Abderrahmane Mekkaoui,
politólogo
Chekib Abdessalam
ensayista
Oficialmente, la reunión del Consejo de Jefes de Estado Mayor de los países del Sahel, que se celebró en el más absoluto secreto, plantea una serie de interrogantes sobre la oportunidad estratégica y operativa de esta reunión militar regional de alto nivel. En realidad, la reunión del CEMOC (Comité Conjunto de Estado Mayor Operativo) del jueves 30 de noviembre de 2023, que se celebró en Beni-Messous (un suburbio de Argel), no tenía por objeto debatir y ratificar nuevos proyectos en el Sahel relativos a la cooperación militar en el marco de la lucha contra el terrorismo y la delincuencia transnacional, sino esencialmente evaluar la operación Kidal, que finalmente permitió a las milicias Wagner expulsar a la Coordination de l’Azawad (CMA-CSP-PSD) del centro de la ciudad tras una feroz resistencia y una retirada estratégica frente a la coalición de 4 ejércitos bajo el mando de un oficial ruso. Esta operación permitirá sin duda repartirse los recursos naturales de Azawad, incluidas las minas de oro del norte de Malí, un botín nada desdeñable para los corsarios de la regencia de Argel, para los mercenarios de Wagner y para los golpistas de AES que se enfrentan a un embargo económico internacional.
Además de los jefes de Estado Mayor de Malí, Níger y Mauritania, bajo la presidencia de Said Chengriha, jefe de Estado Mayor de la Anp (ejército argelino), los testigos presentes en este club militar de Argel se percataron de la llamativa presencia de oficiales rusos vestidos con el uniforme de las milicias de Wagner que formaban parte de la reunión del Consejo de Jefes de Estado Mayor. Se trataba de dirigentes de la milicia mercenaria y no de consejeros rusos enviados por el ministro ruso de Defensa, Sergei Choigou. Esta presencia rusa ha suscitado muchas preguntas entre los especialistas del Sahel. La alianza militar Argel-Níger-Malí, vista a través del prisma de los opositores argelinos, quiere hacer creer que los rusos que participaron en este consejo decisivo no eran más que consejeros que acompañaban al jefe de la 6ª región militar, el general Ajroud, pieza clave del CEMOC, con base en Tamanrasset. El eslogan de que la ANP ha sido traicionada en la guerra del Azawad y en la operación de Kidal no es más que una ilusión. Se trata, de hecho, de una estafa o de una maniobra mediática y política, cuyo único objetivo es ocultar la participación de Argel en las operaciones de Kidal, con los Boinas Rojas argelinos y sus auxiliares del Polisario con uniformes de camuflaje sin marcar.
A pesar de la opacidad que rodea esta reunión del CEMOC y de la propaganda oportunista de los pseudo-opositores de la diáspora argelina en las redes sociales, la ANP hizo retroceder descarada y violentamente a los Tuaregs, Árabes y Foulanis de Kidal y Azawad hasta la frontera con Tin Zaouatine. Los militares argelinos apostados a lo largo de las fronteras ordenaron a los refugiados que se fueran a otra parte, a Níger o a Libia; en resumen, que se fueran donde quisieran, pero no aquí…
Una cuestión que no quedó clara en el discurso del jefe del Estado Mayor argelino fue la de las redes terroristas. Es más, por primera vez en su discurso, el Jefe del Estado Mayor argelino hizo vagos comentarios sobre el «crimen organizado» en la región, lo que constituye una flagrante aberración si se tiene en cuenta que él mismo es supuestamente el verdadero patrocinador de varios grupos terroristas en el Magreb y de numerosas redes de tráfico y contrabando en la franja sahelo-sahariana, y lo ha sido durante mucho tiempo.
Al mismo tiempo, de forma casi coordinada y simultánea, la corrupta judicatura maliense, ahora supeditada a la junta golpista de Malí, ha decidido procesar a líderes políticos, tradicionales y/o religiosos tuaregs, árabes y fulani en medio de la confusión y el desconcierto, presentándolos como supuestos líderes terroristas islamistas. Es el caso, por primera vez, de los hijos del difunto aménokal Intalla Ag Taher, Alghabass Ag Intalla, Attayoub Ag Intalla y Mohamed Ag Intalla, sucesor del aménokal.
Para la pseudojusticia maliense, sumisa a los golpistas, los buenos terroristas son los falsos yihadistas afiliados a Argel y, por tanto, intocables. Recordemos que Bamako ya había liberado de las cárceles malienses a varios dirigentes y a más de 200 del EIGS y otros terroristas argelinos de Elqaida-Magreb-Islam a principios de verano. Ahora están activos en el triángulo de la muerte en torno a Ménaka y la zona de la triple frontera. Así se entiende que un medio de comunicación maliense, maliactu.net para ser exactos, confirme la lealtad de Bamako a Argel, su padrino en el extremo norte, al que cita en términos ditirámbicos en su edición del 30 de noviembre: «Argelia, que tiene una larga frontera con los otros tres países miembros del Cemoc, está bien situada para desempeñar un papel de liderazgo en la lucha contra el terrorismo en la región sahelo-sahariana» (sic).
Además, aprovechando esta reunión para supuestamente revitalizar la acción conjunta, se habrá ejercido una gran presión sobre el Jefe del Estado Mayor mauritano, en particular sobre la cuestión de los refugiados de Mberra (250.000 personas) en el campo de refugiados del ACNUR en el sureste de Mauritania, que supuestamente se ha convertido en la base de retaguardia del CMA. Según fuentes bien informadas, se han ejercido presiones para entregar al líder tuareg Bilal Ag Acherif y a otros líderes de los refugiados en Mauritania.
En conclusión, esta reunión de Béni-Messous no responde a todas las preguntas sobre el papel de Argel en la subregión y la verdadera naturaleza de su implicación en la alianza trilateral del ESA (Bamako-Niamey-Ouagadougou), que más bien sugiere la existencia de un verdadero cuadrilátero Argel-Bamako-Niamey-Ouagadougou.
Aunque son actores importantes en la subregión, cabe señalar que los Jefes de Estado Mayor y sus representantes de Libia, Chad y Burkina-Faso no están presentes, ya que no son miembros del CEMOC, sino de la UFL (Unidad de Fusión y Enlace). La exclusión del Polisario, cuyo jefe de Estado Mayor se encuentra hospitalizado en el País Vasco español, demuestra también que esta organización no tiene ni poder de decisión sobre la paz ni sobre la guerra y que, por lo tanto, no es más que un apéndice de la ANP. Así pues, con su invitado de honor, Wagner -a su vez un apéndice del gran oso ruso, amo de los juegos-, la regencia de Argel se contenta, lo mejor que puede, con mover los hilos en el Sahel y afirmar su hegemonía sobre los más débiles de allí según sus métodos habituales y una agenda que no ha cambiado.
Mientras el Kremlin parece haber vuelto a alinear a la milicia Wagner y haberla puesto bajo la autoridad del viceministro ruso de Defensa, Moscú está sentando las bases para la creación de un «Cuerpo África», un verdadero cuerpo militar africano. Younous-bek Evkourov encabeza actualmente una delegación militar rusa en Niamey.
Sin embargo, la situación sigue siendo la misma para la población de la zona sahelo-sahariana, y sólo puede empeorar. Mientras tanto, en Nampala, Niono, Goma, etc., del norte al sur del Azawad y de la Macina, impertérritos, codiciosos y sanguinarios, los mercenarios de Wagner y los militares golpistas malienses, bajo el paraguas y con la bendición de Argel, serviles satélites serviles de Rusia, siguen cometiendo sus crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, atrocidades, ejecuciones sumarias, violaciones y saqueos, sistemáticamente y con total impunidad.