Marruecos, Mauritania y el nuevo Sahel

Marruecos, Mauritania y el nuevo Sahel

DGSN de Marruecos. -El jefe de la DGSN, Abdellatif Hammouchi, con el director general de Seguridad Nacional de Mauritania, Meshgharou Ould Sidi Leghweizi.

MOHAMED LAMINE KHATTARY
Periodista y analista de Mauritania
Atalayar

Parece que ya no es ningún secreto que el Reino de Marruecos busque ayudar al grupo “G5 Sahel” y dar nueva vida a este proyecto. Un proyecto decaído y cuyos cimientos están debilitados puesto que varios de sus integrantes han sufrido en cuerpo y alma las consecuencias de la inestabilidad política causada por los golpes de estado, los grupos terroristas, la injerencia rusa y los enfrentamientos políticos, sociales y económicos que dividen a sus sociedades.

Marruecos está tratando de salvar el proyecto G5 Sahel de la desintegración definitiva mediante una iniciativa anunciada por el rey Mohamed VI en el último aniversario de la marcha verde, cuya base declarada se centra en la economía y una asociación para el desarrollo que sea beneficiosa para los países del Sahel y para Marruecos también.

Además, en torno a este marco anunciado giran intenciones y propósitos explícitos, incluido el deseo de Marruecos de abrir una ventana atlántica para el comercio con los países africanos del Sahel y el persistente esfuerzo de Rabat por desempeñar el papel de punto de enlace y puente entre África y la Unión Europea y Estados Unidos.

Tampoco se oculta que los marroquíes se esfuerzan por integrar los puertos del sur en el ciclo económico africano y las consecuencias políticas que de ello se derivan confirmando la marroquinidad de esas regiones. Algo que no sentó nada bien al Frente Polisario, que emitió un comunicado advirtiendo del peligro del nuevo enfoque marroquí sobre la seguridad de la región.

Volviendo a la nueva visión marroquí sobre la región, se puede deducir fácilmente y teniendo en cuenta el contexto geopolítico que Marruecos, que ha sabido presentarse como un socio «maduro» para los europeos, está trabajando para convencer a europeos y estadounidenses de su capacidad para jugar el papel de una “alternativa blanda” para llenar el vacío francés dentro de los círculos del poder en algunos países del Sahel.

Y para ilustrarlo y explicarlo con un pequeño ejemplo, el holding marroquí AKWA Group se hizo con el control de Total Mauritania, filial de la marca francesa, llenando de esta forma el vacío francés.

Entre otros objetivos de la visión marroquí, el anuncio de Marruecos de abrir su litoral atlántico a los países del Sahel y del Sáhara, que incluye Níger, Chad, Burkina Faso y Mali, puede conllevar algo parecido a una respuesta a la carretera Argelia-Mauritania que se está ultimando y que habría suscitado preocupación en Rabat de que dicha ruta se convierta en un paso comercial paralelo y competidor del paso de Guerguerat.

Ante estos acontecimientos, cabe preguntarse: ¿dónde está Mauritania en todo esto? No exageramos cuando muchos afirmamos que es el primer país al que apuntan los últimos acontecimientos que ocurren a su alrededor.

No hay duda de que estamos ante una “desorientada Mauritania” en un contexto de dramáticos cambios que está experimentando la región y está tratando de salir con las menores pérdidas, además de evitar pagar un precio por alinearse y posicionarse en el juego de los equilibrios en la región tratando siempre de mantener una neutralidad positiva y cautelosa, similar en su dificultad a caminar sobre una cuerda, con lo que esta posición requiere de velocidad en el movimiento y cálculo preciso de los pasos a dar.

Pero cuando llega el “Zarg afam Lajiam” como se suele decir en hassani para referirse a las situaciones en las que se aproxima el peligro, es bueno prestar atención a la naturaleza del posicionamiento a través de nuevas opciones.

Entre ellos está la búsqueda y la exploración de los planteamientos que ayuden a fortalecer la neutralidad positiva de Mauritania teniendo como horizonte evitar a toda costa aquellos escenarios que pueden perjudicar los intereses políticos y económicos vitales del país que resultarían de los escenarios futuros.

Además, hay que trabajar para mantener los equilibrios con los países y poner encima de la mesa las prioridades de Mauritania acorde con su situación geográfica y teniendo en cuenta sus intereses estratégicos.

Esto requerirá que Mauritania se replantee exhaustivamente su posición en la región y desarrolle enfoques novedosos para tratar con su vecindad en el Magreb y África y esto pasa por fortalecer sus estructuras internas para hacer frente a la realidad y las variables externas no convencionales que la región experimentará.

Este país, que muchos analistas europeos describen como “el único superviviente” de la inestabilidad en la región del Sahel, sin duda tendrá que medir los límites de la seguridad y los peligros y tomar la decisión adecuada antes de que la neutralidad positiva se convierta en un estado de neutralidad negativa y oportunidades perdidas.