Analizamos la transformación urbana de Cantón (Guangzhou), una de las mayores ciudades de China, que ha emergido como referente en movilidad sostenible mediante el impulso de una infraestructura ciclista ambiciosa y bien planificada. En un contexto de rápida urbanización y crecimiento económico, la ciudad ha priorizado el desarrollo de modos de transporte no motorizados como respuesta estratégica a los desafíos ambientales y de congestión vial. Este proceso, respaldado por políticas públicas sólidas y una inversión sostenida, ofrece lecciones clave para el futuro de la movilidad en las megaciudades del siglo XXI

La ciudad de Cantón (Guangzhou), ubicada al sur de China y capital de la próspera provincia de Guangdong, se ha consolidado en las últimas décadas como uno de los principales núcleos urbanos del gigante asiático, tanto por su peso económico como por su papel logístico y comercial. Con una población que supera los 18 millones de habitantes, esta metrópolis forma parte del dinámico eje del Delta del Río Perla, una de las regiones económicas más desarrolladas del país, y mantiene estrechos vínculos con Hong Kong y Macau, en una configuración urbana transfronteriza sin precedentes. Este contexto convierte a Cantón en un laboratorio privilegiado para observar la transformación estructural de las ciudades chinas en el siglo XXI.
Uno de los aspectos más destacables de esta transformación es el proceso de transición hacia una movilidad urbana más sostenible, resiliente e inclusiva, en el que los modos no motorizados —particularmente el uso de la bicicleta en sus múltiples variantes— han adquirido una importancia estratégica creciente. A diferencia de muchas otras megaciudades en desarrollo que replican esquemas de motorización masiva, Cantón ha apostado por equilibrar su modelo de transporte, reconociendo los impactos negativos del crecimiento acelerado del parque automotor en términos de congestión, contaminación del aire, consumo energético y pérdida de espacio urbano.
Este cambio de paradigma no es espontáneo ni aislado. Se inscribe dentro de una serie de políticas públicas impulsadas por autoridades locales y respaldadas por organismos técnicos especializados como el Instituto de Políticas de Transporte y Desarrollo (ITDP China), en conjunto con agencias municipales de planificación, seguridad vial y gestión del espacio público. A nivel nacional, estas iniciativas se alinean con los objetivos de sostenibilidad promovidos por el gobierno central, especialmente en el marco de las estrategias de desarrollo verde delineadas en los Planes Quinquenales y en los compromisos asumidos por China en materia de reducción de emisiones de carbono.
Desde hace más de una década, Cantón ha sido reconocida por sus esfuerzos pioneros en transporte público de alta capacidad. El sistema de Autobuses de Tránsito Rápido (BRT) lanzado en 2010 fue un ejemplo emblemático de integración tecnológica, eficiencia operativa y planificación urbana orientada al usuario. Este sistema no solo alcanzó niveles de demanda comparables a los del metro, sino que fue el primero en Asia en obtener el estándar de oro del BRT según la metodología internacional del ITDP, siendo considerado un modelo de referencia replicado posteriormente en otras ciudades de China y el mundo.
Sin embargo, en años recientes el foco se ha desplazado hacia un componente clave pero a menudo subestimado de la movilidad sostenible: la infraestructura para modos activos, es decir, caminar y andar en bicicleta. En este ámbito, la ciudad ha emprendido una serie de proyectos que van desde la planificación piloto de carriles bici segregados hasta la integración normativa de estos modos en la política pública urbana. Esta evolución representa no solo una respuesta técnica al aumento del uso de bicicletas y vehículos eléctricos ligeros —como las populares e-bikes y ciclomotores livianos—, sino también un replanteamiento del modelo de ciudad, en el que el espacio vial deja de estar centrado en el automóvil para priorizar al ser humano.
Una característica particular del contexto chino es la amplitud y diversidad del parque vehicular de dos ruedas, que incluye tanto bicicletas convencionales como vehículos eléctricos de baja velocidad, ampliamente utilizados por repartidores, trabajadores informales y sectores populares como medio económico, rápido y flexible de transporte. Este fenómeno, lejos de ser marginal, implica a cientos de millones de usuarios a nivel nacional y plantea un desafío de planificación sin precedentes en cuanto a seguridad vial, regulación técnica y diseño urbano.
En el caso de Cantón, las intervenciones comenzaron con un estudio exhaustivo de diagnóstico que abarcó seis distritos centrales de la ciudad, evaluando el estado físico de los carriles no motorizados, su conectividad, el grado de protección, y la percepción ciudadana respecto a la seguridad, confort y accesibilidad de estos espacios. El trabajo de campo incluyó encuestas a usuarios, observaciones directas del flujo vehicular, análisis geoespacial de redes viales, y mapeo de conflictos viales en intersecciones.
A partir de estos insumos, el equipo técnico elaboró un conjunto de recomendaciones integrales dirigidas a transformar la planificación vial con base en criterios de equidad modal, funcionalidad y sostenibilidad. Entre los lineamientos propuestos se destacan: el establecimiento de estándares de diseño unificados para carriles bici; la incorporación sistemática de modos no motorizados en los presupuestos de infraestructura urbana; el fortalecimiento institucional de los departamentos responsables mediante herramientas de gestión y seguimiento técnico; y el estudio comparado de buenas prácticas internacionales, adaptadas a las condiciones locales.
Los resultados obtenidos han sido notables. Entre 2020 y 2024, la longitud total de carriles no motorizados en la ciudad pasó de 1.215 a 2.966 kilómetros, lo que representa un aumento del 144%. Esta expansión ha sido particularmente significativa en los distritos más congestionados, donde la cobertura de carriles bici creció del 56% al 82% en el mismo periodo. Además, se instalaron 259 semáforos exclusivos para ciclistas, con el fin de reducir conflictos con vehículos motorizados y mejorar la seguridad en intersecciones críticas, lo cual también ha contribuido a ordenar el flujo general del tránsito.
Un aspecto clave de esta transformación ha sido la redistribución del espacio vial, en muchos casos a expensas del automóvil privado. En total, se eliminaron o reconvirtieron 2.373 plazas de estacionamiento en superficie en 76 calles estratégicas, liberando espacio para carriles bici, veredas ampliadas y áreas verdes. Este tipo de medidas, aunque a menudo polémicas, reflejan un cambio de prioridades en la gestión del espacio urbano, orientado a recuperar la calle como lugar de encuentro, movilidad y bienestar colectivo.
La experiencia de Cantón pone en evidencia que la infraestructura por sí sola no es suficiente. El éxito de estos proyectos ha dependido también de la coordinación interinstitucional, la participación comunitaria, la voluntad política sostenida y una visión estratégica de largo plazo. En este sentido, la ciudad ha anunciado nuevos planes que consolidan esta tendencia. Entre ellos se incluye una inversión de 28,95 millones de yuanes (más de 4 millones de dólares) para optimizar el espacio vial en el centro urbano, así como la renovación de 83 kilómetros de calles principales y secundarias, lo que permitirá incorporar 166 kilómetros adicionales de carriles no motorizados.
Asimismo, se prevé la modernización de más de 500 intersecciones, con diseños que contemplan carriles bici segregados, nueva señalización, y dispositivos tecnológicos orientados a mejorar la seguridad y fluidez del tránsito ciclista. Estas intervenciones no solo buscan reducir la siniestralidad, sino también integrar la red ciclística de forma coherente con otros modos de transporte, en una lógica de intermodalidad funcional.
En suma, el caso de Cantón demuestra que es posible construir ciudades más humanas, sostenibles y eficientes mediante la promoción activa de la bicicleta y otros modos de transporte no motorizado. Lejos de ser un simple accesorio urbano, la infraestructura ciclista se presenta como un elemento estructurante del modelo de ciudad futura. A través de una combinación inteligente de datos, planificación técnica, diseño urbano y decisión política, esta metrópolis china ha logrado no solo transformar su movilidad, sino también redefinir el papel del espacio público en la vida cotidiana de millones de personas.