Nigeria y Rusia: una historia de promesas incumplidas

Nigeria y Rusia: una historia de promesas incumplidas

Nigeria se alza como un coloso en el continente africano. No sólo es el país más poblado del continente, sino que también inspira mucho respeto y ejerce una influencia innegable. Sus dirigentes acaparan la atención regional y mundial.

Dr. Edgar Githua
Profesor Asociado de Relaciones Internacionales, Investigador, Experto en Género, Paz y Seguridad
African Business

Posee una de las economías de más rápido crecimiento del continente, con un inmenso potencial de oportunidades de inversión. Militarmente, es respetada a nivel regional y ha demostrado ser inestimable en la arquitectura de seguridad regional de África Occidental.

En resumen, Nigeria es especial, una potencia a reconocer dentro de África Occidental, una vanguardia de la región y, para muchos países de África Occidental, un hermano mayor capaz. Sin embargo, a Nigeria le preocupan las intenciones y los motivos de Rusia en la región y en el continente. Son varios los motivos de su aprensión.

Promesas rotas

Nigeria y Rusia mantienen unas cordiales relaciones diplomáticas que, por desgracia, no han dado los frutos que Nigeria esperaba de esta larga relación. Rusia siempre ha visto a África como un continente que le permite vigilar a Europa desde el Sur, al igual que hace lo propio en el Este desde Europa Oriental. Esta relación, sin embargo, se ha caracterizado por una serie de promesas incumplidas que se han prolongado durante varios años y que es necesario reexaminar.

Rusia siempre ha visto a Nigeria como un aliado que le permitiría introducirse en el continente africano. Comenzó a cultivar su relación con Nigeria durante la década de 1960, pero no logró ningún avance porque Nigeria se cuidó de no tensar sus relaciones con Occidente.

Rusia sólo pudo introducirse en Nigeria cuando la ayudó durante la guerra civil de 1967-1970. Las armas rusas ayudaron a Nigeria a derrotar a los separatistas que amenazaban la unidad de la nación. A pesar de los repetidos suministros de armas a Nigeria a lo largo de los años, la orientación ideológica occidental arraigada en los dirigentes nigerianos logró mantener a raya la influencia rusa.

Sin embargo, Nigeria se muestra escéptica ante las diversas promesas que Rusia le ha hecho a lo largo de los años. A pesar de los numerosos acuerdos bilaterales firmados entre ambos países, son muchas las promesas incumplidas que caracterizan las relaciones entre estas dos naciones.

El Presidente Olusegun Obasanjo intentó reavivar las relaciones nigeriano-rusas cuando visitó Moscú en 2001. Se firmaron numerosos acuerdos de cooperación interestatal. Se hicieron numerosas promesas sobre diversos proyectos bilaterales que nunca se cumplieron.

Otras promesas realizadas durante la visita del presidente Dmitry Medvdev a Nigeria en junio de 2009 tampoco llegaron a materializarse.

Las conversaciones en torno a la creación de una planta petroquímica, la colaboración en energía nuclear y la prospección petrolífera siguieron envueltas en el misterio.

Otro gran proyecto en el que Nigeria y Rusia acordaron colaborar fue el de la energía nuclear. En un acuerdo firmado en 2017, Rusia acordó construir y gestionar una central nuclear en Nigeria para producir electricidad. Sin embargo, este acuerdo nunca llegó a materializarse, ya que Moscú guardó silencio y retrasó la realización del proyecto.

El ministro de Asuntos Exteriores nigeriano, Yusuf Tuggar, emprendió nuevas negociaciones sobre el mismo proyecto de central nuclear en 2024, pero aún no han finalizado, lo que demuestra que Rusia es un socio de desarrollo poco fiable no sólo para Nigeria, sino también para otros países africanos.

Influencia regional de Rusia en el Sahel.

A Nigeria también le preocupa la erosión de los ideales democráticos en la región de África Occidental, concretamente en el Sahel. La influencia de Rusia en el Sahel ha fomentado el afianzamiento de ideales antidemocráticos, como ejemplifican los sucesos de Malí, Níger, Burkina Faso y la República Centroafricana.

El auge del fundamentalismo islámico y de los grupos yihadistas creó un desafío para la seguridad que Rusia supo explotar. Utilizando su Grupo Wagner -ahora Afrika Corps-, Rusia apoya a juntas militares que derrocaron a gobiernos elegidos democráticamente. Estos regímenes han abrazado a Rusia en una relación simbiótica en la que Rusia proporciona seguridad a cambio de minerales adquiridos ilegalmente.

Rusia ha explotado estos recursos para, entre otras cosas, financiar su guerra en Ucrania a expensas de las poblaciones locales. Estas poblaciones locales siguen sufriendo y languideciendo en la pobreza extrema mientras los líderes ilegalmente apuntalados por Rusia también se enriquecen aún más.

Disminución de la influencia de la CEDEAO debido a la influencia de Rusia en la AES

Nigeria contempla consternada cómo la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) pierde influencia en la región de África Occidental debido al auge de la recién creada Alianza de Estados del Sahel (AES). Burkina Faso, Malí y Níger han trazado un nuevo rumbo y se han separado de la CEDEAO.

La influencia de Rusia sobre estos tres Estados ha abierto una brecha en el bloque regional que ha supervisado y gestionado los asuntos de África Occidental. A Nigeria y a la región les preocupa enormemente que los logros alcanzados a través de la CEDEAO se vean erosionados, lo que supondría un importante retroceso para la región.

En esencia, Rusia ha demostrado que su presencia es perjudicial para la integración regional en África. Esto sigue generando gran preocupación y los intentos de reconciliar la AES con la CEDEAO no han tenido éxito. Rusia está encantada de tirar de la tapadera de AES para aumentar su influencia antioccidental en la región.

Nigeria tiene mucha influencia en la comunidad de la CEDEAO y se hace respetar por ser la mayor economía de la región. Tiene que desempeñar un papel destacado señalando los males y el impacto negativo que Rusia ha tenido en la región de África Occidental. De este modo, los países de la región levantarán la guardia cuando se relacionen con Rusia o cualquiera de sus filiales. Mediante un llamamiento concertado a la acción, la CEDEAO consolidará los logros alcanzados en la región, pero minimizando la influencia rusa entre sus miembros.