Fuerzas extranjeras muy indestinadas en Malí :¿Demagogia o sentimiento legítimo?

Fuerzas extranjeras muy indestinadas en Malí :¿Demagogia o sentimiento legítimo?

Ahmed M. Thiam

Cada vez son más los malienses que, ante el recrudecimiento de la inseguridad y también, constatando el estancamiento de la lucha antiterrorista en el norte, piden la salida de la MINUSMA y de Barkhane. También hay que decir que la paradoja de la seguridad en Malí es que el país es una de las zonas más militarizadas de África, con fuerzas que se supone que luchan contra todas las fuerzas que quebrantan la paz. Pero, al mismo tiempo, pocas veces la situación de la seguridad, sobre todo en el centro, se ha deteriorado tanto.

Los partidarios de la «retirada» de las fuerzas internacionales disponen de abundante material para respaldar sus afirmaciones. Si en la lucha antiterrorista se han obtenido algunos éxitos militares, en materia de seguridad ocurre todo lo contrario. Atrás quedaron los favores concedidos por Francia a los rebeldes independentistas del CMA, y ahora muchos no entienden por qué se masacra a cientos de civiles en Malí mientras la MINUMA y Barkhane campan a sus anchas. Peor aún, muchos acusan a una u otra de las dos fuerzas de complicidad pasiva en estas matanzas. Y otros creen a pies juntillas que es la comunidad internacional, a través de las fuerzas internacionales presentes en Malí, la que ha urdido un complot para desestabilizar el país con el objetivo último de dividirlo.

Sin embargo, mientras que la utilidad del componente militar de la MINUSMA ha sido puesta en entredicho, no puede decirse lo mismo de Barkhane, que continúa, como puede, la misión Serval que frenó en gran medida el avance de las tropas de Iyad Ag Ghaly hacia el sur del país. Las últimas cifras, que datan de febrero de 2018, muestran que más de 450 terroristas han sido neutralizados en el Sahel por la fuerza francesa. Hace tres meses, Barkhane logró neutralizar al número 2 del GSIM (Groupe de soutien à l’islam et aux musulmans), mano derecha de Iyad Ag Ghaly, el argelino Yahya Abou El Hamame.

Se trata de éxitos militares que el ejército maliense, en plena reestructuración, no podría alcanzar. De ahí la gran utilidad de Barkhane. En cuanto a la MINUSMA, aparte de su componente civil, que parece estar haciendo algún bien a la población del Norte, su componente militar es un fracaso abyecto. Prueba de ello es que la misión de la ONU en Malí es la más mortífera de todas.

También está ganando terreno la idea de que Francia está librando una guerra contra los terroristas para explotar los recursos del extremo norte de Malí. Tal y como están las cosas, es difícil encontrar pruebas que apoyen tal teoría. Una cosa es cierta: las FAMa, víctimas de varios años de destrucción y abandono, no pueden hacer frente por el momento al reto de la seguridad en Malí.

En cuanto a la inacción de las fuerzas extranjeras en las masacres de civiles en el centro, no olvidemos que Malí sigue teniendo fuerzas militares. ¿Acaso corresponde a las fuerzas extranjeras garantizar la seguridad de Malí en su totalidad? No olvidemos que estas fuerzas actúan en un marco bien definido, que es la lucha contra el terrorismo, y que no pueden estar en todas partes a la vez.

Por tanto, ya es hora de que el Estado maliense haga de la seguridad su máxima prioridad. La supervivencia de un Estado no puede depender exclusivamente de fuerzas extranjeras, por muy armadas que estén. Las autoridades malienses también tendrán que dar muestras de valentía ante la comunidad internacional, por el bien de todos.