Programas informáticos que controlan la compraventa de acciones y manipulan los mercados a conveniencia
Las subidas y bajadas de precios que se producen continuamente en los mercados de divisas están gestionadas normalmente por la ley de la oferta y la demanda, a través de la cual los operadores nacionales e internacionales que compran y venden activos financieros en esas bolsas de cambio manejan y regulan con las miles de órdenes de adquirir o soltar los valores presentes en sus carteras de inversión.
Es de sobra conocido que una gran parte de estas operaciones, sino su casi totalidad, está en manos de potentes ordenadores con software especializado que analizan cada milisegundo las diferentes posibilidades existentes para vender cuando el mercado puede proporcionar ganancias, y comprar cuando el precio es propicio para ello. Desde hace ya varias décadas, la potencia y capacidad de los programas automáticos de trading que las grandes operadoras y compañías bancarias usan para estas labores ha ido incrementándose exponencialmente y copando todo el margen de actuación que anteriormente estaba reservado a “brókers” tradicionales, personas con alta capacidad de decisión que movían grandes sumas de dinero para fondos y clientes privados, y que, a pesar de que siguen existiendo, se han visto arrinconados por los potentes sistemas informáticos que copan más del 95 % de todos los movimientos que se producen a lo largo de una jornada bursátil. Según un artículo de la revista Wired, las empresas de trading compiten por tener los mejores centros de datos y la fibra de mayor velocidad para comunicarlos con los centros bursátiles, donde unos milisegundos de diferencia hacen que se puedan producir pérdidas o ganancias acumuladas que suman millones en poco tiempo. Es el llamado HFC, high frequency trading, y se calcula que como mínimo el 50 % de las operaciones del mercado es manejado por estos programas.
Un silencioso flujo de dinero hacia conglomerados empresariales
¿A quién sirven estos sistemas informáticos de los principales operadores? ¿Compiten entre ellos para hacerse con la mayor cantidad de activos y beneficios posibles sobre sus rivales informáticos? En cierto modo sí, aunque su programación principal es la de mantener el control sobre aquellos activos para los que están programados, y no dejar que bajen demasiado de precio para que no pierda valor la empresa o institución con cuyos valores se está especulando. Entonces, si estos ordenadores se programan para mantener el valor de un activo, ¿cómo es posible que a veces una acción caiga tan fuertemente en bolsa y se desplome, a veces sin previo aviso o sin ningún catalizador obvio que lo cause?
Se trata de estrategias de los grandes inversores que controlan no solo esa compañía, sino además las compañías rivales, es decir, que tienen intereses y una gran parte de las acciones de muchas compañías y empresas de sectores parecidos y, por lo tanto, “juegan” con los precios de las acciones entre ellas para hacerse con más o menos beneficio dejando caer alguna de las acciones de una compañía para que suban las de la empresa rival o semi rival, en la que poseen en ese momento mayores intereses invertidos. De esta manera, mueven así la masa del flujo económico de un punto a otro del entramado financiero que controlan sin tener que hacer o ejecutar traspasos monetarios directo entre ellos, que podrían llevar a sospechas por parte de algún organismo regulador o a saltarse alguna ley antimonopolio, o, simplemente, a tener que pagar algún otro impuesto o algo por estilo dejando rastro de la relación entre ambas compañías.
Por el contrario, si simplemente haces que una empresa que en ese momento no quieres o no te interesa que suba mucho, caiga, siendo tú el principal propietario o uno de los grandes de la misma, y creas demanda sobre otra o un “efecto pánico” para mover a pequeños y medianos inversores hacia donde a ti te interesa obtener más capital, eso no deja ningún tipo de rastro ni levanta sospechas si se hace a través de programas informáticos programados para tal función, y para mantener un cierto equilibrio o un cierto flujo de ingresos hacia un activo u otro, según sean los intereses de aquellos que controlan ambas empresas o conglomerado de empresas.
Cuando los “grandes” usan sus sistemas informáticos para controlar el flujo de acciones
Esto, a priori, parece más o menos sencillo si pensamos que están en juego un par o tres de cotizaciones, y que son un par de ordenadores los que ejecutan para un pequeño grupo de empresas estas operaciones, estando el resto al margen. Nada más lejos de la realidad. Todos los valores bursátiles de cualquier bolsa del mundo están funcionando de la misma manera, porque, en realidad, según un estudio del ETH de Zúrich del 2007, todo el entramado económico de todo el planeta está bajo control de menos de 2000 multinacionales que controlan miles de decenas de otras medianas empresas, que controlan a su vez cientos de miles de pequeñas compañías. Puesto que, al final, solo unos pocos cientos de empresas están en bolsa y son cotizadas, estas pocas menos de 2000 corporaciones internacionales se ponen “de acuerdo”, hasta cierto punto, y por sectores, y bajo reglas no escritas en ningún memorando oficial, para jugar con sus valores cotizados y mover divisas de un punto al otro del planeta listando varias de las empresas que pertenecen a esos grupos empresariales en diferentes bolsas internacionales, de manera que pueden mover el precio en Londres mientras duermen en Los Ángeles y se preparan para cotizar en Hong Kong cuando hayan cerrado en Europa.
Se trata de sincronizar así 24 horas al día todos los activos que un macro conglomerado empresarial posee listando varias de sus compañías en diferentes bolsas de diferentes países, que no se perciba ninguna correlación entre ellas que pueda levantar sospechas de manipulación financiera y que sean rivales o competidores de cara al público, como algunas empresas de refrescos, que, en lo “alto” de la cadena pertenecen a los mismos grupos farmacéuticos, pero que aparentan “luchar” entre ellas por el control del mercado mundial de bebidas cuando no son más que dos canales de ingresos a niveles astronómicos para las mismas personas, fondos de inversión y consejos de administración. En general, es un sistema de funcionamiento idéntico para la mayoría de compañías principales del globo, y cuando se quiere potenciar una de las empresas en particular se deja caer artificialmente el precio de su inmediato competidor, a través de las órdenes de compraventa gestionadas por estos potentes sistemas de trading informático, para ingresar miles de millones en la empresa que se revaloriza, y luego, unos días después, volver a equilibrar el mercado y volver a hacer subir tranquilamente y sin despertar sospechas a la que se hizo caer artificialmente.
Siguiendo el juego de los grandes operadores bursátiles
Este tipo de juego deja fuera del mismo a la gran mayoría de pequeños inversores y corredores de bolsa, que no pueden competir a esos niveles con programas de tanta capacidad, a pesar de que estos usen programas “profesionales” tipo TradingView o Metastock, por citar algunos de los más conocidos, pero permite que los más avispados e inteligentes, conociendo ciertas “maniobras” como la que acabamos de explicar, puedan seguir el baile de acciones y aprovecharse del mismo. La regla es simple. Cuando se perciba que una gran empresa que pertenece a algún grupo empresarial importante está cayendo, hay que analizar rápidamente el estado de resto de acciones de las otras empresas del mismo grupo aunque estén listadas en diferentes bolsas internacionales. Se percibirá como alguna de ellas sube de precio rápidamente y se revaloriza, atrayendo muchos inversores que creerán que es la siguiente mina de oro del parqué bursátil. Cuando esta empresa ha atraído a muchos inversores y recogido los ingresos que esperaba, su precio se estabiliza, y la otra empresa del grupo que cayó para hacer aumentar las ventas aplicando la regla del “pánico por desplome” volverá a recuperarse más o menos al mismo nivel pasado un tiempo prudencial.
Para un inversor que esté atento, es momento de comprar en la empresa que se desploma, esto lo hacen muchas personas, pero no vender de inmediato y observar el comportamiento de las demás empresas del mismo grupo o sector que puedan estar “emparentadas” en los niveles de gestión más elevados. No en vano hay equipos informáticos en las grandes instituciones financieras dedicadas 24h al día a refinar estos sistemas de trading automatizado, añadiendo unas reglas que la alta dirección dicta para que los programas ejecuten aquellas subidas o bajadas de precio que interesa en cada momento. No es que los mismos programadores tengan tampoco mucha idea, en general, de lo que están alterando a nivel global, pues sólo necesitan introducir ciertos parámetros en el sistema para cambiar ciertos comportamientos en los procesos de compraventa, pero sí que lo conocen al detalle aquellos en el consejo de administración o alta dirección que basan sus decisiones y operaciones a gran escala en el equilibrio y el flujo económico que entra y sale de todas las empresas que controlan, independientemente de que sean de sectores diferentes o de que sean competidoras en alguno de ellos de cara al público.
La diversidad del mercado bursátil es solo una ilusión ante los pequeños y medianos inversores, una forma de captar el flujo económico de todos aquellos que buscan su filón de oro en la compraventa de acciones. Evidentemente, no estamos diciendo que no se pueda obtener muy buen rendimiento siendo bróker y encontrando alguna manera de seguir el ritmo de estas operaciones, comprar y vender y ganarte la vida con ello, se puede y mucha gente lo hace, pero cuando comparamos miles de millones que una empresa gana en pocas horas con este tipo de manipulación del mercado vs. quizás unos pocos cientos o miles de euros que pueda ganar una persona que se dedica profesionalmente a ello, no hay comparación ni es equitativo. El sistema bursátil está pensado por las grandes empresas y para beneficio de las grandes empresas, y cada vez se automatiza más para dejar menos margen a los profesionales que compran y venden haciendo ellos mismos los análisis y poniendo las órdenes en marcha, o gestionando fondos de inversión para terceros.
A medida que estas grandes corporaciones ingresan más beneficios, también invierten en sistemas informáticos más potentes, incluso dentro del naciente mundo de la computación cuántica, algo que empezaremos a ver en breve a medida que los primeros programas de trading se desarrollen para este tipo de ordenadores que empiezan a estar ya en manos de empresas como Google y algún otro gran gigante tecnológico, razón por la cual buscan su propio trozo del pastel, y como entrar en el sector bancario, pues poseen la tecnología para desbancar cualquier programa informático tradicional actual que incluso el mejor banco pueda tener en funcionamiento en estos momentos.
Llega el momento de la inteligencia artificial
Con la entrada de ordenadores más potentes, el margen se reduce casi a cero para los no profesionales, inversores casuales y brókers que no estén extremadamente preparados para aprovechar las pocas oportunidades que quedarán, con lo que el control del sistema económico internacional a través de las operaciones bursátiles en las bolsas de todo el planeta quedará en manos de tres o cuatro sistemas híper-potentes, conectados entre sí y regidos por sistemas de inteligencia artificial, usando el conocimiento que ahora mismo tienen en estos campos empresas como Amazon, Apple o Google. Cuando estas IAs sean las que dicten los precios de las acciones según los intereses de sus programadores y puedan “barrer para casa”, pocas empresas multinacionales que no puedan competir tecnológicamente con ellas van a quedar en pie, al menos en este ámbito de compraventa de acciones en mercados bursátiles, y ellas mismas posiblemente van a sufrir la manipulación de sus precios por otros sistemas más potentes como ahora manipulan los suyos según les conviene para sus cuentas de resultados y balances económicos. De momento, programas basados en IA como el “I Know First” ya han funcionado con un 79 % de fiabilidad durante el año 2019 en la predicción del S&P 500, un índice bursátil americano, y es solo un ejemplo del camino que está tomando este campo de la tecnología aplicado a la economía a gran escala.
En consecuencia, y en resumen, lo más probable es que finalmente el control de la mayoría de acciones de la mayoría de empresas quede en manos de las empresas súper- tecnológicas del planeta si, mediante la compra y venta de estos activos, sus IAs terminan consiguiendo hacerse con el control y la propiedad de la mayoría de ellos, lo cual no es tan descabellado ni es algo que vayamos que tener que esperar mucho para verlo. Es el avance de la tecnología aplicado a la economía, el control y el poder de unos pocos gigantes sobre el resto del entramado y ecosistema empresarial e industrial del planeta, y dentro de la llamada cuarta revolución industrial que nos presenta las herramientas para ello a un ritmo cada vez más acelerado y con mayor impacto en el futuro de nuestra sociedad.