Lección de geopolítica: AQMI extiende sus tentáculos por África Occidental

Lección de geopolítica: AQMI extiende sus tentáculos por África Occidental

Ahmed M. Thiam

Fatal e inexorablemente, el terrorismo extremista se extiende por la franja sahelo-sahariana. Después de Bamako y Uagadugú, la ciudad de Grand Bassam, situada a 50 km de Abiyán, fue víctima del grupo islamista armado AQMI. Murieron 19 personas, entre ellas 15 civiles y 3 agentes de las fuerzas del orden. El grupo terrorista pretendía enviar un mensaje claro golpeando esta meca turística de Costa de Marfil, muy frecuentada tanto por occidentales como por la clase media marfileña. Era una advertencia más a las potencias occidentales y a los países africanos implicados en la lucha contra el terrorismo en el Sahel, y sobre todo a sus grupos terroristas rivales, Daech en particular. AQMI está dejando claro que esta parte del mundo es su coto privado y que pretenden reinar allí la muerte y el terror.

Al Qaeda en el Magreb Islámico, alias AQMI, es sin duda el grupo terrorista más activo de la franja sahelo-sahariana. Aunque la Operación Serval logró desarticular sus bases en el norte de Malí, hoy sigue siendo tan peligroso como cruel, con un campo de operaciones cada vez más amplio. Su conocimiento del terreno y su fe inquebrantable en sus ideales islamistas hacen que AQMI siga consiguiendo extender sus tentáculos un poco más hacia los países de África Occidental. A través de una de estas «Katibas», Al Mourabitoun, el grupo pretende rivalizar con sus métodos terroristas con la multinacional del islamismo internacional, Daech. La expansión de AQMI a través de las fronteras recuerda a la de Boko Haram en Camerún y Chad. En ambos casos, la porosidad de las fronteras y las precarias condiciones de vida de las poblaciones locales son las semillas de las que ha germinado la diabólicamente fértil ideología del terrorismo islamista.

Una solución al reto de la seguridad

El concepto puede parecer nuevo para el africano medio. Pero a partir de ahora, necesitamos otra forma de pensar y un cambio profundo en nuestros hábitos. Las medidas de seguridad tendrán que ser lo más drásticas posible, y tendremos que acostumbrarnos a ver agentes del orden por todas partes en nuestras grandes ciudades. También tendremos que desarrollar los indispensables componentes de inteligencia y prevención basados en la web. Sin duda, esto requiere demasiados recursos que deberán movilizar nuestros Estados. Pero una de las formas más eficaces de combatir el terrorismo es volver a un elemento más simple e intangible. Se trata del Islam que hizo famosa a África en todo el mundo, mucho más acorde con nuestras realidades sociales y mucho más tolerante. Parece ser nuestra arma más formidable contra un islam importado, ajeno a nuestras costumbres, violento y, por desgracia, a veces camino real hacia el terrorismo. El África subsahariana, como a menudo se olvida, es también una tierra secular del Islam. Nuestros líderes religiosos están llamados a desempeñar plenamente su papel de «raperos».

Malí, Mauritania, Níger, Burkina Faso y Costa de Marfil están en alerta. Y la probabilidad de que Senegal sea golpeado nunca ha sido mayor. Senegal es la cuna del Islam confederado en África Occidental, considerado por los grupos terroristas armados como una herejía.