Diario de viaje: Kidal la rebelde

Diario de viaje: Kidal la rebelde

Epicentro de los acontecimientos en el norte de Malí y ciudad rebelde, la capital de la región tuareg lucha por asentarse en la frágil nación maliense y sueña con la independencia. Retrato de una ciudad indómita y hermética

Mondafrique

 

Vista desde Kidal, la supuesta «victoria» militar del ejército francés en 2013 sobre las fuerzas yihadistas parece irrisoria. A 370 km al norte de Gao y 200 km al sur de la frontera argelina con Malí, la ciudad de Kidal, enterrada en las arenas de la zona desértica del norte del país y aplastada por el calor, es el bastión de los tuareg.

La carretera principal es de grava y atraviesa la ciudad hasta el distrito administrativo. El monumento de la rotonda del centro está decorado con los colores de la bandera del Azawad, el nombre que los tuaregs dan a su tierra. Ciudad pobre, ciudad abandonada, sin agua ni mucha electricidad, Kidal sólo vive de su rivalidad con Bamako, la odiada capital de un Estado que los tuaregs se niegan a reconocer desde la independencia.

En noviembre de 2013, dos valientes periodistas de RFI, Ghislaine Dupont y Claude Verlon, fueron secuestrados en pleno centro de Kidal, delante de la casa de un lugareño, y asesinados por sus misteriosos captores poco después en las afueras de la ciudad. Desde entonces, el ejército francés busca a los asesinos, pero sin éxito. La ciudad de Kidal no revela sus secretos de familia, y no se permite la entrada a extranjeros.

«Malí nos está matando»

La ciudad está formada por una decena de barrios, de los cuales los más famosos son Etambar, el barrio administrativo, y el centro, donde reside la realeza de Kidal. Frente a la casa del patriarca, pancartas y placas: «Azawad, sólo queremos Azawad»; «Malí no ha hecho nada por nosotros, sólo nos mata». En las calles, jóvenes militantes de los movimientos autonomistas desafiaban temperaturas que a veces alcanzaban los 50°C, afirmando su apoyo a Azawad y despotricando contra las autoridades malienses. Kidal es una ciudad rebelde y hostil a todo lo que venga de fuera. Y ese otro lugar empieza a unas decenas de kilómetros…

Kidal se encuentra en el extremo sureste de Malí. Los 67.638 habitantes de este Estado dentro del Estado, que abarca unos 150.000 kilómetros cuadrados, han logrado una tímida descentralización. Kidal se convirtió en la 8ª región de Malí por decreto el 8 de agosto de 1991, tras los acuerdos de Tamanrasset del 6 de enero de 1991. Esta región indómita está habitada por varias comunidades predominantemente tuareg, como los ifoghass, los idnanes, los imghads y los kel assouk, así como por árabes de la tribu kounta. La historia de la región está marcada por todas las rebeliones (1963-1964, 1990-1991, 2006 y desde 2012) que se han producido desde la independencia.

Nacida del colonialismo

Kidal no existía antes de la colonización francesa. El Ministerio francés de Colonias instaló en este lugar, antaño nómada, un puesto de guardia para retener a los prisioneros, pero también para vincular el Hoggar y el Adrar des Iforhas a la administración del bucle del Níger. Poco antes, Francia, conmocionada por la masacre de la columna de los Flatters en el Hoggar, abandonó el proyecto de ferrocarril transahariano que debía unir Tripolitania con el bucle del Níger. Sólo cuando los colonos derrotaron a los tuaregs surgió Kidal. Los franceses nombraron un jefe de cantón, Attaher Ag Illy, padre del actual patriarca de los iforhas.

Durante un tiempo, pareció instalarse una cierta estabilidad. Los tuaregs acudían a Kidal para comerciar. También era una oportunidad para relacionarse con los lugareños y los agentes coloniales de la nueva zona. Poco a poco, los tuaregs más pobres y dóciles se instalaron en la ciudad, que en pocos años se convirtió en el centro de la administración colonial y en una zona comercial. La calma duró poco. En 1917 estalló una revuelta antifrancesa dirigida por el iforhas Mossa Agamastane. Los rebeldes fueron aplastados en 1922. Hubo que esperar hasta 1958, 36 años después, para que se organizara una nueva revuelta en el Adrar des Iforhas bajo el liderazgo de Alla ag Albacher, asesinado por los franceses. En los albores de la independencia, Kidal se convirtió en un cercle/prefectura hasta una nueva revuelta en 1963. El capitán Diby Sylla Diarra, comandante del distrito de Kidal y también comandante de la zona militar del mismo nombre, sofocó sangrientamente la rebelión con masacres de civiles tuaregs. Posteriormente, Argelia extraditó a todos los líderes políticos y militares de la insurrección a Malí, que los juzgó como consideró oportuno. Muchas personas emigraron a Argelia, Libia o Arabia Saudí, creando una crisis demográfica que Azawad sigue sufriendo hoy en día.

Identidad herida

Hoy, la ciudad está bajo el control de las fuerzas francesas y de la ONU (Camp2 y Kidal), así como de las fuerzas de movimientos autonomistas: el Movimiento Nacional de Azawad (MNLA), el Alto Consejo para la Unidad de Azawad, que ocupa el Camp1, antiguo cuartel general de las fuerzas armadas malienses (FAMA). Numerosas revueltas, vejaciones y represiones han provocado un fuerte resentimiento en esta árida región, propensa a frecuentes hambrunas. Una simple chispa reaviva los deseos autonomistas y belicosos de las poblaciones. Así ocurrió, en particular, en 1990 (con el acuerdo de Tammanrasset), en 2006 y, más recientemente, en 2012, con las conocidas consecuencias de la intervención francesa.

Todo en esta ciudad recuerda su fuerte identidad herida.