Mohammed Yusuf
Save the Children afirma que más de 140.000 personas en la ciudad maliense de Menaka, entre ellas 80.000 niños, se enfrentan a la desnutrición y las enfermedades debido al bloqueo de los insurgentes vinculados al Estado Islámico. La organización advierte de que el bloqueo, que dura ya meses, ha llevado los suministros a niveles alarmantemente bajos, mientras las agencias de ayuda y los programas del gobierno maliense luchan por satisfacer las necesidades básicas.
En un comunicado de esta semana, Save the Children afirmó que, a menos que la ayuda llegue pronto a las comunidades de Menaka, la zona podría sufrir muchas muertes en los próximos meses.
La organización, con sede en Londres, declaró que algunos de sus trabajadores que fueron a evaluar las necesidades de la población llevaban atrapados más de tres semanas.
El bloqueo en Menaka sigue a un asedio en Tombuctú que comenzó el pasado agosto y ha dejado atrapadas a más de 136.000 personas, 74.000 de ellas niños.
En Tombuctú, sin embargo, algunos suministros de ayuda pueden llegar a las personas necesitadas, según Save the Children. David Otto, analista de seguridad afincado en Nigeria, afirma que la falta de presencia gubernamental en el norte de Malí está complicando los esfuerzos de ayuda.
«Las actividades humanitarias en esa región también han sido muy, muy limitadas», dijo Otto. «No sólo debido a la inseguridad, que es uno de los principales factores, sino también por el hecho de que el régimen o el gobierno militar ha limitado el acceso de las organizaciones humanitarias a esa región por culpa de los grupos yihadistas».
Las agencias de ayuda afirman que Mali está sumido en una crisis compleja, enfrentado a organizaciones criminales, una insurgencia islamista, retos socioeconómicos y el cambio climático.
Más de 7 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, y la situación es peor en las zonas afectadas por el conflicto del norte y el centro de Malí.
Según Cadre Harmonise 2024, un marco utilizado para identificar la inseguridad alimentaria y nutricional en el Sahel y África Occidental, más de 40.000 residentes de Menaka se enfrentan ya a niveles de emergencia por hambre.
Las agencias de ayuda advierten que se espera que la situación empeore en junio, momento en el que casi 50.000 personas sufrirán inseguridad alimentaria y necesitarán ayuda urgente.
Kevin Oduor enseña Derecho Penal Internacional en la Universidad Técnica de Kenia. Afirma que matar de hambre a la población de Menaka es un crimen de guerra.
«Impedir que la ayuda llegue a la población equivale a exponerla al asesinato, exponerla a situaciones que le impedirían vivir plenamente», afirma Oduor. «Por tanto, se trata en realidad de crímenes de guerra».
La junta militar de Malí lanzó recientemente una operación conjunta con los gobiernos militares de Burkina Faso y Níger para luchar contra los grupos yihadistas e insurgentes que han desestabilizado partes de África Occidental.
La junta afirma que ve las operaciones como una forma de aliviar el sufrimiento de su pueblo en manos de grupos armados.
Sin embargo, el gobierno ha sido incapaz de romper los asedios de Menaka o Tombuctú.
Mientras tanto, el gobierno ha ordenado a la misión de la ONU en Malí que cierre sus oficinas y ponga fin al apoyo que prestaba a la población.
Otto afirma que salvar vidas y alimentar a su pueblo no es una prioridad absoluta para el gobierno militar de Malí.
«El gobierno se está centrando mucho en las cuestiones de seguridad, en lugar de ocuparse de los aspectos humanitarios», afirma Otto. «Por eso se está observando un aumento del número de personas que viven en circunstancias muy precarias en esa región. Ahora mismo, el gobierno se está centrando en consolidar su poder desde un punto de vista militar y de defensa, en lugar de proporcionar algún tipo de ayuda económica o sostenible a las personas que viven en esta zona.»
Los expertos advierten de que la falta de voluntad de Malí para colaborar con las instituciones regionales e internacionales puede empeorar la situación humanitaria en el país.