Los ‘robots asesinos’ se convierten en una amenaza real en África

Los ‘robots asesinos’ se convierten en una amenaza real en África

Ezenwa E. Olumba
Investigador doctoral, Centro de Investigación sobre Conflictos, Violencia y Terrorismo, Royal Holloway University of London
Samuel Oyewole
Investigador postdoctoral, Departamento de Ciencias Políticas, Universidad de Pretoria
Tony Onazi Oche
Profesor Adjunto de Relaciones Internacionales

El uso de aviones no tripulados en el Sahel, una región de África asolada por la violencia y la insurgencia yihadista durante gran parte de la última década, se ha convertido en un verdadero problema. En abril, por ejemplo, la filial de Al Qaeda en el Sahel, Jama’at Nusrat al Islam wa al Muslimeen, habría llevado a cabo un ataque contra una milicia rival utilizando drones modificados con granadas y morteros en el centro de Malí.

Pero aún más preocupante es el hecho de que sus variantes potenciadas con inteligencia artificial, conocidas como sistemas de armas autónomas letales(Leyes), se han desplegado en África en los últimos años. Los Laws son una clase especial de sistemas de armas que pueden vigilar, seleccionar objetivos y realizar ataques de forma autónoma.

Preocupa que estas armas puedan caer en manos de grupos terroristas si se amplía su despliegue en África. Ya se han perdido varios drones avanzados en operaciones antiterroristas, tanto en el continente como en otros lugares, debido a errores técnicos o ataques de insurgentes.

Al parecer, Estados Unidos perdió tres aviones no tripulados MQ-9 Reaper a manos de los houthis en Yemen en mayo de 2024, y aviones no tripulados MQ-1 Predator en Libia y Níger en noviembre de 2019 y febrero de 2023, respectivamente.

Las armas autónomas también plantean una serie de problemas éticos. Dan a las máquinas la libertad y la capacidad de acabar con vidas humanas, y reducen los objetivos a meros puntos de datos. No obstante, el uso de drones equipados con IA parece ir en aumento.

Al parecer, las fuerzas ucranianas están utilizando drones a los que se ha integrado una forma básica de IA para ayudarles a navegar y evitar ser interceptados cuando llevan a cabo ataques dentro de Rusia. Israel está utilizando en Gaza un sistema de recomendación de IA denominado «Lavender», diseñado para identificar mediante algoritmos a los operativos de Hamás como objetivos. Estados Unidos también ha desplegado sistemas que utilizan IA para encontrar objetivos para ataques aéreos en Siria y Yemen.

Estos no son ejemplos de armas autónomas. Y, en el momento de escribir estas líneas, sólo ha habido dos casos de despliegue de armas autónomas en África, de los cuales sólo uno se produjo en una situación de combate activo. Pero las implicaciones del despliegue de estos sistemas de armas en África siguen siendo graves.

Según un informe publicado por la ONU en marzo de 2021, las fuerzas respaldadas por el gobierno libio desplegaron un dron fabricado en Turquía llamado Kargu-2 durante una batalla contra milicianos enemigos el año anterior. El informe afirma que el dron «cazó y atacó a distancia» a los combatientes, y sugiere que pudo haber seleccionado los objetivos de forma autónoma. El informe no indica si hubo víctimas o heridos.

Esta noticia es preocupante. El dron de ataque Kargu suele detonar una carga explosiva cerca del objetivo para evitar daños colaterales. Sin embargo, se han planteado dudas sobre la capacidad del dron para distinguir los objetivos militares legítimos de los civiles.

Más recientemente, en mayo de 2024, el Mando Africano de Estados Unidos probó un dron autónomo en Libreville (Gabón), en un ejercicio con países de África Occidental para apoyar sus esfuerzos en la lucha contra la piratería. El dron, conocido como Triton, utiliza escáneres y sensores de alta resolución para recopilar información de forma autónoma y llevar a cabo contramedidas.

El dron Triton tiene variantes aéreas y marítimas, y es capaz de merodear bajo el agua durante más de una semana o llevar a cabo operaciones en superficie durante un periodo de dos semanas.

Regulación de las armas autónomas

La posibilidad de que las armas autónomas caigan en manos de grupos terroristas y milicias del Sahel es alarmante. Introducirían una nueva dimensión mortífera en un conflicto ya de por sí brutal.

Se necesitan marcos legales que puedan utilizarse para regular el crecimiento de estos sistemas y sancionar a quienes contravengan tales convenciones. En diciembre de 2023, la ONU dio a conocer sus planes para prohibir las armas que funcionan sin supervisión humana antes de 2026.

Retrasar la prohibición hasta 2026 permitirá que continúe el desarrollo y el uso de estas armas. Pero, en cualquier caso, ahora parece que la atención se está desplazando hacia el desarrollo de directrices voluntarias para las mejores prácticas, en lugar de imponer una prohibición total de estos sistemas.

Corresponde a los países africanos desarrollar una posición común sobre las Leyes y trabajar con organismos mundiales como la ONU para prohibir su despliegue en el continente. Quienes los fabrican deben encontrar lugares alternativos para utilizar estas máquinas letales.