Burkina Faso – Actualización de octubre de 2017

Burkina Faso – Actualización de octubre de 2017

Matt Fleugel-Carew
ACLED

En enero de 2016 comenzó una cadena de violencia por parte de grupos militantes islamistas en África Occidental que traspasó el «arco de inseguridad» que va desde Malí, en el norte, hasta la cuenca del lago Chad, en el este. Este primer atentado fue perpetrado por el grupo Al-Mourabitoun, afiliado a Al-Qaeda, contra un hotel y un restaurante frecuentados por extranjeros en Uagadugú, capital de Burkina Faso, con el resultado, según las informaciones, de 3 militantes y 30 civiles muertos (CNN, 18 de enero de 2016). A este ataque le seguiría solo dos meses después, en marzo, un asalto de Al Mourabitoun y Al-Qaeda, esta vez en la ciudad turística de Grand-Bassam, en Costa de Marfil, que dejó 16 civiles y 6 militantes muertos (BBC, 14 de marzo de 2016).

Aunque en ninguno de estos países se produjeron atentados similares en 2016, a finales de año otros grupos islamistas militantes habían perpetrado atentados de menor envergadura en Burkina Faso. Entre ellos, dos reivindicados por el Estado Islámico en el Gran Sáhara y uno perpetrado por una milicia islamista no identificada de Malí contra puestos de seguridad en el norte del país. Sin embargo, estos atentados se vieron eclipsados por un ataque perpetrado en diciembre de 2016 contra un puesto del ejército en Nassoumbou por unos 40 hombres armados hasta los dientes, que causó la muerte de al menos 12 soldados burkineses (MENASTREAM, 3 de enero de 2017). Este ataque fue reivindicado por un nuevo grupo asociado tanto a Al Qaeda como a Ansar Dine, Ansarul Islam, que anunció su formación junto con la reivindicación poco después del ataque (Dakaractu, 4 de enero de 2017).

Desde estos atentados, Burkina Faso ha experimentado una tendencia al alza en el número de ataques en combate y contra civiles, así como de víctimas mortales. Los niveles de víctimas mortales se sitúan en niveles equiparables a los del derrocamiento del presidente Blaise Campaore en 2014 y a los del descubrimiento de una fosa común en febrero de 2002. Aunque el total de víctimas mortales notificadas sigue siendo bastante bajo (véase el gráfico 1) si se compara con los totales mensuales de Malí o Nigeria, el creciente número de atentados perpetrados por grupos islamistas militantes es el factor impulsor de este aumento y representa una importante extensión de la actividad militante en el país.

Los sucesos en los que participaron grupos islamistas militantes representaron más del 75 % de todas las víctimas mortales notificadas en Burkina Faso en 2016 (58 de 81), mientras que en 2017 representaron algo menos de la mitad de todas las víctimas mortales notificadas (40 de 90). Y aunque su porcentaje del total de víctimas mortales se redujo, otro tercio de todas las víctimas mortales notificadas se atribuyen a grupos armados no identificados que utilizaron la violencia asociada a grupos islamistas militantes de la zona, como la colocación de artefactos explosivos improvisados, o que coincidían en gran medida con las zonas de operaciones de estos grupos.

Figura 1: Número de sucesos y víctimas mortales notificadas por tipo en Burkina Faso, enero de 2015 – septiembre de 2017

Este último punto es especialmente importante, ya que el aumento de la violencia registrado en Burkina Faso desde finales de 2016 se ha concentrado en gran medida en la provincia septentrional del Sahel, y la mayoría de los incidentes se han producido en las regiones de Oudalan y Soum, fronterizas con Malí y Níger (véase la figura 2).

En estas regiones se ha producido casi toda la actividad de los grupos islamistas militantes y también la mayor parte de la violencia de grupos no identificados, lo que sugiere que es probable que haya un solapamiento significativo. La concentración de estos ataques en la frontera con Malí y Níger no es sorprendente, dado que los ataques transfronterizos también han sido relativamente frecuentes en Níger desde el comienzo del conflicto en Malí. Los debates entre los Gobiernos de Burkina Faso, Malí y Níger para desarrollar una fuerza operativa de seguridad regional, similar a la Fuerza Operativa Conjunta Multinacional que se ocupa de Boko Haram, estuvieron motivados en realidad por la creciente incidencia de los ataques transfronterizos (West Africa Brief, 6 de febrero de 2017), aunque con escaso éxito a pesar de los esfuerzos franceses más recientes por reactivar la idea (The National, 2 de julio de 2017).

Otra perspectiva de esta creciente violencia de los grupos islamistas militantes en Burkina Faso es la forma que adopta. Aunque tanto los combates como la violencia contra civiles han experimentado un aumento proporcional en 2017 con respecto a 2016, ha habido dinámicas adicionales dentro de estas tendencias, como los ataques a escuelas. Los ataques específicos de Ansarul Islam contra escuelas y profesores han implicado que los militantes se presenten en las escuelas y exijan a los profesores que instruyan a sus alumnos en el Corán y dejen de enseñar francés (France24, 20 de marzo de 2017), mientras que en otros casos, los militantes han llegado a matar a directores y profesores de escuelas (Xinhua, 4 de marzo de 2017).

Ansarul Islam también ha sido el único grupo que ha participado en un ataque a gran escala fuera de la provincia del Sahel desde 2016. Este ataque tuvo lugar entre el 13 y el 14 de agosto de 2017, cuando militantes del grupo imitaron el ataque de 2016 en Uagadugú asaltando otro hotel y restaurante frecuentado por extranjeros, con el resultado de 16 civiles y 3 atacantes muertos (The Guardian, 14 de agosto de 2017).

Sin embargo, a pesar de la violencia persistente que llevan a cabo los grupos islamistas militantes en Burkina Faso, la tendencia al alza en el país puede ser efímera en función de la dinámica en Malí y Níger. Ambos países experimentaron disminuciones significativas en las muertes reportadas en septiembre, con las muertes reportadas de Malí cayendo mes a mes de un máximo de 185 en junio de 2017 a un mínimo de sólo 34 en septiembre de 2017. Con la disminución de los niveles generales de violencia en Malí, esto podría traducirse en una disminución correspondiente de la violencia en Burkina Faso debido a la disminución de los ataques transfronterizos.