Malí – Actualización de marzo de 2017

Malí – Actualización de marzo de 2017

Daniel Wigmore-Shepherd
ACLED

Por número de sucesos, marzo de 2017 ha sido el mes más violento en Malí desde principios de 2013, cuando Francia inició la Operación Serval contra los grupos rebeldes islamistas en el norte del país.

El repunte de la violencia se debe a la actividad del recién formado Jama’at Nusrat al-Islam wal Muslimeen, también conocido como Al Qaeda en Malí (AQM) (Bryson, 2017). El grupo es el resultado de una fusión entre Ansar Dine, Al-Murabitoun, el Frente de Liberación de Macina (MLF) y Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), con Iyad Ag-Ghali, jefe de Ansar Dine, nombrado líder del grupo.

La fusión representa un avance peligroso para la paz en Malí por varias razones. En primer lugar, la cooperación entre las diversas facciones islamistas de Malí ha llevado anteriormente a los grupos a mejorar su capacidad para lanzar ataques a gran escala lejos de sus supuestas esferas de influencia. El aumento de la cooperación y el reparto de recursos entre AQMI y Al-Murabitoun permitieron los atentados a gran escala contra hoteles en Costa de Marfil, Burkina Faso y Bamako (Weiss, 2017).

La fusión de estos grupos no sólo aumentará sus recursos, sino que dará a AQMI un punto de apoyo en una franja más amplia de territorio. La inclusión del MLF ha proporcionado a los rebeldes islamistas un mayor acceso a las regiones más meridionales de Segou y Mopti, al tiempo que han conservado los bastiones tradicionales de Kidal y Tombuctú (ibíd.). En este sentido, la fusión ha tenido éxito, ya que un gran porcentaje de los conflictos en 2017 se está produciendo lejos del extremo norte y en Mopti/Segou (véase la Figura 1).

Una segunda cuestión es que esta fusión aprovecha los agravios de los fulani para unificar la política étnica con ideologías islamistas antiestatales mediante la inclusión del MLF, mayoritariamente fulani. Los fulani suman aproximadamente 20 millones de personas y están repartidos por casi 20 países de África occidental y central; con frecuencia se ven envueltos en conflictos entre pastores y agricultores y son vilipendiados como forasteros violentos en los Estados en los que habitan (Fulton y Nickels, 2017; McGregor, 2017).

Algunos fulani se unieron en 2012 a la rebelión del Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO), liderado por los tuareg. Desde que la Operación Serval de Francia expulsó a la mayoría de los islamistas de la región central, los fulani han sufrido repetidos abusos por parte de los servicios de seguridad malienses (McGregor, 2017). Los fulani también se han enfrentado a la etnia mayoritaria bambara por disputas sobre el pastoreo (Reuters, 13 de febrero de 2017; Reuters, 20 de noviembre de 2016).

El MLF se alió con Ansar Dine en 2016, pero las tensiones entre tuaregs y fulani minaron la fuerza de la fusión (McGregor, 2017). La violencia de las fuerzas estatales y los grupos rivales parece haber permitido a otros grupos islamistas conseguir una fusión más estable con el FMLN y los combatientes fulani, comisariada por Al Mourabitoun y AQMI.

Al atacar a este grupo en la creación de AQM, los militantes islamistas de Malí pueden ampliar su alcance de forma espectacular y expandir el conflicto de Malí mucho más allá de sus fronteras.