Las motivaciones de la respuesta militarizada de Mauritania a las crisis fronterizas con Mali

Las motivaciones de la respuesta militarizada de Mauritania a las crisis fronterizas con Mali

En medio de las rápidas transformaciones que se están produciendo en la región africana del Sahel a nivel político, militar y de seguridad, la zona fronteriza entre Mauritania y Mali se ha convertido en uno de los puntos más conflictivos debido a las múltiples amenazas a la seguridad y a las diferentes posturas y actitudes de ambos gobiernos. Aunque la ola de disturbios en esta región fronteriza comenzó en 2021, la respuesta reciente ha representado un cambio notable, ya que Mauritania ha optado por un enfoque militarizado mostrando sus avances en capacidad militar y declarando su total disposición ante cualquier posible escalada.

Las tensiones presenciadas en la región fronteriza entre Mauritania y Mali en abril de 2024 no fueron fenómenos nuevos en la relación entre los dos estados vecinos; siguieron a un deterioro acelerado de las relaciones que comenzó tras el cambio de poder en Mali en agosto de 2020, desarrollándose a través de tres fases principales:

Divergencia creciente entre los enfoques de Mauritania y Mali

Desde el estallido del terrorismo en la región del Sahel en 2012, la alianza entre los países de la región -que se extiende desde Chad en el este a través de Níger, Mali, Burkina Faso y llega hasta Mauritania- ha sido el mecanismo más significativo para hacer frente a los crecientes desafíos de seguridad transfronterizos. Esto condujo finalmente a la creación de un paraguas institucional para esta alianza denominado «G5 Sahel» (Grupo de los Cinco Estados del Sahel), con los esfuerzos franceses de coordinación y apoyo.

Sin embargo, los acontecimientos políticos y de seguridad que se produjeron alrededor de una década más tarde empujaron hacia enfoques y visiones divergentes entre los cinco países, lo que acabó provocando la desintegración de esta alianza. El golpe de Estado en Malí en agosto de 2020 marcó el punto de partida de esta transformación, ya que su impacto se extendió más allá del traspaso de poder a un gobierno militar y la propagación de modelos golpistas a Burkina Faso y Níger. El reflejo más significativo fue el giro en la política exterior hacia la apertura a Rusia y el fin de la cooperación militar con Francia y Estados Unidos.

Mientras Malí, Níger y Burkina Faso experimentaban estas transformaciones, Mauritania vivía un período de estabilidad contrastada tanto en política interior como exterior, tras la exitosa transición pacífica del poder a través de las elecciones de 2019 que pusieron fin al gobierno del presidente Mohamed Ould Abdel Aziz y dieron paso a la presidencia de Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani. Ghazouani consideraba el fortalecimiento de su alianza militar con los aliados tradicionales de la OTAN como un medio primordial para mantener la seguridad de su país en medio de un entorno regional altamente inestable.

La primera oleada de tensiones fronterizas (2021-2022)

En el contexto de la inestable situación de seguridad de Mali, especialmente con su cambio estratégico en el apoyo externo a las operaciones antiterroristas, la frontera compartida entre Mali y Mauritania se convirtió en una de las zonas más conflictivas de la región del Sahel. Desde finales de 2021, las fuerzas malienses en las zonas occidentales cercanas a la frontera mauritana se enfrentaron a una creciente oleada de atentados terroristas, el más notable de los cuales causó siete muertos en diciembre de ese año. Ante el temor de que la región se convirtiera en un nuevo foco de actividad terrorista, las fuerzas armadas malienses lanzaron una campaña de persecución de elementos terroristas, cruzando la frontera internacional con Mauritania en enero de 2022 y llegando a la zona de Adel Bagrou, lo que provocó enfrentamientos que se saldaron con la muerte de siete civiles mauritanos.

En medio de la creciente divergencia de opiniones y posturas entre ambos gobiernos, el gobierno mauritano escaló políticamente enviando una delegación de alto nivel a Bamako, compuesta por varios funcionarios políticos y de seguridad, para acordar de inmediato mecanismos de control y gestión de la frontera compartida. Sin embargo, la inestable situación de seguridad en el norte de Malí provocó repetidos incidentes de secuestro y asesinato de civiles en la zona fronteriza de Bir El Atay. Esto provocó la presión presidencial de Mauritania, que condujo a una investigación conjunta sobre el incidente y al envío por parte de Malí de una delegación de alto nivel a Nuakchot para acordar los mecanismos de seguridad para gestionar las patrullas conjuntas y la vigilancia fronteriza.

La segunda oleada de tensiones fronterizas (2023-2024)

Tras unos meses de relativa calma, en enero de 2023 se produjo un nuevo incidente cuando siete pastores mauritanos que cruzaban la zona fronteriza entre ambos países fueron asesinados por el ejército maliense, lo que desencadenó protestas en la zona fronteriza de Adel Bagrou. A continuación se envió una delegación ministerial mauritana a Bamako y Mali negó oficialmente la responsabilidad de sus fuerzas armadas en el incidente. Sin embargo, en marzo de 2023, se produjo un incidente similar cuando varios civiles mauritanos fueron asesinados en Malí, lo que llevó a las autoridades de Nuakchot a emitir una protesta formal convocando al embajador de Malí y acusando a las fuerzas armadas malienses de atacar a civiles mauritanos.

A principios de abril de 2024, se registró otro incidente similar, con informes de que elementos militares malienses habían matado a varios civiles mauritanos en las aldeas de Medallah y Fassala, situadas dentro de las fronteras de Mauritania. La crisis se complicó aún más por su conexión con una campaña militar conjunta que estaban llevando a cabo las fuerzas armadas malienses junto con elementos del Grupo Wagner ruso, lo que llevó a Mali a intentar contener la crisis mediante una llamada del presidente de transición Assimi Goita al presidente mauritano Ghazouani y el envío de una delegación ampliada que incluía a los ministros de Defensa y Asuntos Exteriores a Nuakchot.

La crisis de abril de 2024 marcó un punto de inflexión en las relaciones bilaterales entre Mauritania y Malí, desencadenando una serie de respuestas de escalada, empezando por la decisión del gobierno mauritano de detener la entrada de civiles malienses en Mauritania sin permiso previo, interrumpiendo el movimiento normal de grupos de pastores y comerciantes a través de la frontera que antes se producía con facilidad. Por otra parte, los crecientes sentimientos hostiles en Malí obstruyeron la entrada de camiones mauritanos que habían entrado en el país para comerciar, lo que provocó otra citación del Ministerio de Asuntos Exteriores mauritano al embajador de Malí para responsabilizar a Bamako de esta escalada. Posteriormente, Mauritania envió a Bamako a su ministro de Defensa y a su director de Inteligencia Exterior para reunirse con el presidente Goita con el fin de discutir formas de desescalar la situación.

Militarización de la respuesta

Ante los repetidos fracasos de las reuniones entre los líderes de ambos países tras los ataques consecutivos, Mauritania consideró necesario adoptar una respuesta notablemente más dura. La reacción mauritana a la crisis de abril de 2024 indicó claramente el uso de las capacidades militares como herramienta de disuasión, mostrando numerosos aspectos de las crecientes capacidades militares de Mauritania, por un lado, y centrándose en las zonas fronterizas orientales con Mali, por otro.

A principios de mayo, el portavoz del gobierno mauritano anunció que la frontera compartida con Mali atravesaba una situación inestable, subrayando la total disposición de las fuerzas armadas mauritanas para defender la patria y advirtiendo a cualquier parte de que no infringiera su territorio. El 4 de mayo, las fuerzas armadas mauritanas comenzaron a llevar a cabo extensas maniobras militares, las mayores de su tipo en la región de Hodh El Chargui, en las que participaron fuerzas aéreas y de artillería, lanzadas desde la base militar de la ciudad de Nema, la mayor ciudad del este de Mauritania. Las maniobras contaron también con la participación de los ministros de Defensa e Interior, así como del jefe del Estado Mayor del ejército mauritano.

El 10 de junio, la gendarmería mauritana llevó a cabo una amplia maniobra en la que participaron más de 1.500 efectivos con 200 vehículos militares. La maniobra tuvo lugar tanto en la capital, Nuakchot, como en la importante ciudad costera de Nuadibú, y abarcó las regiones del sur hasta la zona de Kobni, cerca de la frontera con Malí. La maniobra de la gendarmería atrajo una gran atención, con la participación del ministro de Defensa y de jefes militares, entre ellos el jefe de Estado Mayor de la Guardia Nacional y el jefe de Estado Mayor de la Gendarmería Nacional.

Paralelamente a estas maniobras sucesivas, la presidencia mauritana anunció, en un comunicado de la oficina de prensa de la presidencia, que las fuerzas armadas mauritanas poseen ahora, por primera vez, drones que les permiten responder a la evolución de las necesidades en materia de armamento, tras la visita del presidente Ghazouani a una base militar para inspeccionar la evolución del armamento y la preparación militar. El comunicado no proporcionaba detalles sobre estos drones mauritanos en cuanto a tipo, número o procedencia.

Motivaciones múltiples

Varios factores llevaron a Mauritania a adoptar un enfoque militar para responder a la última oleada de disturbios a lo largo de sus fronteras con Mali. Estos factores incluían variables relacionadas con las alianzas militares de Mauritania con potencias internacionales, la evolución de la carrera armamentística regional y, por último, los cambios en la dirección estratégica de la política exterior mauritana, que se exponen a continuación:

Aprovechamiento de las sólidas relaciones con la OTAN

Desde la invitación de Mauritania a participar en la cumbre de la OTAN en junio de 2022, la relación entre ambas partes se ha desarrollado rápidamente. Con la continua caída de gobiernos aliados en la región del Sahel y los crecientes indicadores de la presencia militar rusa en la zona, Mauritania surgió como un socio clave, lo que obligó a la OTAN a desarrollar relaciones con él rápidamente.

La cumbre de la alianza de 2022 aprobó un paquete de ayuda en materia de seguridad y defensa para Nuakchot, destinado a crear y mejorar capacidades para hacer frente a diversas amenazas contra la seguridad. En junio de 2023, el General Dah Sidy Mohamed El-Ghaib, comandante de la Academia Militar Conjunta de Mauritania, visitó la sede de la OTAN en Bruselas para discutir las vías para avanzar en la cooperación entre ambas partes. En marzo de 2024, la ministra de Defensa mauritana, Hanena Ould Sidi, recibió a una delegación militar de la OTAN encabezada por el presidente del Comité Militar de la Alianza, el almirante Robert Bauer, para debatir formas de continuar y mejorar las relaciones entre ambas partes.

A esto le siguió una reunión entre el Ministro de Defensa mauritano y el Vicesecretario General de la OTAN, Mircea Geoana, en mayo, después de que el informe final de los expertos independientes sobre la vecindad meridional de la alianza destacara la importancia de continuar la cooperación entre ambas partes. La dinámica cambiante de la presencia internacional en los países del Sahel no puede pasarse por alto como factor explicativo de las crecientes relaciones entre la OTAN y Mauritania, que se ha convertido en uno de los principales focos de atención de la alianza en la región, especialmente después de que Malí, Burkina Faso y Níger viraran sucesivamente hacia alianzas con Rusia. Esta situación ha convertido la relación con Mauritania en una piedra angular de la estrategia de la OTAN para mantener su capacidad de respuesta ante la evolución de la seguridad y los acontecimientos militares en esta turbulenta región.

Aprovechar la cercanía con China

Las relaciones entre Mauritania y China han experimentado una importante evolución en los últimos años. El presidente Ghazouani se reunió con su homólogo chino Xi Jinping durante su participación en la cumbre China-Árabe celebrada en Riad en diciembre de 2022, antes de que Ghazouani visitara Pekín en julio de 2023. Los dos países firmaron acuerdos de cooperación en agricultura, pesca y energía verde, e integraron a Mauritania en el programa chino de alivio de la deuda de varios países africanos.

Aunque Mauritania no ha difundido imágenes de sus nuevos drones anunciados recientemente, muchas fuentes sugieren que son de origen chino, lo que refleja la creciente cercanía entre ambos países. Las imágenes de la visita del Presidente Ghazouani a una base militar revelaron que Mauritania posee 20 vehículos blindados de asalto WMA301 de fabricación china equipados con un cañón de 105 mm, junto con ocho sistemas de defensa antiaérea de corto alcance de fabricación china del modelo Yitian-L remolcados por vehículos blindados Dongfeng.

Mantenerse al día en la carrera armamentística regional de los drones

El uso de drones se ha convertido en un campo de competencia entre Mauritania y sus países vecinos debido a la eficacia de los drones para hacer frente a los retos de seguridad en una región caracterizada por vastos paisajes desérticos. En los últimos años, varios países vecinos han realizado avances significativos en la tecnología de los drones, lo que ha obligado a Mauritania a seguir el ritmo de este desarrollo. Por ejemplo, en marzo de 2024, algunas fuentes revelaron que Argelia estaba a punto de cerrar un acuerdo para adquirir aviones no tripulados WJ-700 Falcon de fabricación china, tras un acuerdo previo el año anterior para adquirir aviones no tripulados Wing Loong 2 de fabricación china.

Mali también recibió dos lotes de Bayraktar TB2 de fabricación turca en marzo de 2023 y enero de 2024. Como resultado, Mauritania se encontró en una posición que requería adquirir y operar drones para mantenerse al día con los avances realizados por sus países vecinos.

Aspirar a convertirse en el «tercer polo» del norte de África

Mauritania representa un punto de encuentro entre dos círculos estratégicos opuestos. Por un lado, pertenece al círculo norteafricano por su acceso costero al Atlántico y su composición humana y cultural. Sin embargo, se enfrenta a las limitaciones derivadas de la presencia de dos polos competidores, Argelia y Marruecos, que tradicionalmente dominan esta región en términos de peso demográfico y capacidades económicas y militares. Por otra parte, Mauritania constituye la frontera occidental de la región del Sahel, que se extiende desde la región sudanesa de Darfur, al este, pasando por Chad, Níger, Malí y Burkina Faso.

Actualmente, la política de Mauritania refleja el deseo de sacar provecho de esta situación invirtiendo en su posición relativamente favorable en comparación con los países del Sahel para mejorar sus capacidades globales, posicionándose gradualmente para convertirse en el «tercer polo» del norte de África. Este planteamiento coincide con varios acontecimientos, en particular la apertura positiva de varias potencias internacionales hacia Nuakchot y la aparición de perspectivas económicas prometedoras en los campos de la prospección de petróleo y gas y los puertos marítimos comerciales. Además, Mauritania ha logrado superar sus problemas políticos crónicos desde la independencia al conseguir una transición pacífica del poder mediante el proceso electoral.

En conclusión, aunque las recientes tensiones fronterizas no iniciaron el cambio de Mauritania hacia la priorización de la creación y el desarrollo de capacidades militares, sí han puesto de manifiesto el gran interés de Mauritania por los asuntos militares como herramienta necesaria para hacer frente a los retos de seguridad internos y externos, además de ser un elemento activo para mejorar su posición regional tanto en el Sahel como en el Norte de África.