Rearticulación de Barkhane en el Sahel: Misión cumplida en buen orden y seguridad

Rearticulación de Barkhane en el Sahel: Misión cumplida en buen orden y seguridad

Más de nueve años después de ser recibidas en Malí como «salvadoras» frente a los grupos yihadistas, las tropas francesas han completado este lunes su retirada del país, en medio de las asperezas con los coroneles en el poder y la creciente hostilidad de la población local.

Afriquinfos 

«A las 13:00 (hora de París) de hoy, el último destacamento de la fuerza Barkhane presente en suelo maliense ha cruzado la frontera entre Malí y Níger. Procedía de la plataforma operativa del desierto de Gao, transferida esta mañana a las Fuerzas Armadas malienses», anunció el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas se congratuló de que este «importante desafío militar logístico» haya sido «superado de manera ordenada y segura».

Esta retirada, ordenada el 17 de febrero por el presidente Emmanuel Macron, pone fin a casi una década de intervención militar francesa en Mali, probablemente el último compromiso de esta envergadura en mucho tiempo.

En un comunicado, el jefe del Estado rindió homenaje al compromiso de los soldados franceses «que, desde hace nueve años, luchan contra grupos terroristas armados» en el Sahel, 59 de los cuales «han pagado el precio de su vida».

«Su sacrificio nos obliga y nos recuerda que nuestros soldados han preservado, a lo largo de estos años, la unidad de Mali, han impedido la formación de un califato territorial y han luchado contra los grupos terroristas que golpean a las poblaciones locales y amenazan a Europa», ha subrayado Macron.

Su eficacia «durante todos estos años y hasta estos últimos días ha quedado demostrada por la neutralización de la mayoría de los miembros más importantes de la jerarquía de los grupos terroristas sahelianos», añadió.

Menos expuestos

En una crítica implícita a las autoridades malienses, surgidas de dos golpes de Estado, reafirmó su voluntad de «proseguir este compromiso junto a todos los Estados que elijan luchar contra el terrorismo y respetar la estabilidad y la coexistencia entre las comunidades» de África Occidental.

A la operación Serval, lanzada en enero de 2013 contra los grupos yihadistas que habían conquistado el norte del país y amenazaban con descender sobre Bamako, la capital, le sucedió en agosto de 2014 Barkhane, dirigida contra los yihadistas dispersos por los países de la franja sahelo-sahariana, que movilizó hasta 5.500 efectivos sobre el terreno en 2020.

Esta presencia militar en el Sahel se reducirá a la mitad a finales de año, hasta unos 2.500 efectivos. Níger ha aceptado mantener una base aérea en Niamey y proporcionar 250 soldados para sus operaciones militares en la frontera con Mali. Chad seguirá albergando una presencia francesa en Yamena y Francia espera mantener un contingente de fuerzas especiales en Uagadugú, la capital de Burkina Faso. París está en conversaciones con otros países de África Occidental para ofrecer su apoyo, en particular en el Golfo de Guinea.

Sin embargo, Emmanuel Macron declaró el 13 de julio que las intervenciones militares de Francia evolucionarían hacia «operaciones menos expuestas y menos expuestas».

El objetivo principal es evitar una cristalización de la hostilidad contra la antigua potencia colonial entre la población, alimentada por la inseguridad persistente y alimentada, según París, por campañas deliberadas de desinformación en las redes sociales. Esta retirada marca el final de casi un año de relaciones cada vez más enconadas entre París y los coroneles en el poder en Bamako desde el golpe de Estado contra el presidente Ibrahim Boubacar Keïta en agosto de 2020.

Postura neocolonial

Los coroneles, que recurrieron a Rusia -llegando incluso a asegurarse los servicios del grupo paramilitar ruso Wagner, según París y la ONU-, rompieron los acuerdos de defensa con París y sus socios europeos en mayo de 2022, tras haber obstaculizado a Barkhane durante meses.

Bamako, que niega haber recurrido a Wagner, reprochó en julio al presidente francés una «postura neocolonial», en palabras del portavoz del gobierno, el coronel Abdoulaye Maïga, acusándole de atizar el odio étnico por sus críticas al ejército maliense.

Maïga reaccionaba así a las declaraciones de Macron, según las cuales «las opciones actuales de la junta maliense y su complicidad de hecho con las milicias Wagner son especialmente ineficaces en la lucha contra el terrorismo, que ya no es su objetivo». En Malí, según los expertos, Francia se encontró atrapada entre una lógica política que le dictaba marcharse lo antes posible y una lógica de eficacia militar que, por el contrario, le animaba a quedarse hasta que los ejércitos locales pudieran tomar el relevo.

«Sabemos ahora, desde Afganistán, que una operación exterior con un gran número de fuerzas occidentales sobre el terreno no puede durar eternamente», declaró hace unos meses a la AFP Alain Antil, especialista del Sahel en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri). Subrayó los «límites» de las «grandes operaciones, con muchos hombres, mucha presencia sobre el terreno y mucha visibilidad política».

«Si mañana pasamos a dispositivos (con) más apoyo de combate para ciertos batallones de ejércitos nacionales, trabajo de fuerzas especiales y apoyo aéreo, la exposición política de Francia será mucho menor, aunque seguirá siendo eficaz», afirmó.