La crisis argelina, preludio del apaciguamiento en el Sahel y el Magreb

La crisis argelina, preludio del apaciguamiento en el Sahel y el Magreb

La crisis actual en Argelia y Sudán apunta a un futuro mejor para todo el Magreb y el Sahel

André Marie POUYA
MondAfrique

Bajo la presión popular, Argelia y Sudán están sumidos en la confusión, sin brújula inmediata. ¿Qué nuevo orden político sustituirá al cuasi-Estado del FLN (Frente de Liberación Nacional) en Argelia? En Sudán, ¿Qué formación política o militar sucederá al régimen semi-islamista del general Omar Hassan El Béchir?

Además de los cambios internos, estas convulsiones históricas tendrán repercusiones no sólo en la región del Magreb, sino también, y sobre todo, en el Sahel.

Argelia, cada vez más joven

A modo de hipótesis, podemos decir que, en Argelia, la futura clase dirigente debería ser, por fin, más joven, más moderna en su gobernanza y menos ávida de diatribas anticolonialistas, que durante mucho tiempo han sido el pan de cada día del FLN.

En Sudán se observan los mismos fenómenos de rejuvenecimiento y mayor virtud en la gestión de los asuntos públicos. En ambos casos, la exigencia de mayor democracia y equidad entre los ciudadanos estará a la orden del día. También podemos especular con una posible relajación del dominio religioso en la vida de los ciudadanos, lo que contribuirá a mejorar sus condiciones de vida.

El llamamiento del M6 a Argelia

En la región y en otros lugares, es probable que abunden los efectos de estos cambios de régimen. Muchos de los fuegos sugeridos, encendidos o avivados por los dos regímenes, ahora desaparecidos o en dificultades, podrían extinguirse o morir de muerte natural.

Marruecos se beneficiaría del rejuvenecimiento de los dirigentes argelinos, que albergan menos animadversión hacia los súbditos de Mohamed VI que los dirigentes actuales. Como recordatorio, la frontera entre los dos países está cerrada desde 1994 y los jefes de Estado se vieron por última vez en 2005….

En noviembre de 2018, el llamamiento del rey de Marruecos a un «diálogo franco y directo», superando las diferencias, no tuvo eco en Argel. La reapertura de esta frontera podría ser la primera expresión de buena voluntad de un nuevo régimen hacia su vecino. Los negocios se reanudarían de forma más floreciente, lejos del borrón artístico de diversas operaciones de contrabando. Comenzaría una nueva era en las relaciones entre ambos países. Como resultado, la cuestión del Polisario, tan dolorosa y delicada, encontraría una salida aceptable para todos los protagonistas.

Diálogo renovado

La parálisis de la Unión del Magreb Árabe daría paso a la cooperación regional. Desde la presidencia de Houari Boumediene, Argelia acusa a Marruecos de «malcriar a la juventud argelina con la droga». Esta acusación recurrente se aclararía sobre la base de conversaciones francas y medidas mutuas de limpieza. Con la República Islámica de Mauritania, las relaciones podrían mejorar en los ámbitos de la economía, el comercio y las inversiones.

Más delicada es la relación entre Francia y los países del G5 del Sahel, que sospechan que Argelia es la base de retaguardia y apoyo de figuras de la nebulosa terrorista que opera en la zona. Las relaciones entre Argelia, por un lado, y Burkina Faso, Malí y Níger, por otro, cambiarían cualitativamente. La inseguridad en el Sahel adquiriría entonces nuevos matices, quizá menos mortíferos.

En el ámbito de las migraciones, se inauguraría un diálogo más abierto entre Argelia y los países subsaharianos cuyos nacionales son ocasionalmente expulsados en condiciones mejorables y humanizables.

Los ingresos petrolíferos de Argelia se emplearían menos en la costosa diplomacia en curso desde los años 70, según la cual «ninguna decisión importante puede tomarse del norte al sur del continente sin que Argelia sea consultada». La guerra diplomática entre los dos vecinos, actualmente favorable a Argelia, se extiende al resto de África. A cambio, Marruecos está creando redes con los países al sur del Sáhara, a través de inversiones estratégicas y sostenibles: bancos, seguros, solicitud de adhesión a la CEDEAO, etc. A Argelia se le han abierto muchas puertas, cerradas durante mucho tiempo. Muchas puertas, cerradas durante mucho tiempo, podrían abrirse por fin….

Sudán, aliviar la tensión

En cuanto a Sudán, percibido como un polvorín y acusado de atrocidades sin nombre en Darfur y Kordofán, entre otros lugares, una forma de arrepentimiento oficial podría ser uno de los pilares de su propia supervivencia como nación. Sus fábricas de armas y otros laboratorios de supuesta destrucción masiva siguen infundiendo temor en los corazones de los países vecinos. La mendicidad, con su tufillo a islamización a cambio de petrodólares del Golfo, debería reducirse en favor de una cooperación más racional.

Etiopía, haciendo pleno uso del aura del joven Primer Ministro, Abi Ahmed, está intentando dar un paso en la brecha abierta por el levantamiento popular. Mediando entre la población insurgente y la junta destructora de la libertad, pretende preservar su retaguardia, constituida por las aguas del Nilo, de las que el dictador Mengistu Haile Mariam dijo que no eran en absoluto «un lago árabe»… El éxito de su intrusión llevaría a Sudán a mostrarse más «comprensivo» en el reparto de dichas aguas entre los dos protagonistas y Egipto.

A pesar de sus graves dificultades internas, Sudán del Sur está al acecho, dispuesto a aprovechar cualquier debilidad del futuro régimen para renegociar las condiciones de transporte de su crudo a través de los oleoductos que serpentean por su antiguo país gemelo.

Chad también podría hacerse aún más poderoso en la región, dado el desorden inmediato de su vecino oriental. La República Centroafricana tose, mientras que Sudán estornuda, debido a la implicación de este último en la firma de acuerdos destinados a pacificar a la primera. Diversas formas de tráfico forman otro cordón entre los dos países.

Infiltración yihadista

Según fuentes fidedignas, todo el norte de África ha sido infiltrado por yihadistas armados procedentes de Idleb, en el norte de Siria. Desde Libia, pueden operar en estos países y en el África subsahariana.

Egipto, con su mariscal, está llevando lejos su bien guardado argumento estatal, junto a un Sudán que se tambalea. A finales de 2018, Sudán cerró su frontera con Eritrea y anunció el estado de emergencia en dos de sus estados orientales, desplegando miles de soldados en la zona. Jartum acusó a Eritrea, supuestamente respaldada por Egipto, de querer intervenir en su territorio e incluso de prepararse para derrocar al presidente Omar al Bashir. Para reforzar su defensa, Eritrea se ha acercado a Emiratos Árabes Unidos, demostrando así la profundidad de su relación estratégica. En respuesta, Sudán se ha acercado a Qatar y Turquía.

La llegada de Turquía a orillas del Mar Rojo no agrada a Egipto, que se sabe próximo a los Hermanos Musulmanes, cuyo candidato, Mohamed Morsi, fue elegido presidente en 2012. Derrocado y encarcelado por el mariscal de campo Abdel Fatah Al-Sissi en 2013, murió repentinamente el 17 de junio. Turquía consideró sospechosa su muerte y pidió una investigación internacional.

Con la caída de al-Bashir, podemos suponer que estas tensiones y conflictos se intensificarán aún más.