La accesibilidad en las ciudades inteligentes: ¿una meta alcanzada o aún en construcción?

En el contexto del desarrollo urbano contemporáneo, las ciudades inteligentes se presentan como modelos de eficiencia, sostenibilidad e innovación tecnológica. Sin embargo, uno de los mayores retos que enfrentan es garantizar la accesibilidad universal, es decir, la capacidad de todos los ciudadanos para participar plenamente en la vida urbana sin barreras físicas o sociales

Las urbes más comprometidas apuestan por garantizar la movilidad, así como la inclusión social. Foto: 65ymas

Las ciudades inteligentes representan una de las aspiraciones más avanzadas del urbanismo contemporáneo. Basadas en la integración de tecnologías digitales, infraestructuras eficientes, gobernanza participativa y sostenibilidad, estas ciudades tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de sus habitantes mediante la optimización de los servicios públicos, la movilidad urbana y la gestión de recursos. Sin embargo, dentro de esta narrativa de progreso, la accesibilidad emerge como un eje fundamental que determina la verdadera inclusión social. Una ciudad no puede considerarse plenamente inteligente si no garantiza el acceso equitativo a todos sus ciudadanos, independientemente de su condición física, sensorial o cognitiva. En este sentido, el concepto de accesibilidad no se limita únicamente a la eliminación de barreras arquitectónicas, sino que abarca un enfoque integral que incluye la movilidad urbana, la accesibilidad digital, la vivienda, la educación, la salud y la participación cívica.

El Índice Global de Accesibilidad, desarrollado en paralelo con el IMD Smart City Index 2025, ha permitido identificar y evaluar el grado de accesibilidad alcanzado por las principales ciudades inteligentes del mundo. Este índice considera una serie de indicadores cuantitativos y cualitativos, entre ellos la infraestructura del transporte público —especialmente los sistemas de metro—, la accesibilidad de los alojamientos turísticos y residenciales, la adaptación de espacios públicos y atracciones culturales, así como la existencia de aplicaciones móviles y plataformas digitales destinadas a informar a la ciudadanía sobre los servicios accesibles disponibles.

Shanghái encabeza este ranking con una puntuación de 84.88, lo que refleja una sólida política de inclusión urbana en un contexto de crecimiento acelerado y modernización constante. La ciudad ha invertido significativamente en el desarrollo de una red de metro completamente accesible, con estaciones equipadas con ascensores, rampas, señalización en braille y sistemas auditivos para personas con discapacidades visuales y auditivas. A nivel cultural, numerosos museos y sitios emblemáticos como el Bund han sido adaptados, aunque el acceso a alojamiento inclusivo aún es limitado, reflejando una disonancia entre la infraestructura pública y la oferta privada.

Singapur, con una puntuación de 81, ofrece un ejemplo paradigmático de cómo la planificación urbana de alta densidad puede ser compatible con elevados estándares de accesibilidad. Su red de metro no solo es completamente accesible, sino que está complementada por un diseño urbano donde el 95% de las aceras, cruces peatonales y paradas de transporte están adaptadas. Las políticas gubernamentales imponen requisitos de accesibilidad en todas las nuevas construcciones, asegurando que el entorno edificado evolucione con criterios inclusivos. Además, su ecosistema digital ofrece aplicaciones oficiales que facilitan la localización de servicios accesibles.

En Wellington, la capital de Nueva Zelanda, se destaca un enfoque humanista de la accesibilidad urbana. Con 79.12 puntos, la ciudad demuestra que incluso las ciudades medianas pueden alcanzar altos niveles de inclusión. Su sistema ferroviario suburbano es completamente accesible y las áreas naturales, museos, parques y espacios escénicos han sido adaptados con criterios universales. Además, la integración de la cultura y el arte accesible refuerza el compromiso de la ciudad con la inclusión social plena.

Múnich, primera ciudad europea del ranking, con 78.92 puntos, representa un caso notable en cuanto a la integración de accesibilidad en un entorno urbano histórico. El 100% de sus calles y plazas públicas han sido adaptadas, y su red de metro, que abarca 100 estaciones, garantiza accesibilidad total. No obstante, aún existen retos en la adaptación de sitios turísticos patrimoniales, lo que subraya la dificultad de intervenir en estructuras antiguas bajo criterios modernos de accesibilidad.

Ámsterdam, con 76.51 puntos, ofrece una combinación innovadora de accesibilidad y sostenibilidad. Su red de metro completamente accesible se complementa con iniciativas únicas como bicicletas adaptadas y carriles bici accesibles a sillas de ruedas. Esta sinergia entre movilidad sostenible y accesible refuerza su posición como modelo de ciudad inteligente. Sin embargo, persiste una limitación en cuanto a la disponibilidad de alojamientos adaptados, lo que restringe la experiencia de visitantes con discapacidades.

En Hong Kong, con 75.82 puntos, la topografía montañosa y la alta densidad urbana no han impedido avances importantes en accesibilidad. Su red de transporte incluye accesos mediante ascensores y pavimentos táctiles, lo que facilita la movilidad en un entorno vertical. Aunque la oferta hotelera adaptada es amplia, algunas atracciones turísticas continúan siendo de difícil acceso para personas en silla de ruedas, evidenciando un reto de carácter estructural.

Pekín, con una puntuación de 73.16, ilustra el esfuerzo sostenido del gobierno chino por hacer accesibles sus ciudades emblemáticas. Con más de 500 estaciones de metro totalmente accesibles y una significativa adaptación de sitios históricos —como la Ciudad Prohibida o el Templo del Cielo—, Pekín ha logrado combinar tradición y modernidad en favor de la inclusión. Estos esfuerzos se alinean con las políticas estatales de accesibilidad universal promovidas desde 2015.

Praga, con 68.99 puntos, representa un caso típico de ciudad histórica que busca integrarse en el paradigma de la ciudad inteligente sin renunciar a su patrimonio. Aunque parte de su red de metro presenta limitaciones estructurales, el 77% ya es accesible y las principales atracciones turísticas están siendo progresivamente adaptadas. No obstante, la baja proporción de alojamientos accesibles indica la necesidad de políticas más activas en el sector privado.

Estocolmo, con 67.68 puntos, ha sido pionera en la implementación de proyectos de accesibilidad desde los años 90, como el programa “Easy Access”. Su visión 2030 busca consolidar una ciudad completamente accesible, no solo desde el punto de vista físico, sino también en términos de ocio y recreación. Aunque museos como el Vasa o el ABBA presentan accesibilidad moderada, el compromiso institucional con la inclusión es sólido y sostenido.

Finalmente, Canberra, con 67.37 puntos, destaca por su planificación urbana contemporánea, orientada desde su origen hacia la accesibilidad. Sus anchas avenidas, rampas, señalización táctil y sistema de tranvía 100% accesible, lanzado en 2019, reflejan una concepción moderna de ciudad inteligente inclusiva. Además, sus principales atracciones turísticas han sido diseñadas para ser disfrutadas por todos los visitantes sin distinción.

En conclusión, el análisis del Índice Global de Accesibilidad muestra avances significativos en la implementación de ciudades inteligentes inclusivas. No obstante, persisten desafíos importantes, especialmente en lo relativo a la oferta de alojamiento adaptado y la accesibilidad de sitios patrimoniales. La verdadera inteligencia urbana no puede medirse únicamente en términos tecnológicos, sino en la capacidad de estas ciudades para integrar a todas las personas en igualdad de condiciones. La accesibilidad, por tanto, no es un complemento, sino un pilar esencial de toda ciudad que aspire a ser justa, eficiente y humana.

Por Instituto IDHUS