Las rutas migratorias hacia Europa en plena revisión

Las rutas migratorias hacia Europa en plena revisión

Mientras el archipiélago español de las Canarias experimenta un aumento de la migración, Italia registra un fuerte descenso de las entradas irregulares en comparación con el año pasado. Esto se debe a la inestabilidad en el Sahel y al doble filo del endurecimiento de los controles en el Mediterráneo.

Les Echos

Una sensación de déjà vu. Un año después de la crisis migratoria de Lampedusa, que hizo caer en picado las cifras de inmigración clandestina en Italia, las Islas Canarias, territorio español situado frente a las costas de Marruecos, experimentan ahora una afluencia inusitada de inmigrantes. Según las autoridades españolas, los desembarcos ilegales se han disparado un 126% con respecto al año pasado.

«Las llegadas ilegales a las Islas Canarias han ido en aumento desde principios de 2023, y han seguido creciendo en el primer semestre de 2024», explica Jérôme Vignon, especialista en política migratoria del Instituto Jacques-Delors. En total, más de 22.000 migrantes han desembarcado en el archipiélago desde principios de año. La mayoría proceden de Malí (43%) y Senegal (20%), seguidos de Marruecos (9%) y Mauritania (8%).

A pesar de su peligrosidad, la ruta migratoria de África Occidental se ha convertido en una de las principales vías de entrada a España debido a la inestabilidad en el Sahel, sobre todo en Malí y Senegal, que está provocando movimientos de población a gran escala. Según las autoridades españolas, Mauritania acoge actualmente a 200.000 refugiados.

Calma en Italia

Esta tendencia contrasta con la de Italia, que parece estar experimentando una tregua. Aunque la ruta del Mediterráneo central, entre Túnez y la bota italiana, sigue siendo el principal corredor hacia Europa, las autoridades sólo han contabilizado 40.000 llegadas por mar desde principios de año, un 64% menos que el año pasado.

Cruces irregulares de fronteras en la Unión Europea en 2024 en comparación con el mismo periodo de 2023 Les Echos

El verano pasado, sin embargo, la ola migratoria se reactivó en la isla de Lampedusa, a menos de 200 km de las costas de Túnez y Sicilia. Entre julio y septiembre de 2023, casi 70.000 inmigrantes clandestinos procedentes de Túnez y Libia acudieron a este confín de 20 kilómetros cuadrados.

Según la agencia europea Frontex, en 2023, más de 150.000 migrantes tomaron esta ruta, una cifra inédita desde 2016. Esto se debe a un aumento de las salidas desde Túnez, afectado por una grave crisis económica y social.

Controles más estrictos en el Mediterráneo

Ante la magnitud de la oleada, Italia pidió a la Unión Europea que acudiera al rescate. En una visita a Lampedusa en septiembre, la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció un plan de diez medidas inmediatas para frenar la afluencia de inmigrantes.

En julio de 2023, la Unión Europea firmó un acuerdo con Túnez para mejorar «la gestión de las fronteras […], las operaciones de búsqueda y rescate […], la lucha contra el tráfico de migrantes y la política de retorno», a cambio de un cheque de 105 millones de euros. Esta decisión fue contestada por varias asociaciones, entre ellas Médicos sin Fronteras, que condenaron los métodos violentos utilizados por Túnez para gestionar a los migrantes.

Entre enero y abril de 2024, Túnez interceptó a 21.500 exiliados, lo que supone un aumento del 23% con respecto al año pasado. En junio, Italia dio su visto bueno a la creación de una zona tunecina de búsqueda y salvamento (SAR), que otorga a los guardacostas tunecinos un área más amplia para interceptar legalmente embarcaciones de migrantes en aguas internacionales. Esto explica el relativo agotamiento del grifo migratorio en el Mediterráneo.

Buques comunicantes

El endurecimiento de los controles en el norte de África ha tenido sin duda el efecto colateral de redirigir ciertos flujos migratorios hacia Canarias. «Siempre hemos visto cómo se aplazaban las rutas migratorias», afirma Jérôme Vignon. Los nacionales del Sahel, en particular de Malí y Guinea, toman ahora la ruta de África Occidental, menos vigilada pero más peligrosa.