionarios participaron en la Reunión de Altos Funcionarios de la Red Global de Ciudades para la Sostenibilidad (G-NETS), donde reafirmaron el compromiso bilateral con la cooperación interurbana y la resiliencia compartida ante las amenazas del siglo XXI.

La relación entre Tokio y Nueva York, iniciada formalmente en 1960, representa una de las primeras iniciativas de hermanamiento entre grandes urbes promovidas tras la Segunda Guerra Mundial, en un contexto en que las ciudades comenzaban a emerger como actores autónomos de la gobernanza global. Nueva York fue la primera ciudad con la que Tokio firmó un acuerdo de este tipo, lo cual reviste un simbolismo particular: ambas metrópolis comparten un perfil de capitales económicas, culturales y diplomáticas, caracterizadas por su diversidad étnica, su liderazgo tecnológico y su papel central en la formulación de agendas globales. Desde entonces, la cooperación ha evolucionado hacia una relación estratégica que abarca el desarrollo económico, la planificación urbana, la innovación tecnológica, la mitigación del cambio climático y la gestión de riesgos.

En el año 2024, ambas ciudades renovaron sus compromisos mediante la firma de un nuevo Memorando de Entendimiento (MOU), centrado en la colaboración en materia de infraestructura resiliente y desarrollo económico sostenible. Este documento no solo facilita el intercambio técnico entre agencias municipales, sino que permite abordar de manera coordinada los desafíos que, cada vez con mayor frecuencia, afectan simultáneamente a las ciudades costeras densamente urbanizadas: fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, presión sobre las infraestructuras críticas y necesidad de transiciones energéticas justas. A través del MOU, se institucionaliza el aprendizaje mutuo y se establece un canal formal para compartir metodologías, tecnologías emergentes y experiencias de gobernanza efectiva.

Uno de los aspectos destacados de esta colaboración es el diálogo sobre infraestructura urbana. En un contexto donde las emergencias climáticas que antes se consideraban “excepcionales” se están volviendo recurrentes, las ciudades deben adoptar enfoques preventivos, flexibles y basados en datos para garantizar la seguridad y la calidad de vida de sus habitantes. Tokio, por ejemplo, ha desarrollado avanzados sistemas de gestión de inundaciones, como el G-Cans (Sistema Metropolitano de Control de Inundaciones Subterráneo), que ha sido objeto de estudio por parte de expertos internacionales. Nueva York, por su parte, está impulsando proyectos de infraestructura verde y protección costera como parte del plan «NYC Climate Strong Communities». La cooperación técnica entre ambas ciudades no se limita al plano físico: incluye también políticas de equidad urbana, sostenibilidad financiera de las infraestructuras y mecanismos de gobernanza participativa.

Desde la perspectiva económica, el MOU permite fortalecer el ecosistema empresarial entre Tokio y Nueva York. En encuentros recientes, como la mesa redonda de directores ejecutivos celebrada en Tokio, se discutieron las barreras que enfrentan las empresas japonesas para establecerse en Nueva York, y viceversa. Estas conversaciones permiten articular políticas más inclusivas y estrategias de atracción de inversión extranjera directa (IED) que promuevan el crecimiento económico bilateral. Además, refuerzan los vínculos entre los sectores privados y públicos, fomentando un modelo de desarrollo basado en la colaboración intersectorial y la internacionalización de las economías locales.

Tokio ha emergido como una ciudad líder en innovación urbana, gracias a su inversión continua en tecnologías de ciudad inteligente, robótica, automatización del transporte y sostenibilidad energética. Nueva York valora profundamente estas capacidades, al considerar a Tokio no solo un aliado estratégico, sino también una fuente de inspiración para repensar su propia planificación urbana en clave del siglo XXI. Sin embargo, más allá de los aspectos técnicos, los funcionarios neoyorquinos destacaron que el activo más valioso de Tokio es su ciudadanía: una población comprometida, participativa y respaldada por una administración pública orientada al bienestar colectivo. Este enfoque humano del urbanismo encuentra eco en la filosofía de servicio público que impulsa la gestión de Nueva York.

La participación activa en redes internacionales como G-NETS no solo refuerza la diplomacia de ciudades, sino que constituye una estrategia esencial para enfrentar los problemas globales desde lo local. Como señaló la delegación neoyorquina, los grandes desafíos contemporáneos —el cambio climático, las pandemias, las crisis migratorias o la desigualdad— se materializan primero en las ciudades. Por ello, intercambiar conocimientos, construir alianzas y anticipar soluciones desde lo urbano se vuelve crucial. Nueva York, con su tejido diplomático sin precedentes —alberga representaciones de 193 países y más de 70 comisiones comerciales—, es un nodo privilegiado para canalizar iniciativas globales hacia acciones locales concretas.

La relación entre Tokio y Nueva York, en este sentido, representa mucho más que un acuerdo simbólico. Es un ejemplo funcional de cómo las ciudades pueden trascender las fronteras nacionales para generar conocimiento compartido, innovación aplicada y estrategias comunes de resiliencia. La sinergia entre ambas urbes demuestra que la cooperación internacional no debe limitarse a los Estados-nación; las ciudades, con su proximidad a los problemas y a las soluciones, son actores indispensables en la configuración del futuro global.

En su proyección a largo plazo, ambas ciudades comparten un objetivo común: crear un modelo de colaboración que no solo beneficie a sus respectivas poblaciones, sino que sirva de referencia para otras ciudades del mundo. Esta alianza no persigue la competencia ni la supremacía, sino el reconocimiento de que la solución a los grandes problemas de la humanidad depende de la capacidad de cooperación, empatía e innovación de los centros urbanos. Así, el hermanamiento entre Tokio y Nueva York no es únicamente un vínculo histórico, sino una apuesta continua por el bienestar colectivo y la sostenibilidad planetaria.

Por Instituto IDHUS