La violencia ha llegado a las fronteras de Costa de Marfil, Guinea y Senegal
ALBERTO SUÁREZ SUTIL
Atalayar
Entre el 15 y 16 de febrero tuvo lugar en N´Djamena, capital de Chad, la cumbre del G5 Sahel. En la cita también estuvieron presentes Francia -que con la operación Barkhane es el país europeo con la mayor presencia militar en el terreno- diversos países de la Unión Europea -la cual tiene tres misiones de formación en el terreno- y países de Oriente Medio y el Magreb como Marruecos y Emiratos Árabes Unidos.
La cumbre venía precedida por una serie de desafíos
Primero, la creciente impopularidad de Barkhane en la sociedad francesa debido al aumento de muertes ha puesto sobre la mesa la idea de empezar la desescalada. Se esperaba que Macron comentara esto y la reacción de los países del G5 Sahel.
Sobre el terreno, los temas a discutir serían si la situación de seguridad había mejorado respecto al año pasado, cuando Francia aumentó el número de tropas en el terreno con 600 efectivos extra ante la extensión de la violencia. Esto no se ha conseguido. La violencia ha llegado a las fronteras de Costa de Marfil, Guinea y Senegal -países antes inmunes a la amenaza yihadista-. Síntoma de esta preocupación es la actitud de Senegal, presente en la cumbre del G5 Sahel y su preocupación por el terrorismo:” el cual ya no es visto como un fenómeno lejano, pero como un peligro inmediato”1.
El aumento de la violencia contra los civiles era otro de los temas a tratar. 2020 tuvo el triste honor de ser el año más mortífero para civiles “con 2400 víctimas en Burkina Faso, Mali y Níger,”2. La mayor parte por tropas gubernamentales, convirtiendo 2020 en el primero en el que la tendencia se revertía respecto a quién mataba el mayor número de civiles. Ejemplos de esto son el descubrimiento en Inate Níger de 71 cuerpos en marzo y abril del 2020, 210 ejecuciones de civiles en Burkina Faso entre noviembre del 2019 y junio del 2020 y la muerte de 37 personas en Binedama Mali el 5 de junio del 2020 por militares acompañados de milicias de autodefensa. Las pesquisas judiciales de estas atrocidades se han estancado y los militares no se han disculpado. Esto no hace sino aumentar la desconfianza de las poblaciones locales hacia las autoridades, facilitando la implantación de los grupos terroristas.
Francia anunció que a corto plazo no iba a retirar sus tropas. Anunció que el enemigo a batir sería los grupos asociados a Al-Qaeda, Grupo de Apoyo para el Islam (JNIM) y Katiba Mancina. Macron también saludó la decisión del presidente de Chad Idriss Debay de enviar 1200 soldados a la zona de las tres fronteras (Mali, Burkina Faso y Níger), prueba a ojos de París del compromiso del G5 Sahel con la defensa de su seguridad.
París también pidió a los países del G5 una mayor implicación política, especialmente el retorno de la ley a cargo del estado y la inversión en las zonas donde la violencia yihadista está presente. Tal mensaje se puede interpretar como una llamada al orden a los países de la coalición para que no cometan abusos hacia sus ciudadanos, la cual empeora la probabilidad de acabar con la amenaza yihadista. El mensaje también hacía referencia a la ayuda de la Alianza Sahel, que celebraba su segunda asamblea a la vez que la del G5 Sahel. Esta alianza tiene como objetivo el desarrollo socioeconómico de los países del G5. París también pidió a los países del G5 una mayor implicación política, especialmente el retorno de la ley a cargo del estado y la inversión en las zonas donde la violencia yihadista está presente. Tal mensaje se puede interpretar como una llamada al orden a los países de la coalición para que no cometan abusos hacia sus ciudadanos, la cual empeora la probabilidad de acabar con la amenaza yihadista. El mensaje también hacía referencia a la ayuda de la Alianza Sahel, que celebraba su segunda asamblea a la vez que la del G5 Sahel. Esta alianza tiene como objetivo el desarrollo socioeconómico de los países del G5. Aceptando la ayuda de esta Alianza junto a un mejor trato hacia los civiles por parte de las tropas del G5 Sahel, se conseguiría reducir la violencia, lo cual facilitaría la desescalada francesa. También, demostraría la valía de los países de la zona en gestionar su seguridad por sí mismos y de manera ética, algo que ocho años después del inicio de la inestabilidad en la zona, no se ha logrado.
¿Se puede conseguir ambos propósitos?
Políticamente, a las debilidades estructurales y abusos antes descritos de los países del G5 se añade el hecho de que algunos de estos países están experimentando cambios políticos que complican sus posibilidades de contribuir a la lucha antiterrorista. Mali está sumida en su transición política del golpe de estado que experimentó en agosto. A fecha de hoy, esta transición sigue en pie, como se vio con la disolución de la junta militar transitoria en enero. No obstante, aun hay dudas sobre cómo terminará. Estas dudas complican el delicado futuro de Mali, el origen de la situación actual y el más afectado por el terrorismo yihadista y la violencia gubernamental.
Chad y Níger también se enfrentan a problemas políticos. En Chad, la decisión del actual presidente Idriss Deby de ser candidato por sexta vez para las presidenciales ha originado protestas. Níger vivió la segunda vuelta de las presidenciales este mes, en las cuales ganó el candidato oficialista Mohamed Bazoum. La oposición habló de fraude electoral y hubo protestas en las principales ciudades que fueron reprimidas.3
Tales eventos políticos, arrojan dudas sobre la viabilidad de los países de la zona para poder cumplir con el anuncio de Macron de una mayor implicación política en la mejora de las condiciones de vida de sus ciudadanos. Muy probablemente, estos líderes usarán la fuerza para acallar cualquier signo de oposición a su mandato, facilitando la implantación de los grupos terroristas.
También está por ver cómo se hará la desescalada francesa a medio y largo plazo. No es posible predecir si la situación militar va a mejorar a lo largo del año, lo cual podría parar la retirada o resultar en el aumento de efectivos, como ocurrió en la cumbre de Pau del 2020. Se habla de la posibilidad de empezar por retirar los 600 efectivos que se mandaron en 2020, un gesto -que si se hiciera- “transmitiría una señal política, pero sin cambiar la situación».4 Si esto se hiciera al final, dejaría sobre el terreno 4500 efectivos, los cuales continuarán siendo presas de morir, aumentando la fatiga popular contra la misión, algo que podría costarle la presidencia a Macron5.
Finalmente, no hay una alternativa militar que a fecha de hoy pueda suplir el esfuerzo militar francés. La Fuerza Especial Takuba, formada por 7 países europeos, aunque una muestra de la respuesta a la demanda París de una mayor presencia europea en el Sahel, no puede considerarse como un sustituto a Barkhane. Sus competencias se limitan a ayudar a las fuerzas malienses. Además, se podría argumentar hasta qué punto Takuba es representativa del interés europeo en el Sahel, pues las contribuciones de otros países se han hecho a cuentagotas, con la mayor parte del personal y el mando recayendo en París. Las misiones de la Unión Europea en el terreno tampoco son una alternativa, pues se limitan a formar a los militares y policías de los países de la zona, no al combate como Barkhane. Hay que añadir a estola debilidad de las fuerzas del G5 Sahel, sobre las que aún planean dudas sobre sus capacidades.
En conclusión, la cumbre del G5 Sahel de este mes tenía como telón de fondo el inicio del fin de la presencia francesa en la zona, la mejora de la seguridad en el terreno y las acusaciones de abusos contra civiles por parte de las fuerzas gubernamentales. Durante la cumbre, Macron anunció que a corto plazo no iba a ver una reducción de tropas y pidió a los países de la coalición una mayor implicación en la mejora del bienestar de sus ciudadanos. Ambos propósitos se presentan difíciles de conseguir, pues Chad, Níger y Mali están sumidos en procesos políticos con potencial para desestabilizarlos y los militares no se han disculpado por las atrocidades cometidas como tampoco han avanzado las investigaciones judiciales. Respecto a la retirada francesa, no hay fuerza militar que pueda reemplazar a Barkhane. Takuba y las misiones de la Unión Europea se ven limitadas por la lentitud de las contribuciones europeas en el caso de Takuba y su no intervención en acciones de combate en el caso de la Unión Europea. A esto hay que añadirle la debilidad de las tropas del G5 Sahel, sobre las que aún hay dudas sobre su capacidad para gestionar su propia seguridad.