Mauritania-Malí: un nuevo punto de conflicto en el avispero saheliano

Mauritania-Malí: un nuevo punto de conflicto en el avispero saheliano

El deterioro de las relaciones entre ambos países desde 2020 ha provocado una peligrosa escalada de las tensiones fronterizas

 

La región fronteriza entre Malí y Mauritania se ha convertido en una de las más turbulentas del continente africano. El creciente impacto del terrorismo en la región del Sahel y, concretamente, en la frontera entre estos dos países, ha provocado que las fuerzas militares malienses hayan sobrepasado los límites de sus operaciones, adentrándose en territorio mauritano, lo que ha despertado la indignación del gobierno mauritano.

El avispero del Sahel

Para entender el conflicto Malí-Mauritania hay que remontarse a la historia de inestabilidad de la región norteafricana del Sahel, una franja de tierra delimitada por el desierto del Sahara al norte y la sabana sudanesa al sur. Se extiende desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, atravesando el territorio de diez países: Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.

Como explica un informe del Departamento de Seguridad Nacional del Gobierno español, desde principios de los años 90, el terrorismo yihadista encontró en el norte de Malí y en el resto del Sahel el escenario ideal para explotar la debilidad institucional de los gobiernos nacionales, llenando el vacío estatal y usurpando sus competencias.

La situación empeoró a partir de 2008, con el establecimiento de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en la región. Esta organización terrorista anunció la creación de un emirato islámico en el norte de Malí, aunque la intervención militar de Francia impidió que los yihadistas derrocaran al régimen de Bamako.

Sin embargo, el terrorismo siguió creciendo en el Sahel. A la presencia de AQMI se unió la de Estado Islámico, con dos ramas activas en la zona: Boko Haram, desde 2015, en la frontera entre Burkina Faso, Mali y Níger; y Estado Islámico en África Occidental, en el norte de Nigeria y la cuenca del lago Chad.

Los datos recopilados por el Real Instituto Elcano son estremecedores: en 2008, la región sólo representaba el 1% de las muertes por terrorismo a nivel mundial; en 2024 ha alcanzado el 48%. Cinco de los diez países más afectados por el terrorismo están en el Sahel, y siete de los diez atentados más mortíferos han tenido lugar allí.

El fracasado G5S

Para combatir esta lacra, cinco países de la región (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) crearon el llamado G5 Sahel o G5S en una cumbre de jefes de Estado celebrada en febrero de 2014 en la capital mauritana, Nuakchot.

Su objetivo era crear un marco de coordinación para las respuestas regionales a los flujos migratorios, la radicalización, el extremismo violento y la delincuencia organizada transnacional.

AFP/ THOMAS SAMSON – Soldados mauritanos montan guardia en un puesto de mando de la fuerza operativa G5 Sahel en el sureste de Mauritania, cerca de la frontera con Mali.

Sin embargo, tuvo poco impacto. Los problemas internos de los países miembros del grupo precipitaron su fracaso: en mayo de 2022, Mali anunció que abandonaba el grupo en protesta porque no se le permitía asumir la presidencia rotatoria debido a su situación política interna.

En diciembre de 2023, Níger y Burkina Faso también se retiraron del grupo, tras los golpes de Estado que llevaron a los militares al poder en ambos países, el golpe de gracia para el G5S.

Rusia y China

Además del terrorismo, la situación en el Sahel se ha complicado en los últimos años por la intervención de dos potencias extranjeras en la región: Rusia y China. Rusia ha fomentado el antioccidentalismo en la región mediante campañas de desinformación que las distintas juntas militares han explotado para legitimarse.

Además, el gobierno de Putin ha aumentado su venta de armas a los ejércitos de la región y ha intervenido en ella a través de su brazo armado privado, el Grupo Wagner, que ha estado entrenando, prestando servicios de seguridad y participando en operaciones en la región.

REUTERS/YULIA MOROZOVA – Ceremonia conmemorativa en honor de los combatientes de Wagner, recientemente asesinados en Mali por rebeldes tuaregs del norte, en el centro de Moscú, Rusia, el 4 de agosto de 2024.

La intervención de China ha sido algo más sutil, también con ayuda militar y objetivos económicos (dirigidos a los recursos minerales de la región), pero igualmente desestabilizadora.

El conflicto Mauritania-Malí

En estos momentos, el conflicto fronterizo entre Mauritania y Mali es uno de los puntos más calientes del Sahel. El golpe de Estado que tuvo lugar en Malí en agosto de 2020 y precipitó su salida del G5S fue el inicio del deterioro de las relaciones entre los dos países vecinos.

Desde finales de 2021, la región occidental de Malí, cerca de la frontera con Mauritania, comenzó a sufrir una oleada de atentados terroristas, lo que provocó la reacción de las fuerzas armadas malienses que, en enero de 2022, cruzaron la frontera hacia la región de Adil Bakrou, desencadenando enfrentamientos que se cobraron la vida de siete civiles mauritanos. En respuesta, el gobierno envió una delegación de alto nivel a Bamako para discutir el control y la gestión de la frontera común.

En marzo de 2022, la situación se agravó, con secuestros y asesinatos de civiles en la región fronteriza mauritana de Bir El Atai, lo que provocó nuevas protestas de Mauritania y la apertura de una investigación, estableciendo patrullas conjuntas para el control de la frontera.

Tras unos meses de relativa calma, en enero de 2023 se produjo un nuevo incidente, con el asesinato por parte del ejército maliense de siete pastores mauritanos que cruzaban la zona fronteriza de Adal Bakro.

Aunque Malí negó oficialmente la responsabilidad de miembros de sus fuerzas armadas en el incidente, en marzo de ese año varios civiles mauritanos fueron asesinados en Malí. El gobierno mauritano transmitió su protesta al embajador de Malí y acusó a las fuerzas regulares malienses de los incidentes contra los civiles.

Reacción de Mauritania

A principios del pasado mes de abril, militares malienses mataron a varios civiles en los pueblos mauritanos de Madallah y Fassala. La crisis se complicó con la campaña militar conjunta lanzada por las fuerzas armadas malienses y el grupo ruso Wagner. El presidente interino de Malí, Assimi Goita, intentó contener la crisis apelando al presidente mauritano Mohamed Ould Ghazouani.

TASS/MIKHAIL METZEL via REUTERS – El presidente ruso Vladimir Putin estrecha la mano del presidente maliense Assimi Goita durante una reunión tras la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, Rusia 29 de julio de 2023.

La crisis de abril de 2024 ha supuesto un punto de inflexión en las relaciones bilaterales entre Mauritania y Mali, ya que desencadenó una escalada de consecuencias: el gobierno mauritano dejó de permitir a los civiles malienses entrar en su territorio sin permiso previo, interrumpiendo el flujo de pastores y comerciantes a través de la frontera.

A su vez, el creciente sentimiento hostil en Malí llevó al bloqueo de camiones mauritanos que entraban en el país con fines comerciales, lo que provocó nuevas protestas y reuniones entre representantes de los dos gobiernos.

A principios de mayo, el portavoz del gobierno mauritano anunció la plena disposición de las fuerzas armadas mauritanas para defender la patria y advirtió a ambas partes de que no atacaran territorio mauritano. Como demostración de poder, el 4 de mayo, las fuerzas armadas mauritanas iniciaron maniobras militares a gran escala en el estado de Hodh El Sharqi, con la participación de la fuerza aérea y la artillería, en presencia de los ministros de Defensa e Interior y del jefe del Estado Mayor del ejército mauritano.

AFP/ THOMAS SAMSON – Las autoridades han descuidado durante mucho tiempo las aldeas remotas cercanas a la frontera con Malí, lo que las ha convertido en presa fácil para los yihadistas y otros grupos armados que han proliferado en la región africana del Sahel.

Y una demostración más: el 10 de junio, la Gendarmería mauritana organizó una amplia maniobra en la que participaron más de 1.500 efectivos, con más de 200 vehículos militares, en la capital Nouakchott, la ciudad costera de Nouadhibou y las regiones del sur hasta Kobni, cerca de la frontera con Malí.

Cercanía a la OTAN y China

La escalada de tensiones con Malí y el acercamiento de Malí, Burkina Faso y Níger a Rusia han obligado a Mauritania a buscar apoyos externos, el más importante de los cuales ha sido la OTAN, deseosa de controlar la injerencia rusa en los países del Sahel.

Mauritania fue invitada a participar en la cumbre de la OTAN de junio de 2022, en la que se aprobó un paquete de ayuda en materia de seguridad y defensa para Nuakchot destinado a mejorar su capacidad para hacer frente a múltiples amenazas.

Para la OTAN, una relación más estrecha con Mauritania era clave para mantener su capacidad de interactuar con los avances militares y de seguridad en esta convulsa región.

FOTO/OLIVIER HOSLET via REUTERS – El Presidente mauritano Mohamed Ould El-Ghazouani (izq.) y el Secretario General de la OTAN Jens Stoltenberg ofrecen una rueda de prensa tras una reunión en la sede de la Alianza en Bruselas

Mauritania también se ha dirigido a otro actor extranjero de la región, China, avanzando en sus relaciones diplomáticas, que culminarán con la visita del presidente mauritano a Pekín en julio de 2023.

El gobierno chino firmó varios acuerdos con Mauritania en los sectores de la agricultura, la pesca y las energías renovables, e incluyó a Mauritania en el programa de alivio de la deuda de los países africanos.

Aunque no se ha demostrado, hay indicios de que los nuevos drones utilizados por el ejército mauritano son de fabricación china, lo que incluiría el sector de la defensa entre las áreas de colaboración entre ambos países.

Posición estratégica

Mauritania es un caso especial entre los países del Sahel debido a su posición estratégica, que es también un factor que determina su actual política exterior: geográficamente, pertenece a los países del norte de África, pero la competencia entre dos gigantes económicos y militares como Marruecos y Argelia ensombrece su papel en la región. Por otra parte, Mauritania constituye la frontera occidental del Sahel, que comienza en Sudán y atraviesa Chad, Níger, Malí y Burkina Faso.

AFP/ SOULEYMANE AG ANARA – Un combatiente de la Coalición del Pueblo de Azawad (CPA) sentado en un Land Cruiser sostiene un RPG mientras patrulla la zona cerca de la frontera entre Malí y Mauritania para proteger a las poblaciones locales de la inseguridad relacionada con los disturbios causados por bandidos, en Soumpi el 22 de enero de 2020.

La política de Mauritania refleja el deseo de aprovechar esta posición privilegiada reforzando sus capacidades integrales para convertirse en un tercer actor en el norte de África, lo que atraería a potencias internacionales interesadas en las prometedoras perspectivas relacionadas con la exploración de petróleo y gas y los puertos comerciales.

Para ello también será necesaria la estabilidad política. Las recientes elecciones presidenciales no han podido garantizarla. Esta es la asignatura pendiente de Mauritania para reforzar su papel en la región.