Según una investigación del periódico The Washington Post, ambas organizaciones estarían cooperando para tomar el control de gran parte de esta zona de África occidental
CARLOTA PÉREZ
Atalayar
Que la unión hace la fuerza es una frase muy manida, pero en muchos casos lleva al éxito. Las facciones de Al-Qaeda y Daesh en el Sahel parecen estar de acuerdo con esta máxima y han comenzado una estrategia que les convierte en aliados en la zona de África occidental, según ha revelado el diario norteamericano The Washington Post, contando con testimonios de funcionarios estadounidenses. El objetivo de esta unión es tomar el control de gran parte del territorio de África occidental, justo debajo del desierto del Sahara, en países como Mali, Níger y Burkina Faso.
Las dos facciones de los grupos terroristas parecen estar coordinando ataques y creando áreas de influencia en la zona del Sahel.
Según el general Dagyin Anderson, jefe del brazo de Operaciones Especiales del Ejército estadounidense en África, en declaraciones al Post, lo visto hasta ahora “no son sólo actos de violencia al azar bajo una bandera terrorista, sino una campaña deliberada que está tratando de poner a estos diversos grupos bajo una causa común”, lo que para el general supone una amenaza para Estados Unidos.
El general hace referencia a la campaña aparentemente coordinada entre Al-Qaeda y Daesh para aislar a Ugadugú, la capital de Burkina Faso, al tomar el control de las carreteras; además del bombardeo de puentes y ataques contra convoyes militares. Además, en enero de este año, JNIM (Jama’ at Nasr al Islam wal Musilim), una organización alineada con Al Qaeda, mató a 20 gendarmes en una base aislada de Mali, junto con la colaboración del afiliado local de Daesh.
El Sahel es una región muy compleja, donde conviven e interactúan diferentes organizaciones criminales, milicias étnicas, grupos armados y autoridades gubernamentales, lo que provoca un ambiente de inseguridad continuo. Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Boko Haram o Daesh son organizaciones terroristas que están asentadas en esta zona, convirtiéndola en área complicada para las fuerzas armadas. Es en esta zona, donde durante años, tanto AQMI como Daesh han llevado acabo una lucha por el liderazgo de la yihad regional.
Según una docena de entrevistas realizadas a altos funcionarios y líderes militares de Estados Unidos, Francia y África, los militantes de AQMI y Daesh han utilizado tácticas cada vez más sofisticadas en los últimos meses, ya que se han afincado más profundamente en Mali, Níger y Burkina Faso, atacando bases del ejército y dominando aldeas con gran fuerza. Francia actualmente tiene 4.500 soldados en la zona para combatir contra los extremismos vinculados a Daesh y a Al Qaeda. Estados Unidos tiene cerca de 1.400 soldados desplegados en la zona. La intervención francesa en enero de 2013, con la Operación Serval, expandida a partir de 2014 a toda la región del Sahel con la Operación Barkhane, junto con el despliegue de una fuerza pacificada de la Unión Africana, que acabaría transfiriendo su autoridad a la Misión de Estabilización Integrada Multidimensional de las Naciones Unidos (MINUSMA), logró debilitar a los grupos yihadistas, pero no logró ni su erradicación, ni su neutralización.
El pasado 13 de enero, Francia y los países del G5 Sahel (Níger, Chad, Mauritania, Burkina Faso, Mali) acordaron en una cumbre en París reforzar su cooperación militar frente a los ataques yihadistas en Sahel.
Sin embargo, según el informe trimestral publicado por el Congreso de los Estados Unidos, sobre África y las operaciones antiterroristas, las fuerzas extremistas violentas superaron a las fuerzas locales e internacionales. La coalición de leales a Al-Qaeda, JNIM tiene hasta 2.000 combatientes en la zona y Daesh cuenta con cientos de efectivos y combatientes, según el informe. “Este cáncer se extenderá mucho más allá si no luchamos juntos para acabar con él”, ha dicho el general Ibrahim Fane, secretario general del Ministerio de Defensa de Mali, cuyo país ha perdido más de 100 soldados en enfrentamientos desde octubre.
AQMI, franquicia de Al-Qaeda en el Magreb, sigue una ideología inscrita en la familia del salafismo yihadista y su proyecto estriba en establecer un emirato islámico en el Magreb desde Marruecos hasta Libia a través del desierto del Sahel.
Por su parte, el papel de Daesh en el norte de África tuvo su punto álgido cuando en 2016, Boko Haram les juró lealtad al igual que otros grupos yihadistas. Las victorias del Daesh produjeron importantes desacuerdos entre los grupos yihadistas y produjeron traiciones en el seno del AQMI. Los éxitos de Daesh entre 2014 y 2016 inclinaron la balanza hacia su lado del liderazgo de la yihad en África, pero Al Qaeda logró resistir y AQMI mejoró sus posiciones para la lucha por el liderazgo del terrorismo yihadista en el continente.
Rivales en oriente medio
Si bien Al-Qaeda y Daesh son enemigos en Siria y Yemen, las lealtades en África occidental tienden a ser más fluidas, reforzadas por los lazos tribales y las preocupaciones prácticas en lugar de la ideológica.
Pero los enemigos comunes unen más que las diferencias, y ambos grupos comparten el odio hacia los gobiernos occidentales y locales de los que intentan arrebatar el control y establecer su califato. Según un funcionario de inteligencia árabe, citado por el Washington Post, la misión compartida no está exenta de enfrentamientos: los líderes de Al Qaeda estaban “indignados” recientemente cuando Daesh intentó reclutar militantes de un área que consideraban suya.
Un soldado nigeriano mira las tumbas de los soldados muertos antes de la llegada de los líderes de las naciones del G5 del Sahel a Niamey, el 15 de diciembre de 2019.
Esta posibilidad de alianza entre las dos organizaciones terroristas más temidas preocupa a Estados Unidos. Las franquicias de Al-Qaeda y Daesh en el Sahel, aunque operan de manera independiente, mantienen una continua conexión con las formaciones centrales. Los dos grupos están experimentando cambios en el liderazgo: el líder de Daesh, Abu Bakr al-Baghdadi, fue asesinado en una redada de un comando estadounidense en Siria a finales del año pasado, y el líder de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, de 68 años, sufre problemas de salud.
Ambos grupos terroristas han aprovechado las vicisitudes de esta región para captar a jóvenes vulnerables y de esa manera ganar terreno en Mali, Níger y Burkina Faso para planificar ataques contra las fuerzas desplegadas en esos países y hacer más difíciles la lucha contra el terrorismo. Con esta estrategia, lo que buscan tanto AQMI como Daesh es establecer una región que se base en el fundamentalismo religioso, lo que pretendían cuando nacieron por separado, pero ahora, uniendo sus fuerzas.