El Sahel y el papel de la UE: La seguridad no lo es todo

El Sahel y el papel de la UE: La seguridad no lo es todo

Para lograr la tan citada asociación entre iguales, Europa tiene que ampliar el discurso y el intercambio sobre y con los países del Sahel.

Pierrette Herzberger-Fofana
Miembro del Parlamento Europeo y del Consejo Asesor del APRI.

La UE y sus Estados miembros tienen diversas funciones e intereses en la región del Sahel, que se extiende de oeste a este por el continente africano. La Estrategia de la UE para el Sahel («Estrategia europea para la seguridad y el desarrollo en el Sahel») lanzada por el Consejo de la UE en marzo de 2011 introdujo el marco «seguridad-desarrollo» de la región, que sigue conformando el discurso en torno a esta región hasta el día de hoy. En abril de 2015 se adoptó el Plan de Acción Regional para el Sahel (2015-2020), que debía guiar la aplicación de la estrategia. El plan de acción también insistía en la dimensión de la seguridad y la ampliaba.

En mi calidad de diputada al Parlamento Europeo y vicepresidenta de la Comisión de Desarrollo (DEVE), pude observar que la región del Sahel sigue abordándose predominantemente desde la perspectiva de la seguridad o la migración. Sin embargo, el enfoque de «seguridad y desarrollo» conlleva numerosos riesgos e infravalora la importancia de la gobernanza y el acceso a los servicios sociales básicos. Ensombrece retos regionales como los conflictos políticos, la pobreza, el cambio climático, los desplazamientos forzosos, la falta de acceso a los servicios sociales básicos, la mala gobernanza, la desigualdad y un modelo agrícola inadecuado.

Sin embargo, la UE y varios de sus Estados miembros tienen marcados intereses de seguridad en la región que se reflejan en diversas iniciativas. Francia tiene fama de ser el motor de la relación con los países del Sahel. Varias operaciones de seguridad están dirigidas por Francia y se integran en la estrategia o estrategias para el Sahel. En 2017, Francia y Alemania lanzaron la Alianza del Sahel, compuesta por Dinamarca, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y España, así como por instituciones de la UE e internacionales, con el fin de coordinar a los donantes y a los países del G5 del Sahel. El lanzamiento de la «Asociación para la Seguridad y la Estabilidad en el Sahel» dos años después, también por iniciativa de Francia y Alemania, amplió el alcance de las intervenciones contra el terrorismo transfronterizo más allá de los países del G5 del Sahel. También en la Coalición para el Sahel recientemente lanzada por el presidente francés Macron y los jefes de Estado de los países del G5 Sahel, el enfoque en la seguridad, es decir, la lucha contra el terrorismo, el desarrollo de capacidades para las fuerzas armadas de los países del G5 Sahel sigue siendo tanto como las preguntas sobre Francia con respecto a los países del Sahel.

La multitud de enfoques sobre la región, que no se puede describir aquí en su totalidad, muestra sin duda que los intereses de seguridad y, especialmente, la gestión de la migración es el denominador común entre muchos Estados miembros, aunque su implicación en la región pueda diferir. Sin embargo, es también aquí donde radica el mayor desafío. En 2015, un estudio demostró que existen 16 estrategias nacionales e internacionales diferentes para la región del Sahel. Otro grupo de reflexión sobre el desarrollo duda de que los intentos de armonización sin consultas previas entre las distintas partes interesadas tengan éxito debido al número de estrategias y a que existe un grave riesgo de duplicaciones y lagunas.

Durante las negociaciones posteriores a Cotonú y la elaboración del informe sobre la «nueva estrategia UE-África», quedó muy claro que las cuestiones de migración y seguridad (también en la región del Sahel) son un tema delicado en las relaciones UE-África, así como en las relaciones intraeuropeas, y que es necesario mejorar la coherencia, la coordinación y la transparencia. Desde la perspectiva del desarrollo, podría ser ventajoso replantear las relaciones con los países del Sahel centrándose en el desarrollo humano, creando sociedades resistentes y estables.

Los acontecimientos políticos en varios países del Sahel, por ejemplo en Mali el año pasado o ahora en Chad, con la inesperada muerte de su presidente, reservan efectos imprevisibles sobre el desarrollo y exigen enfoques matizados y adaptados.

Esto sólo puede conseguirse mediante procesos transparentes y participativos. Aunque hay que destacar los esfuerzos realizados por varios países para aumentar el diálogo entre donantes y partes interesadas con el fin de armonizar el enfoque, tenemos que ampliar el discurso y el intercambio sobre y con los países del Sahel y no debemos limitarnos a la dimensión de la seguridad para lograr la tan citada asociación entre iguales.