Sobre las limitaciones y dificultades de desarrollar modelos viables con energías alternativas cuando están en juego las cuentas de resultados de las grandes petrolíferas
El desarrollo de la tecnología para poder aumentar el uso de energías renovables, como la solar y la eólica principalmente, ha ido de la mano de la reducción del coste para que la generación de estas se vea sustancialmente incrementada en muchos países que abogan por un cambio en la estrategia, y una diversificación, en las fuentes de energía que necesitan para sustentar el funcionamiento de sus sociedades e infraestructuras.
A pesar de que existen aún complicaciones técnicas, medioambientales y políticas para poder expandir tres o cuatro o muchas más veces el uso de estas energías, el camino parece marcado de forma segura y estable para que se vaya aumentando su contribución al total de lo que la humanidad consume anualmente, y vayamos reduciendo aquellas otras formas de energía que son la causa de la contaminación atmosférica y la polución de nuestras ciudades, mares, ríos y ecosistemas por todo el globo.
Un aumento constante de la producción de renovables
En la práctica, países desarrollados como China, con una capacidad instalada de más de 220GW, y con un tercio de producción de la capacidad mundial, Estados Unidos, segundo en el ranking con una capacidad de 96,4GW, así como otros países europeos, India o Brasil, y aquellos donde el viento es una constante, o en los que el sol es una bendición prácticamente todos los días del año, van viendo que la inversión en este tipo de sistemas de producción energética a largo plazo no puede ser dejado de lado. A nivel mundial, en 2019 la inversión ha aumentado un 1% por ciento, hasta 282.200 millones de dólares respecto al 2018, mostrando la necesidad de que cada año, reduzcamos aún más la dependencia de energías relacionadas con el petróleo, el carbón y aquellas que contaminan, y vayamos acelerando la implementación de energías que no lo hacen.
Un mínimo rechazo, una gran aceptación social
A pesar de que hay un sector de la población, que por cuestiones “estéticas” no quiere ni oír hablar de montar un parque eólico en sus montes o laderas, ni siquiera en sus costas, la realidad es que el mundo debe moverse hacia una estrategia a largo plazo donde el viento y sol se aprovechen al máximo, y se distribuyan sus beneficios para alcanzar a cubrir las necesidades energéticas del país entero donde los parques de turbinas y paneles solares estén ubicados. A la mínima que pequeños países, que lo tienen más fácil para cubrir menos territorio con un mínimo de parques eólicos o solares, consigan cubrir al menos el 80% de sus necesidades energéticas con energías renovables de forma permanente y sostenible en el tiempo, se dará pie a que el esfuerzo por seguir adelante hasta cubrir el 100% sea una realidad, y, en una década o menos, haya países en el mundo que hayan conseguido este objetivo y sean los que puedan marcar el paso a aquellos que, viéndolos como ejemplo, sigan sus estrategias para conseguirlo.
Y es que no estamos demasiado lejos de ello. Durante el año 2019, Portugal logró durante el mes de marzo abastecerse al 103.6% con energías no contaminantes (un 55,5% hidroeléctrica y un 40,2% eólica), Noruega consiguió abastecerse casi en un 100% gracias a la hidroeléctrica, la eólica, la solar y la bioenergía. Costa Rica por su parte consiguió 300 días de abastecimiento energético en 2017 con energías renovables así como el pequeño país de Lesoto, en África del Sur, ha llegado a obtener el 90% de la energía que consume a partir de renovables.
La ventaja de este proceso es que la opinión pública favorecerá y apoyará mucho más todos los programas electorales que incluyan una transición real y planificada hacia renovables en el momento en el que haya, al menos, uno o dos países o regiones que consigan ser 100% dependientes de energías verdes de forma permanente, y que sirvan de modelo a los demás.
Es cuestión de popularidad y de índices de aprobación
Alcaldes, gobernadores y presidentes que quieren hacer pasar sus políticas energéticas por políticas verdes tenderán a mirar hacia aquellos que lo hayan conseguido y, para mantener ratios de popularidad, para sacar ventaja en programas electorales y para no quedarse atrás en la percepción pública de quién está haciendo “algo” por ayudar a controlar el cambio climático, posiblemente se decantarán por estrategias energéticas que las empoderen, dándonos quizás así la oportunidad de ver una pequeña espiral de interés en muchas naciones por mejorar y acelerar la transición hacia otro tipo de combustibles y fuentes renovables antes de lo esperado.
Si eso se consigue, que será una muy buena noticia, el mundo podrá estar contento de que, a pesar de que ni el Protocolo de Kioto de 1997 ni los acuerdos de París del 2015 estén dando ningún fruto, que ni las reuniones internacionales como el último COP25 en Madrid el pasado Diciembre del 2019 hayan servido para acordar ninguna medida real, al menos haya iniciativas más o menos locales más o menos regionales más o menos nacionales que sí que estén puestas con la mentalidad adecuada para implementar, dentro de los límites que pueden controlar y gestionar, nuevos sistemas de abastecimiento energético para la población.
Desarrollando fuentes viables de suministro alternativo
La experimentación con todo tipo de alternativas no contaminantes es viable y no ha disminuido. Se hacen pruebas para incrementar y reducir el precio del hidrógeno como combustible, con planes para usar las tuberías actuales de distribución de gas a nivel internacional para poder trasladarlo de un punto a otro, y, aunque todavía es caro, por lo incipiente de los desarrollos, es un proceso de futuro que también nos proporcionará otra alternativa para calentar hogares, para alumbrarlos y para hacer funcionar nuestros electrodomésticos.
En todo caso, y puesto que nuestra visión de futuro está puesta en el crecimiento de las dos fuentes más importantes y disponibles en este momento, el viento y el sol, sería realmente estupendo ver como países con una cantidad enorme de estos recursos, por ejemplo todo el norte de África por un lado, China, Estados Unidos, India, Brasil, Portugal, España, etc., por otro, se embarcan en el desarrollo de más y mejores sistemas de producción de energía solar y eólica que luego pueda ser conectada a una red de transporte global que pueda ser distribuida internacionalmente si hay capacidad y demanda para ello, más allá de las propias fronteras de los países productores.
El bloqueo del sistema monopolizado del petróleo actual
El problema, como siempre, será luchar contra las compañías que puedan ver su cuenta de resultados disminuir si dependen de que el mundo siga funcionando con gas o con petróleo, algo que, a pesar de que está disminuyendo rápidamente, sobre todo por la caída de la demanda del crudo debido a la crisis del covid-19, y el hundimiento de su precio por debajo incluso de los 0 USD como ha estado esta semana de Abril (en valores negativos, hundiéndose más de un 300% y cerrando en negativo por primera vez en su historia), persisten en mantener su cuota de mercado y frenar todo lo posible el desarrollo de energías renovables que limiten y dificulten la obtención de los enormes beneficios económicos que ahora reportan por la venta de crudo y gas a nivel mundial.
No olvidemos que una gran mayoría de países productores de petróleo, tanto aquellos que se encuentran dentro de la OPEP como los que no, pero con los que comparten políticas a la hora de fijar los precios, como Rusia, dependen tanto de estos ingresos que, si el mundo se fuera rápidamente a nutrirse de energías renovables, una gran parte de las económicas actuales del globo se hundirían irremediablemente. Por lo tanto, a pesar de la propaganda “pública” de cara al uso de energías verdes por aquí y por allá, las enormes campañas de marketing de todos los gobiernos y sus empresas estatales o semi-estatales por aparecer como empresas sostenibles y no contaminantes, la realidad es otra muy distinta.
Ninguno de estos gobiernos quiere renunciar a los enormes ingresos que el petróleo proporciona, y ningún gobierno cuyo PIB dependa en gran parte del mismo va a potenciar en sus agendas ninguna política de cambio energético hasta que no vea que puede obtener los mismos ingresos gracias al sol o gracias al viento, algo que no está asegurado aún, ni de lejos, pues el mundo se mueve con derivados del petróleo y con gas y eso es muy difícil que cambie a corto plazo.
Que lideren los pequeños y la opinión pública les apoye
Así pues, como decimos, creemos que tienen que ser pequeñas regiones o pequeños países, que no tengan intereses comerciales ni grandes empresas estatales relacionadas con la extracción de crudo o gas las que hagan los primeros movimientos y den los primeros pasos para convertirse en países verdes al 100% permanentemente, de forma que, luego, por la presión pública, por la buena imagen que esto proporciona, porque el mundo empezará a ver que es factible que ciudades o regiones enteras se nutran y se beneficien de estas fuentes de energía, no tengan más remedio que empezar a moverse rápidamente hacia el desarrollo de sistemas de producción renovables para no quedarse regazadas, y ver como los inversores empiezan a desviar su dinero hacia empresas eco sostenibles y retirarlo de aquellas que se aferran al modelo actual y contaminante del petróleo y del carbón.
Es una buena señal, al menos así lo parece de cara a la opinión pública, que grandes fondos de inversión estén dando muestras de que financiarán principalmente, quizás lo sigan haciendo también sin publicidad, a empresas que se rijan por criterios de sostenibilidad medioambiental, como ha anunciado Larry Fink, presidente del fondo americano BlackRock, o como anunció Christine Lagarde, presidenta del BCE, en su delineación de las estrategias de inversión para el banco durante su mandato. Que luego se sigan financiando las empresas de todo tipo de sectores como siempre se ha hecho creemos que va a seguir siendo un hecho, y siempre confiamos en que este tipo de anuncios que dan “buena prensa” y crean una “buena imagen” a aquellos que los hacen tiene más de marketing que de realidad, pero, aun así, por poco que se vaya moviendo el mundo de los negocios y las inversiones hacia todo lo que implique el uso de renovables y una reducción en el uso de energías contaminantes será bienvenido.
El poder del cambio está en la sociedad
En general, siempre es la opinión pública la que posee el poder de forzar un cambio de rumbo en este sentido, sea a nivel local o nivel nacional, incluso en algunas ocasiones quizás a nivel internacional. Pero se suele empezar por abajo y por lo pequeño, sin hacer demasiado ruido, pues suelen haber comunidades más concienciadas que consiguen que localmente se pongan en marcha iniciativas más sostenibles para su futuro inmediato, y luego, a medio plazo, que puedan extrapolarse a regiones y que, luego, con más o menos fortuna, pueden extrapolarse a nivel nacional. Cuando la población toma consciencia y empieza a contratar servicios y a trabajar con empresas que les proporcionen energía proveniente de fuentes renovables, y vea que sigue pudiendo ver la televisión, poner la lavadora, encender el horno y ducharse con la misma facilidad que cuando lo hace con electricidad proveniente de fuentes contaminantes, empezará a darse cuenta de que lo que está frenando el desarrollo de las mismas no es tanto la complejidad de su tecnología o de su distribución, sino la negativa o recelo de sus propios gobernantes por la presión de las macro empresas petrolíferas y de gas a desmontar o ceder parte de los beneficios que poseen por la venta de estos recursos, ya que no han tenido tiempo para reconvertirse, o no han querido reconvertirse aún, debido al coste que eso conlleva, y debido al tiempo que pasaría antes de que el viento o el sol otorguen el mismo margen de beneficios que ahora el carbón o el petróleo.
Pero todo llegará, pues, al final, este tipo de combustibles terminará por acabarse, y solo aquellas regiones y lugares donde ya hayan previsto el cambio hacia un mundo energéticamente movido por renovables tendrá vía libre para seguir desarrollándose y avanzando sin las turbulencias que pueden presentarse cuando las energías de siempre ya no sean viables, no estén disponibles, los precios (si se recuperan) estén disparados o las guerras internas entre los países por su control causen demasiados altibajos e inestabilidad en los mercados mundiales, y así la población termine yéndose directamente a fuentes más “tranquilas”, y cuya producción ya no dependerá de conflictos geopolíticos ni de empresas financiando guerrillas para mantener la seguridad allá donde queden los pozos de petróleo aún por explotar y bolsas por extraer.
Un inciso final para la energía nuclear
Finalmente, y aunque no hemos hablado de ello, la energía nuclear que es una fuente no contaminante, al menos si todo va bien y si no se producen accidentes como los conocidos por todos en Chernóbil o Fukushima, solo será viable como fuente de energía alternativa a un coste muy grande, pues el mundo aún no confía en que este tipo de reactores, que proporcionan hoy día alrededor del 12% de toda la energía que se consume en el planeta, no vuelvan a tener fallos de seguridad o sean víctimas de una catástrofe que cause mucho más daño y durante mucho más tiempo del que una turbina eólica que se cae puede causar o un panel solar que deja de funcionar jamás tendrá.
Por lo tanto, es cierto que es una alternativa que muchos países consideran y algunos están aumentando – existen unos 450 reactores actualmente en operación en todo el planeta y hay unos 60 más en construcción con datos del 2019. Arabia Saudí, por ejemplo ha anunciado planes ya desde el año pasado para instalar centrales nucleares, así como en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, se han adquirido recientemente cuatro reactores surcoreanos para incrementar la producción de energía atómica y disminuir ligeramente la dependencia del petróleo. Pero no es una alternativa aceptada por la mayoría de la población a medio y largo plazo, y, posiblemente, muchos dirigentes no vean con buenos ojos aprobar ningún tipo de medida, programa o destinar recursos dentro de sus gobiernos para incrementar la capacidad de las centrales nucleares ya existentes o crear nuevas, máximo cuando todo el mundo está cada vez más concienciado por la necesidad de cuidar el medio ambiente y cuando cualquier política que vaya en contra de ello puede terminar con cualquier gobierno y cualquier gobernante en cuestión de días.
Buenas perspectivas de futuro
Esperemos que se dirima pronto y satisfactoriamente el dilema entre mantener empresas que extraen recursos contaminantes y dañinos para nuestra sociedad versus mantener los ingresos que los gobiernos que controlan esas empresas necesitan para poder seguir funcionando, y que se dejen de frenar las inversiones y los desarrollos tecnológicos en energías renovables, se incentive su uso por parte de la población, y se consiga que aumente el porcentaje de la electricidad proveniente de estas para, poco a poco, alejarnos de un modelo de consumo energético que pone en peligro no solo nuestro bienestar actual, sino el bienestar del planeta y de las futuras generaciones por venir, que nos echarán sin duda en cara que, en estos momentos en los que teníamos oportunidad de actuar, aun sigamos mirando la cuenta de resultados de las grandes empresas y no la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas, la sociedad y el ecosistema que habremos de entregarles en herencia.