Del Petrodólar al ElectroYuan: Reconfiguración de la Economía Global en la Era de la Transición Energética

En un contexto de transición energética global y tensiones económicas persistentes, el surgimiento del llamado ElectroYuan plantea un cambio estructural en el sistema financiero internacional. Esta nueva estrategia china, basada en el liderazgo tecnológico verde y la internacionalización del yuan, podría desafiar la hegemonía del petrodólar y redefinir las dinámicas de poder económico

China en busca de usar el potencial de sus capacidades energéticas renovables como sostén de su moneda y economía. Foto: Flicker

En el marco de una transición energética sin precedentes, el surgimiento del llamado ElectroYuan plantea interrogantes fundamentales sobre el futuro de la arquitectura financiera internacional. A medida que la energía limpia y los compromisos climáticos reconfiguran las prioridades nacionales y los marcos de cooperación global, el modelo de dominación financiera basado en el petrodólar —que ha imperado desde los acuerdos de Bretton Woods y se consolidó tras el colapso del patrón oro en los años 70— enfrenta un desafío estructural impulsado por nuevas formas de poder tecnológico, financiero y ambiental. En este contexto, el yuan digital, vinculado a la cadena de suministro verde liderada por China, podría emerger como un nuevo pilar de intercambio comercial y financiero para el Sur Global, transformando tanto los ejes de dependencia como las posibilidades de autonomía económica.

Al comenzar este año 2025, el sistema económico internacional exhibe señales contradictorias: mientras Estados Unidos lidia con tensiones inflacionarias y altos rendimientos en los bonos del Tesoro —lo que refleja tanto resiliencia económica como advertencias sobre un ciclo de endurecimiento monetario prolongado—, China se enfrenta al desafío inverso, una deflación persistente, caída del consumo interno y rendimientos mínimos en sus bonos soberanos. Esta divergencia recuerda las “décadas perdidas” de Japón, aunque en un contexto mucho más interconectado y con mayores implicaciones globales. A diferencia del Acuerdo de Plaza de 1985, en el cual Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y Reino Unido coordinaron una depreciación del dólar para corregir desequilibrios comerciales, el mundo actual carece de un liderazgo multilateral efectivo. La fragmentación geopolítica, agravada por las tensiones entre Occidente y Eurasia, impide respuestas conjuntas a los desequilibrios sistémicos que aquejan a las principales economías.

Frente a esta coyuntura, China parece estar explorando estrategias innovadoras para capitalizar su posición como líder mundial en tecnologías limpias. El concepto del ElectroYuan, entendido como una estrategia para consolidar el yuan como moneda de referencia en el comercio y la financiación verde global, representa tanto un instrumento financiero como un vector de influencia geopolítica. Su implementación podría no solo amortiguar la desaceleración doméstica, sino también ofrecer a los países del Sur Global alternativas a la dependencia del dólar en sectores estratégicos como la energía, el transporte y la infraestructura.

China como Potencia Verde: Tecnología, Producción y Financiamiento

El liderazgo de China en la producción de tecnologías verdes es incuestionable. Actualmente, el país asiático fabrica más del 70% de los paneles solares del mundo, produce más del 60% de las baterías de iones de litio y domina cerca del 50% del mercado global de vehículos eléctricos. Además, las empresas chinas están fuertemente posicionadas en el sector de turbinas eólicas y en la cadena de suministro de minerales críticos como el litio, el cobalto y las tierras raras. Este dominio industrial no es accidental; responde a una planificación estratégica de largo plazo y a cuantiosas inversiones estatales que, entre 2013 y 2022, incluyeron más de 44.900 millones de dólares en financiamiento climático para países en desarrollo, según datos del World Resources Institute.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) ha servido como vehículo para exportar este modelo de desarrollo, articulando financiamiento, transferencia de tecnología e infraestructura en más de 150 países. Su dimensión verde, formalizada a través de los Principios de Inversión Verde (Green Investment Principles), busca alinear estos proyectos con estándares sostenibles, aunque no exentos de críticas por su opacidad y por los impactos ambientales y sociales de algunas obras. Con el ElectroYuan, China podría profundizar este marco de cooperación, ofreciendo financiamiento en yuanes vinculado a la adquisición de tecnologías limpias chinas, generando una red de interdependencia financiera y tecnológica con múltiples países del Sur Global.

Mecanismos Estratégicos del ElectroYuan

La consolidación del ElectroYuan como divisa clave en la economía verde internacional descansaría sobre varios pilares. En primer lugar, la promoción del yuan como moneda transaccional en el comercio de productos verdes —desde paneles solares hasta buses eléctricos— reforzaría su internacionalización y reduciría la necesidad de divisas fuertes como el dólar o el euro. Este proceso podría articularse a través de acuerdos de swap de divisas entre bancos centrales, mecanismos de clearing en yuanes y colaboraciones con bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

En segundo lugar, el mercado de bonos verdes denominados en yuanes (green panda bonds) permitiría financiar proyectos de energías renovables, movilidad eléctrica o eficiencia energética con menores tasas de interés y mayores plazos de amortización, ofreciendo a los países receptores condiciones más favorables que las impuestas por mercados financieros dominados por el dólar. Tercero, el contexto deflacionario interno de China y la debilidad del yuan frente al dólar actúan como ventajas competitivas adicionales, al reducir los costos de financiamiento externo en términos reales.

De la Superproducción a la Geopolítica Verde

China enfrenta una situación de exceso de capacidad en sectores clave de su industria verde, especialmente en fotovoltaicos y baterías. Esta sobreproducción, lejos de ser un problema estructural, puede convertirse en una oportunidad estratégica si se logra canalizar hacia la exportación con incentivos financieros inteligentes. Al mismo tiempo, las exportaciones de tecnologías limpias generan ingresos externos vitales para sostener la liquidez interna, apoyar empleos industriales y mitigar las presiones deflacionarias, contribuyendo así a la estabilidad macroeconómica nacional.

No obstante, esta estrategia también redefine los equilibrios geopolíticos. El ElectroYuan podría convertirse en una herramienta de diplomacia financiera y tecnológica, empoderando a los países del Sur Global con nuevas opciones de desarrollo. Países de África, Asia Central, el sudeste asiático y América Latina podrían beneficiarse del acceso a infraestructura verde, tecnología accesible y financiamiento menos volátil, fortaleciendo sus capacidades de negociación frente a instituciones dominadas por Occidente como el FMI o el Banco Mundial.

Riesgos y Reacciones: El Contraataque de Occidente

La expansión de la influencia financiera y tecnológica de China no ocurre en el vacío. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han reaccionado con políticas industriales y comerciales que buscan contener la penetración china en los mercados verdes. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) en EE.UU., que destina más de 370.000 millones de dólares a subsidios verdes, y el Pacto Verde Europeo, con mecanismos como el ajuste en frontera por carbono, son intentos explícitos de fortalecer cadenas de suministro locales y reducir la dependencia de insumos chinos. A esto se suman esfuerzos diplomáticos para reforzar alianzas con países productores de minerales estratégicos, diversificando proveedores y estableciendo controles a la exportación.

En este marco de competencia sistémica, la consolidación del ElectroYuan podría generar tensiones adicionales, desde disputas sobre normas técnicas hasta conflictos en foros multilaterales como la OMC, el G20 o el FMI. La posibilidad de sanciones secundarias, restricciones comerciales o bloqueos financieros no puede descartarse, especialmente si el yuan digital gana tracción como moneda de liquidación internacional al margen de las plataformas dominadas por el dólar (como SWIFT).

Lecciones del Petrodólar: Dependencia, Liderazgo y Multipolaridad

El petrodólar emergió tras los acuerdos entre EE.UU. y Arabia Saudita en la década de 1970, que establecieron que el petróleo debía venderse exclusivamente en dólares, asegurando así la demanda global de la moneda estadounidense. Este sistema permitió a EE.UU. financiar déficits sin afectar la estabilidad del dólar, sostener su hegemonía militar y proyectar poder financiero a nivel global. Sin embargo, también generó una profunda dependencia de países exportadores hacia los ciclos de liquidez estadounidenses, exacerbando vulnerabilidades macroeconómicas.

El ElectroYuan, si bien inspirado en la lógica del petrodólar, propone un modelo diferente. No se trata de una divisa respaldada por hidrocarburos, sino por flujos de tecnología limpia, inversiones en infraestructura sostenible y cadenas de suministro verdes. A diferencia de Japón, cuya política económica estuvo alineada a los intereses de EE.UU., China busca una autonomía estratégica orientada al Sur Global, promoviendo un sistema financiero multipolar donde el yuan pueda coexistir con otras monedas en la arquitectura internacional.

Sin embargo, existen desafíos estructurales: el yuan carece de la liquidez, la profundidad de mercado y la confianza institucional del dólar. A esto se suman preocupaciones sobre la transparencia del sistema financiero chino, la falta de independencia de su banco central y los impactos ambientales o sociales de sus proyectos en terceros países. La institucionalización del ElectroYuan requeriría una reforma sustancial de sus mecanismos regulatorios, mayor apertura financiera y una gobernanza más inclusiva y creíble.

Implicaciones para el Sur Global: Oportunidad y Cautela

Para los países del Sur Global, el ElectroYuan podría representar una ventana de oportunidad para diversificar fuentes de financiamiento, reducir la exposición al riesgo cambiario del dólar y acceder a tecnologías cruciales para una economía baja en carbono. Sin embargo, también conlleva riesgos: la dependencia excesiva de un solo socio financiero, la concentración tecnológica en manos chinas, o la subordinación a criterios de elegibilidad determinados unilateralmente por Beijing podrían reproducir nuevas formas de dependencia estructural.

En este sentido, los países receptores deben desarrollar marcos de política industrial y tecnológica propios, fortaleciendo su capacidad de negociación, evaluando los impactos ambientales y sociales de los proyectos financiados y buscando un equilibrio entre el financiamiento externo y la autonomía estratégica. Solo así podrán convertir esta coyuntura en un verdadero proceso de desarrollo sostenible, inclusivo y soberano.

 ¿Un Nuevo Orden Financiero Sostenible?

El ElectroYuan no es simplemente una moneda digital ni una herramienta más de comercio internacional. Representa la intersección entre poder financiero, liderazgo tecnológico y ambiciones geopolíticas en un momento histórico marcado por la urgencia climática. A través de esta estrategia, China aspira no solo a estabilizar su economía, sino también a reescribir las reglas del sistema financiero global, alineándolo con los desafíos de la descarbonización y la reconfiguración del poder global.

Para el Sur Global, este giro representa tanto una oportunidad de emancipación como un riesgo de nueva dependencia. El equilibrio entre cooperación y autonomía, entre pragmatismo y soberanía, será clave para determinar si este nuevo modelo puede contribuir a un orden internacional más equitativo, resiliente y sostenible.


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