Manteniendo el modelo productivo de una sociedad en proceso de envejecimiento a través de la incorporación de sistemas robotizados e inteligencia artificial

¿Quién irá a trabajar?

La sociedad en la que vivimos envejece cada vez a un ritmo mayor. Este fenómeno se aprecia mucho más en países avanzados y desarrollados económicamente, y algo menos en países en vías de alcanzar este desarrollo, pero está siendo una de las primeras causas de preocupación, por ejemplo, en naciones como Japón, donde, en pocas décadas, habrá prácticamente más personas por encima de los 50 años que personas en edad de trabajar y jóvenes que vayan tomando las riendas de aquello que sus mayores, al jubilarse, van dejando atrás.

Los últimos informes de Naciones Unidas sobre el envejecimiento de la población en áreas principalmente desarrolladas muestran la tendencia de las parejas jóvenes y en edad de concebir a dejarlo para cada vez más tarde, sea por razones de carrera profesional, por falta de recursos económicos o por querer disfrutar de la vida en aspectos de libertad o de viajar, o de dedicarse a uno mismo, antes de emprender la enorme tarea de dedicarse el resto de nuestra vida a cuidar de los demás, en este caso, nuestros hijos por venir.

Una curva de crecimiento a la baja

A pesar de que la diferencia entre nacimientos y fallecimientos sigue estando a favor de los primeros, incorporando al mundo cada día unos 140.000 nuevos seres humanos, esta tendencia está yendo a la baja y presumiblemente seguirá así. Esto no significa que la humanidad vaya a reducir el número de integrantes que posee, al contrario, seguirá incrementándose, pero este incremento se dibuja sobre una curva que ya no sigue un trazado alcista tan marcado como hasta ahora y que, si esta situación se mantiene en el tiempo, quizás en algún momento veamos equilibrarse la tasa de nacimientos con la de fallecimientos y, por lo tanto, veamos a la sociedad incrementar su media de edad y las dificultades de nuestro sistema económico para mantener la actual estructura de apoyo y asistencia a aquellos que ya se han retirado de sus trabajos y han dejado de formar parte de la fuerza activa laboral, habiéndose ganado su descanso y su derecho a vivir el resto de años de su vida en plena plenitud de facultades y con los recursos económicos suficientes y necesarios para poder llevar a cabo todo aquello que quizás, mientras trabajaban, no pudieron experimentar y disfrutar.

Por lo tanto, por un lado, todo en orden en cuanto al derecho de todo ser humano a disfrutar de su retiro y jubilación, y todo en orden en cuanto a que los estados deben facilitar que reciban aquello que entregaron en sus años de productividad al sistema para que ahora puedan apartarse un poco del mismo y dedicarse a otras cosas.

Sustituyendo a la población son sistemas automatizados

Una de las posibles soluciones que están encima de la mesa para cuando esto ocurra, y ya veremos si llega a ocurrir, es la introducción de sistemas robotizados que puedan hacer el trabajo de aquellos humanos que ya no están dentro del sistema de producción. Estamos hablando a muchas décadas vista, pues ahora mismo hay todavía muchísima población que, necesitando un puesto de trabajo, no lo tienen, por lo que esta proyección a futuro no es un tema para dentro de cinco o diez años, sino a largo plazo, cuando la edad media de la mayoría de personas en la mayoría de países industrializados se encuentren por encima o cerca de la edad de jubilación, y no haya bastantes personas jóvenes o en edad laboral que puedan cubrir aquellos puestos que estos dejan.

Además, hemos de contar con que los países, inicialmente, para paliar esta falta de mano de obra, tenderán a abrir las puertas de sus mercados a la inmigración desde otros países donde aún exista una enorme fuerza laboral que contrarreste la pérdida de la misma allá donde son solicitados, y estos flujos de profesionales o personas buscando un futuro mejor para ellos y sus familias posiblemente encontrarán una mejor acogida en el futuro que la que encuentran ahora en muchas partes del mundo, porque el factor “necesidad” en esos países será muy elevado, mientras que, ahora, en estos momentos del siglo XXI, aún no hemos llegado al punto donde esa necesidad de personas para trabajar en algunos sectores no pueda ser solventada con restructuración interna y cambios laborales de la misma población nacional donde estos problemas empiezan a dejarse ver.

Pero pongamos que nos proyectamos en el tiempo 100 años, y nos encontramos en la situación en la que la mayoría de nosotros estamos ya cerca de jubilarnos, de que en las últimas décadas han nacido muy pocos niños y que cada vez hay menos deseo de formar una familia, porque la calidad de vida y las oportunidades de ocio y disfrute han crecido mucho para un sector de la población que tiene una carrera profesional brillante por delante y recursos para poder gastarlos en su placer y bienestar.

Incentivando a las familias para subir la curva de natalidad

Así, en esa situación, es posible que veamos dos opciones plantearse seriamente por parte de organismos internacionales, instituciones y gobiernos. La primera opción, ¿podemos “incentivar” a aquellos en la franja de edad adecuada a que tengan más hijos para poder incorporarlos al sistema económico en unos pocos años? Si es así, y posiblemente se intentará, veremos como se ofrecen muchos programas de ayuda a las familias, cheques regalo para los nuevos recién nacidos que alivien la carga económica para los padres, más vacaciones, permisos de maternidad y paternidad mejores repartidos y retribuidos, y todo tipo de mejoras para facilitar que las parejas que deseen tener hijos puedan tenerlos con muchas más ventajas que aquellos que les precedieron décadas atrás.

Por otro lado, si una parte de la humanidad sigue prefiriendo retrasar el ser padres, y dejarlo para lo más tarde posible una vez hayan cumplido sus sueños y deseos y aquello que hayan querido hacer antes de establecerse y arraigarse para poder dar estabilidad a ese nuevo hogar, la otra opción pasa indiscutiblemente por la robótica.

Robots y sistemas con inteligencia artificial para todo

¿Por qué por la robótica? Porque entre aquellas personas que estén ya por jubilarse o estén retiradas, entre aquellos que ya tienen una carrera profesional de cierto nivel y aquellos que aún son demasiado jóvenes para incorporarse al mercado laboral, queda un pequeño porcentaje de seres humanos en edad de trabajar (recordad que estamos haciendo una simulación hipotética al menos varias décadas en el futuro) que vayan a poder sostener el sistema del bienestar y la economía mundial.

Puesto que consumidores no faltarán, porque todas las personas seguirán necesitando productos y servicios, pero habrá muchos menos seres humanos disponibles para poder ofrecerlos, nos encontramos con la disyuntiva de, o bien negar o cerrar una parte de estos servicios, o bien incorporar sistemas robotizados y automatizados que se encarguen de ellos, moviendo a las personas que antes los producían a otros niveles de la estructura económica global donde puedan aportar otro tipo de valor añadido, más allá de las tareas repetitivas o rutinarias o de bajo valor que aportaban anteriormente.

Esto nos lleva a muchos problemas en esta hipotética situación futura. Primero, la mayoría de personas que estén dispuestas a moverse a otro tipo de trabajo  o entornos profesionales en los que tengan que reciclarse y aprender algo nuevo es relativamente pequeña. Los seres humanos somos cómodos por naturaleza, y hay cierta resistencia interna al cambio cuando ese cambio es percibido como algo que está mucho más allá de nuestra capacidad actual, pues no se trata de cambiar una persona de puesto dentro de un mismo ambiente o sistema de trabajo, sino de literalmente moverlas a tareas y responsabilidades donde, de momento, no se puedan automatizar los procesos que éstas llevan asociadas.

Por lo tanto, el “reskilling”, es decir, el dotar de capacidades nuevas a una parte de la población es un tema que va a tener que tratarse con mucho tiempo y anticipación para poder estar listos para el cambio cuando ésta situación llegue a materializarse, si, como suponemos, terminará haciéndose. Por otro lado, no todo el mundo puede ser reubicado, no todo el mundo puede ser entrenado para otra función y no todo el mundo desea hacerlo, con lo que los altercados sociales, revueltas y protestas es posible que vengan de la mano con la introducción de sofisticados robots y tecnologías de inteligencia artificial que puedan hacer la mayoría de tareas rutinarias que ahora son el sustento de millones de personas en todo el mundo.

Población envejecida, y mucha menos mano de obra

Así, volviendo a nuestra situación hipotética, nos encontraremos gobiernos e instituciones que se verán en la disyuntiva de tener que lidiar a corto plazo con una población envejecida, y tendrán que decidir sustituir la mano de obra que no poseen en sus países con programas de inmigración controlada, como han implementado con más o menos éxito gobiernos como el de Canadá o Australia para personal cualificado de ciertos sectores, para permitir que, allá donde existan personas que no encuentren trabajo, éstas puedan venir a naciones donde haya trabajos que no encuentren personas.

Tendrán que intentar fomentar la natalidad si desean ver como baja la curva de envejecimiento de la población y con ello tendrán que buscar recursos económicos para dotar a las familias de mayor tiempo y poder adquisitivo, a la vez que sostienen las pensiones y el estado del bienestar con menos personas cotizando y pagando impuestos, y tendrán que lidiar con las revueltas sociales que la sustitución de empleos rutinarios y de bajo valor añadido, pero importantes para mantener la economía funcionando, van a traer a la mínima que se pongan en marcha los primeros supermercados, bares o tiendas donde todo lo que esté disponible para atenderte sean robots con IA y la capacidad para solucionar todos tus problemas sin que medie intervención humana en ningún momento.

Esta situación probablemente durará también unos años, quizás a lo sumo una década, pues en general somos bastante rápidos habituándonos a situaciones en las que no tenemos ya ni voz ni voto. No es que echen a un trabajador para sustituirlo por un robot, que puede pasar, sino que al ir cerrando tiendas o negocios de personas que se retiren y jubilen, y no tener a nadie joven que recoja el testigo, aquellos nuevos negocios que las empresas o emprendedores vayan a poner desde cero, contarán desde el día de su inauguración con personal robotizado y sistemas inteligentes, con lo que no será posible “quejarse” a nadie de que un empresario ha echado a un trabajador, sino que, simplemente, la nueva economía ya nace con este tipo de estructura que combina la IA con la robótica y los sistemas conectados entre sí a través de la red y de la nube. Tiendas de Amazon o algunas cadenas de supermercados ya están en pruebas, y en algún caso, funcionando, así.

Cuando esta situación se haya estabilizado, pongamos en 100 años, la parte de la producción estará de nuevo asegurada, pues ahora tendremos un mercado enorme de consumidores en activo representado por todos los seres humanos que ya no trabajan pero siguen consumiendo, viajando, comprando y requiriendo servicios, por personas jóvenes con alto poder adquisitivo que no tienen obligaciones familiares y gastan una gran parte de sus recursos en ocio, viajes, y atenciones personales, y un número de niños y personas que, sin trabajar tampoco, también son consumidores potenciales de todo lo que el sistema les puede ofrecer.

Con una mínima parte de la población ocupándose de las tareas que sistemas robotizados e IAs aún no puedan o no les dejemos hacer, la estructura en principio del sistema de vida en la Tierra tendría que mantenerse en equilibrio una larga temporada más, hasta que la curva de la natalidad descienda tanto, si lo hace, que los fallecimientos superen a los nacimientos, la población se estabilice, y, en 200 años, por ejemplo, se inicie una reducción paulatina del número de habitantes en el planeta, que estarán “servidos” por robots y fuera de la cadena de producción, pues, para entonces, es posible que casi todo lo que se pueda automatizar esté automatizado, y quizás, pongamos, solo queden unos 4000 millones de personas en la Tierra que podrán dedicarse al ocio permanente o a las tareas de gestión más elevadas que requieran de seres humanos para ser llevadas a cabo.

Entonces será cuestión de ver cómo se retribuye a esas personas para que puedan seguir consumiendo y manteniendo el funcionamiento económico en marcha, algo que ya empezamos a ver en pequeños experimentos a pequeña escala, por ejemplo en Finlandia, de lo que se ha llamado una renta básica universal, en la que todo ser humano recibe, haga lo que haga, trabaje o no trabaje, unos ingresos mínimos, pero altos, para poder cubrir todas sus necesidades y seguir siendo parte del proceso de sostenimiento de la sociedad.

Mantener el modelo, o cambiar el modelo

Como podéis ver, esto nos lleva a una conclusión final sin demasiado sentido, queremos seguir manteniendo la economía mundial funcionando, para ello hace falta que la gente siga consumiendo, por lo tanto, tienen que tener recursos para consumir y les damos el dinero que necesitan para ello a través de una renta universal. Como ya no habrá demasiada población para producir, sustituimos a los productores por robots e inteligencias artificiales, y así mantenemos el equilibrio y volveros a tener  a muchos millones de consumidores con dinero y a muchos millones de robots para darles los servicios que necesitan.

Pero, ¿no sería más lógico cambiar todo el modelo de crecimiento de la humanidad en vez de mantener un modelo de productividad-consumismo que vaya sustituyendo las piezas que no funcionan o que ya no están disponibles por otras?

En vez de jugar al mismo juego con diferentes fichas, lo lógico sería cambiar el juego. Si los humanos queremos salir del modelo de crecimiento económico basado en el consumismo voraz, debemos encontrar alternativas para que podamos mantener el nivel y calidad de vida sin ir buscando parches que refuercen los andamios de algo que empieza a dar avisos de que no se sostendrá mucho tiempo más. ¿Cuál sería ese otro modelo que permitiera a todos los seres humanos vivir adecuadamente sin agotar los recursos del planeta y sin convertir el sistema de vida en la Tierra en una carrera hacia adelante por ver como salimos de esta?

Sería un modelo hacia la reducción de aquello que creemos que necesitamos para estar bien y ser felices, es decir, disminuir paulatinamente el proceso de consumir por el solo hecho de consumir lo que no nos hace falta, para que toda la estructura económica bajara de ritmo y no se resintiera de golpe, sino que fuéramos desacelerando su crecimiento hasta que llegara a estabilizarse en un nivel en el que las personas puedan vivir con todo lo que necesitan pero sin ansiedades por “tener más”, ansiedades que, por otro lado, son artificialmente inducidas en nuestra psique colectiva.

Obtener lo que necesitamos, sin agotar el planeta

De esta manera, buscaríamos un modelo sostenible de poder tener lo que nos hiciera falta sin agotar los recursos del planeta, sin la necesidad de tener lo que no nos aporta nada en especial, pero que es imbuida en nosotros artificial y diariamente por todos los medios de comunicación, marcas y empresas del planeta. Buscaríamos un medio de intercambio económico sostenible para cubrir todo el espectro de experiencias y necesidades humanas pero sin tener que inducir a consumir aquello que luego termina generando residuos, desechos y todo tipo de elementos tóxicos para nosotros y para la Tierra. Buscaríamos un método de poder mantener el sistema del bienestar para la población sin tener que forzar a que sigan consumiendo sin parar para ello, y sin la necesidad de incorporar nuevos consumidores a la cadena productiva a una edad cada vez más temprana, y, finalmente, buscaríamos la manera de que los seres humanos mantuvieran un equilibrio entre sus vidas personales, familiares, carreras profesionales y ocio, para que quien desee tener y formar una familia tenga las oportunidades para ello sin preocuparse por los recursos que le harán falta, y quien desee dedicarse a sí mismo tenga  a su vez la manera de hacerlo sin preocuparse de que le estén obligando a trabajar o consumir para que el sistema no se derrumbe.

Existen alternativas que aún la humanidad no ha explorado en ese sentido porque los poderes que rigen la estructura económica de la sociedad no lo permiten, y todavía estamos lejos de que se produzca un cambio en la mentalidad de nuestra sociedad para llegar a darnos cuenta de esto, pero estamos en el camino, y veremos si alguno de estos escenarios hipotéticos que hemos delineado para las próximas décadas empieza a coger fuerza y sentido, para que podamos intuir, al menos, el rumbo que tomará nuestra civilización en los años que tenemos por delante.

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